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Argentina: La lucha continúa

Argentina y Venezuela:

Dos experiencias en tiempos de neoliberalismo

Jaime Mühlrad** - Ana Silvia Vilker*

En Argentina y Venezuela la mayoría de sus habitantes son pobres, de ellos buena cantidad indigentes. ¿Alcanzan estos rasgos comunes para considerarlos semejantes? El objetivo de este trabajo es poner de relieve algunos aspectos históricos, culturales, políticos y económicos de esos dos países que aplicaron, en un caso, a rajatabla políticas neoliberales y, en el otro, políticas nacionales. ¿Por qué Argentina y Venezuela? Porque en tiempos de globalización y discurso único bien podrían señalarse como ejemplos paradigmáticos, aunque con proyectos diferenciados: Argentina, tras la aplicación severa y persistente de las recetas neoliberales desembocó en la crisis más aguda de su historia; en tanto Venezuela intenta, desde la Revolución bolivariana liderada por Hugo Chávez, recorrer un camino diverso.

1. Una historia diferente desde su génesis
Venezuela
, desde su nacimiento como nación lo hizo con una mirada latinoamericana. Dirigida por su líder Simón Bolívar, más político que militar que, fuertemente influenciado por la Revolución Francesa hizo suyo el ideario de ³Libertad, igualdad y fraternidad², así como el respeto a los derechos del hombre y del ciudadano. Ellos constituirían los pilares básicos para la construcción de una República soberana e independiente. Bolívar tuvo la osadía y clarividencia para expresar a comienzos del siglo XIX que: "Estados Unidos de Norteamérica parecen destinados por la providencia para plagar la América de miserias a nombre de la libertad" (Bolívar 1829). Pensaba a la América hispana como una totalidad y por ello planteaba, como un adelantado, la necesidad de conformar la Gran Colombia que integrara a buena parte de la región en una confederación de naciones libres. Ese sería el mejor camino para procurar un desarrollo independiente de las entonces potencias coloniales. Su ejército -con el que liberó además de Venezuela a Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia-, reflejaba la composición de la sociedad: En su seno convivían negros, blancos, indígenas y mulatos, rasgo que perduró hasta la actualidad. Para los dueños de la tierra y de los privilegios ese discurso resultaría muy ³peligroso². A la muerte de Bolívar su proyecto político fue desarticulado. No obstante, aquellas semillas quedaron bien enterradas en su suelo y hoy tratan de revitalizar. (Halperin Donghi 2000).

En Argentina en cambio se impuso desde su inicio el sector más oligárquico que mantuvo su nexo con los centros de poder europeos, principalmente Inglaterra -impulsora de la libertad económica, la libre competencia y el libre cambio- que veía en esas tierras ricas del sur de América el suelo fértil que le proveería de alimentos y productos básicos. Gran Bretaña estableció una suerte de protectorado e incidió fuertemente en el posterior desarrollo de las estructuras política y económica argentinas. Su ejército de casta, -blancos en su casi totalidad- se ocupó de exterminar, en sucesivas etapas, a las tribus indígenas, despojándolas de sus tierras que fueron ocupadas y explotadas por los ingleses y la oligarquía local vinculada a ellos. (Ingenieros 1994). Ese ejército fue desde siempre quien asumió el rol de asegurar ese predominio, tal como se vio reflejado con los sucesivos golpes de Estado, en especial durante la última dictadura militar. (Halperin Donghi 2000)

2. Rasgos salientes desde mediados de los ´70
Dando un gran salto en el tiempo haremos un breve esbozo de la historia de ambos países, particularmente en el último cuarto de siglo, periodo que en el mundo se caracterizó, a partir de Thatcher y Reagan, por la imposición del modelo económico neoliberal.
En 1976 los militares argentinos volvieron a tomar el poder estableciendo una dictadura militar. Junto a una represión que superó todo lo conocido hasta entonces, con un saldo de 30.000 desaparecidos y miles de exiliados, se establecieron las bases económicas del actual modelo neoliberal (Basualdo 2001). Buena parte de los que lograron salir al exilio lo hicieron hacia Venezuela, país en el que, a diferencia de lo que acontecía en esos tiempos en la región, existía una democracia consolidada desde enero de 1958, cuando luego de semanas de motines populares logró, junto con una parte significativa del ejército, expulsar a la dictadura de Pérez Jiménez.

2.1 Auge del neoliberalismo en Argentina durante la dictadura militar
En Argentina, en términos económicos y sociales, la última dictadura militar (1976-1983) vino a poner fin al proceso de desarrollo que, a partir de la segunda postguerra tuvo su expresión más significativa en el periodo de sustitución de importaciones (Basualdo 2001). Hasta entonces se había alcanzado un alto nivel de empleo y de los salarios, su población contaba con uno de los niveles de vida más altos entre los países latinoamericanos y disfrutaba de la mejor distribución del ingreso de América Latina, reflejada en el menor coeficiente de Gini de la región, 0,35% en 1974. (Morley 2001).
Para poner en perspectiva el proceso argentino es relevante analizar el fenómeno particular del peronismo. Movimiento político que surgió en ese periodo aludido de la postguerra. Desde entonces y hasta el presente el peronismo ha signado la política del país, tanto que el presidente recientemente electo (Néstor Kirchner) es un caudillo peronista que gobernó la provincia de Santa Cruz -rica en yacimientos petrolíferos- durante diez años. Argentina contaba en ese momento de la postguerra con una coyuntura favorable por su condición de país productor y exportador de alimentos que le permitió a Perón llevar adelante políticas populistas en lo económico. Al tiempo que en su práctica política ejerció una represión sistemática a toda la oposición que abarcaba un amplio espectro, desde los sindicatos, -hasta entonces liderados por los históricos dirigentes anarquistas, socialistas y comunistas-, hasta la iglesia católica conservadora, con incendio de iglesias incluida. Perón construyó una estructura piramidal, fascistoide, -inspirada en el modelo fascista italiano con el que supo tener relaciones estrechas- con sindicatos y organizaciones sociales afines al gobierno, con una dirigencia corrupta que hasta el día de hoy mantiene el control de esas organizaciones. Esos rasgos distintivos de autoritarismo y doble discurso han sido una constante hasta el presente.
Cabe agregar que, en dicha coyuntura, quien quiera que hubiese accedido al poder habría puesto en marcha semejantes políticas económicas como ocurrió, con ligeras variantes, en los demás países de la región (Halperin Donghi 2000).
Ya sin recursos para continuar aplicando políticas populistas y, ante una creciente resistencia obrera, el general Perón fue destituido por otros militares en 1955. Un dato significativo para una caracterización adecuada de Perón es que se refugió en primer lugar en el Paraguay de Stroessner, luego en la Venezuela de Pérez Jiménez, para recalar finalmente en la España de Franco. No es casual que haya encontrado su hogar bajo el amparo de esos tres dictadores amigos.
Pero fue bajo la última dictadura militar que en Argentina se sentaron las bases de la política ecónomica neoliberal vigente hasta hoy, cuyos rasgos sobresalientes fueron una fuerte y rápida apertura al comercio internacional, una reforma del sector financiero en detrimento de la banca nacional, una brusca caída de los salarios reales, unida a una distribución regresiva del ingreso nacional. Se le asignaron nuevos roles al sector público (más pasivo y menos proteccionista) otorgándole un rol más activo al mercado.
La política cambiaria desde 1977 favoreció a la especulación financiera, se adoptó un tipo de cambio que sobrevaluaba la moneda nacional. Para atraer capital extranjero -necesario para cubrir el déficit de la cuenta corriente y mantener un tipo de cambio sobrevalorizado- se pagaron altas tasas de interés internas (Neffa 1998). Los operadores financieros argentinos (formados por grupos económicos locales vinculados a las empresas transnacionales) se endeudaron en dólares en el exterior, no para realizar inversiones productivas sino para obtener alta renta mediante colocaciones financieras a tasas de interés que superaban ampliamente las internacionales. Luego re-transferían el capital y las ganancias así obtenidas al exterior (Basualdo 2001).
Cabe señalar que en el último tramo del gobierno militar, siendo director del Banco Central Domingo Cavallo, -el mismo que bajo el gobierno de Menem instrumentaría el Plan de convertibilidad- esas deudas privadas fueron nacionalizadas para engrosar la ya para entonces abultada deuda externa pública. Este mecanismo significó a las claras una fuerte transferencia desde el conjunto de la sociedad hacia las capas altas locales y el capital financiero internacional.
Ese fue un periodo de crecimiento sostenido de la deuda externa pública y privada. Así, mientras a mediados de los setenta la misma era de sólo 13 mil millones de dólares, alcanzó en el año 1983, -al momento del restablecimiento de la democracia- a 46 mil millones de igual moneda (Calcagno A y Calcagno E 2002).
En ese periodo buena parte de los sectores medios acumularon razonables fortunas jugando a la especulación financiera, al tiempo que inundaban los shoppings de Miami comprando con dólares baratos todo lo que ofrecía la modernidad. En tanto la parte más sumergida de la población pagó con pérdida salarial y desempleo buena parte de esa deuda y ese despilfarro (Neffa 1998, Basualdo 2001).
Ya para el año 1982 el deterioro del gobierno militar se hizo notorio. El malestar de la población se expresó con fuertes manifestaciones obreras en demanda de mejoras salariales que fueron duramente reprimidas, con la cuota de muertos necesarios como mensaje para la sociedad. No obstante, casi en simultáneo, esos mismos espacios se colmaron de gente que, exaltada por el sentimiento patriótico y nacional tras la recuperación de las Islas Malvinas, vitoreaba a los militares que habían decidido tal aventura con el claro objetivo de eternizarse en el poder. Dios iluminó entonces a Thatcher y, como era de esperarse, los ingleses rápidamente pusieron las cosas en su lugar. Tras la derrota, el futuro del gobierno militar estaba sellado y rápidamente comenzaron los preparativos para el llamado a elecciones. No obstante, la tarea que se habían propuesto los militares, tanto en el plano económico como en el político, había sido coronada con pleno éxito.

2.2 Venezuela durante los años 1970
Venezuela
en igual periodo vivió una etapa de bonanza y despilfarro del abundante flujo de divisas, incrementado a raíz del aumento de los precios del petróleo durante la crisis energética de ese entonces. La democracia se sostenía sin mayores variantes; hasta la irrupción de Chávez en 1999 se alternaron en el poder los dos grandes partidos: Copei (socialcristiano) y Acción Democrática (socialdemócrata).
En 1974 Carlos Andrés Pérez, del partido Acción Democrática, accedió al poder por un periodo de cinco años. Con el proyecto de, aprovechando los ricos ingresos petroleros, producir el gran salto. A poco de andar el desengaño fue notorio. En lugar de ³sembrar el petróleo² -para convertirlo en la fuente de financiamiento genuino para el crecimiento sostenido y sustentable- se realizaron obras faraónicas desde el Estado que favorecieron el surgimiento de un sector de nuevos ricos que usufructuaron y se apropiaron de buena parte de los recursos, en tanto con medidas paternalistas se permitía el chorreo hacia los sectores bajos de la población. La actividad económica que hasta entonces se basaba en la explotación agrícola, fue gradualmente abandonada y Venezuela pasó a vivir de la renta petrolera. Buena parte de los campesinos emigraron a los centros urbanos. Las ciudades se poblaron de barrios periféricos pobres, sin ningún tipo de infraestructura. El país dejó de ser autosuficiente en alimentos para pasar a depender de las importaciones que atendieran las necesidades básicas de subsistencia. En esa situación era razonable que el despilfarro y la corrupción terminaran en una concentración de la riqueza en pocas manos. A la vez que la dirigencia política y sindical se degradaba, los sectores bajos de la sociedad se sumergían cada vez más en la pobreza y la indigencia.

3. Neoliberalismo y desarrollos alternativos desde los Œ80 hasta hoy
3.1 Argentina: Neoliberalismo y democracia formal
En 1983 en Argentina un gobierno socialdemócrata presidido por Alfonsín restableció la democracia formal. Aunque durante la campaña electoral Alfonsín declamó hasta el cansancio que con la democracia se comía, se estudiaba y se curaba, a la hora de la realidad estaba demasiado condicionado por la deuda externa, una economía en franco retroceso y a merced de la apertura globalizada. La alta inflación, junto con las pugnas sectoriales y, el papel desempeñado por el peronismo y la CGT (Confederación General del Trabajo) controlada por ellos, que acosaban al gobierno mediante huelgas generales frecuentes, fueron minando la legitimidad de un gobierno que no tuvo el coraje de poner en práctica otras políticas que las dictadas por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los grandes grupos económicos extranjeros.
Al gobierno de Alfonsín le cupo la responsabilidad de promover el enjuiciamiento a las juntas militares responsables de genocidios. En un juicio ejemplar terminaron siendo condenadas, pero poco después se produjo un levantamiento militar para impedir que la mayoría de los responsables fueran investigados y juzgados. La actitud de Alfonsín ante esa situación fue ambivalente: Por un lado, convocó a la población para que saliera a las calles a defender la democracia y por el otro, pactó con los militares la sanción de dos leyes que terminaban con los juicios a los represores: La Ley de Obediencia debida y la Ley de Punto final. De esta manera, la sociedad que al calor de la democracia recuperada se sintió convocada para un proceso de participación y repolitización, recibió desde el poder la señal que la política sería en adelante un asunto de profesionales.
Acorralado por una hiperinflación descontrolada y debilitado políticamente Alfonsín debió abandonar anticipadamente el gobierno facilitando el acceso del peronismo al poder, esta vez en la figura de Carlos Menem que acababa de ganar las elecciones con el 49,8% de los votos http://www.cambiocultural.com.ar/actualidad/eleccion.htm.
El discurso de campaña del presidente peronista prometía aumentos de salarios y mejoras sociales. En los hechos avanzó en la profundización del modelo neoliberal. Fue el tiempo de las privatizaciones, la corrupción desenfrenada y el plan de convertibilidad, que se implementó en 1991 como elemento clave. La ley de convertibilidad ancló la tasa de cambio Dólar-Peso en 1:1, ligó la base monetaria a la reserva de moneda extranjera y prohibió la indexación. Uno de los objetivos era terminar con la hiperinflación. La sobrevalorización del Peso y la liberalización del comercio exterior agudizaron la competencia externa (Neffa 1998). La demanda fue estimulada por dos vías: Con la caída de la hiperinflación las capas más humildes de la población recuperaron en parte su poder de compra. Un renovado acceso al crédito estimuló a las clases medias al consumo de bienes y servicios.
Durante la vigencia del plan de convertibilidad las importaciones crecieron más rápidamente que las exportaciones generando un déficit de la cuenta corriente. A su vez existía déficit en las cuentas públicas. Ambos fueron cubiertos por el ingreso del capital externo, atraído por las altas tasas de interés internas, de ahí que Argentina se tornó muy vulnerable a la interrupción de los flujos externos. Como consecuencia se produce el crecimiento porcentual de la deuda externa más alto de toda América Latina. Esta pasó de 61.337 en 1991 a 141.957 millones de dólares en 1998 (Cepal 2001).
Durante el gobierno de Menem se privatizaron la mayor parte de las empresas públicas, entre ellas las de petróleo, gas, telecomunicaciones, electricidad, correos, transporte aéreo y terrestre, servicio de aguas corrientes y cloacales, empresas navieras, astilleros etcétera. Las empresas públicas privatizadas en buena parte se compraron con títulos públicos devaluados (se adquirían al 50% de su valor en los mercados bursátiles internacionales y se aplicaban al 100% de su valor nominal en la compra de las empresas). Vale la pena mencionar que a través de las privatizaciones ingresaron 44.000 millones de dólares que desaparecieron entre corrupción y mala gestión y no se aplicaron a la cancelación de deuda como se había prometido. http://www.dlh.lahora.com.ec/paginas/debate/paginas/debate636.htm. La concentración de la propiedad de las empresas públicas privatizadas en escasas manos significó naturalmente la pérdida de soberanía y la entrega del poder de decisión a los grandes grupos económicos transnacionales. Se les garantizó a los nuevos dueños ganancias extraordinarias, ya que se les permitió a partir de los contratos de privatización que las tarifas fueran fijadas en dólares, ajustables de acuerdo a la inflación estadounidense. La concentración de la propieded de esas empresas se vio potenciada por una debilidad y/o inacción en materia de legislación anti monopólica y de defensa de los derechos de los usuarios y consumidores (Neffa 1998).
El sistema de la seguridad social también fue privatizado inspirado en el sistema chileno, (Heymann 2000) considerado como el más exitoso, dando lugar a la creación de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP). El viejo sistema estatal -que convive con el nuevo- opera en condiciones desventajosas, ya que debe hacerse cargo, con escasos aportes y contribuciones, de los actuales jubilados. Aproximadamente 2/3 de los afiliados se incorporaron al régimen de capitalización.
Las AFJP están autorizadas por ley a destinar hasta un 75% de sus recursos a inversiones en títulos públicos nacionales. El gobierno, para hacer frente al déficit fiscal colocó obligaciones en las AFJP (SAFJP 2003). La salida de la convertibilidad sumado al default externo e interno haría difícil la recuperación de tales inversiones, lo que redundaría en pérdida de los ahorros de los futuros jubilados y pensionados.
En el plano político Menem evaluó a mitad de su mandato que era el momento adecuado para procurar su reelección. Para ello, tras un acuerdo con Alfonsín, convocó a una Asamblea Consituyente para reformar la Constitución que lo habilitaría para tal fin. Necesitaba más tiempo para cumplir con todo el paquete económico.
Con el nuevo instrumento en la mano Menem logró su reelección en 1995 con el 50% de los votos. Muchos analistas calificaron a buena parte de esos votos como ³voto cuota² en alusión a quienes estaban endeudados en dólares por la compra a crédito de viviendas y bienes durables, y ante el temor a que un gobierno distinto abandonara el Plan de convertibilidad antes mencionado. Culminó su mandato en 1999.
En diciembre de 1999, la Unión Cívica Radical (socialdemócrata) aliada esta vez con sectores de centro izquierda (Frepaso) regresó al gobierno con Fernando de la Rua como presidente.
No hubo cambios de rumbo en políticas económicas, sino una profundización de las mismas impuestas por los acreedores externos, tanto que en medio de la recesión impulsaron la meta de ³deficit cero² exigida por el FMI con el objetivo de alcanzar un superávit fiscal suficiente para el pago de los intereses de la deuda externa. Esa meta era de imposible cumplimiento y debió ser abandonada http://www.globalizacion.org/argentina/ArgentinaEnCrisis.htm.
Tampoco lograron frenar la corrupción generalizada que tuvo su punto cúlmine con la denuncia, por parte de su vicepresidente, de sobornos en el senado para lograr la aprobación de las leyes de flexibilización laboral, eufemismo que escondía el deterioro de los salarios y el empeoramiento de las condiciones laborales (La Nación 30 de agosto 2000).
Así llegó diciembre de 2001 en que, la conjunción de las luchas de los desocupados que encontraron una nueva forma de expresión a través de los conocidos ³piqueteros² y los sectores medios que reclamaban por sus ahorros confiscados en el llamado ³corralito² -norma que restringía el retiro de fondos en efectivo del sistema bancario-, terminaron con el gobierno de De la Rua (La Nación diciembre 2001).
El Congreso eligió entonces para un gobierno de transición al que fuera vicepresidente de Menem en su primer periodo, Duhalde, al que le cupo la tarea de salir de la convertibilidad, devaluar la moneda hasta entonces atada al dólar, avanzar la negociación con el FMI y darle continuidad a la política económica que se sostuvo hasta el presente sin variantes, al tiempo que controlar y domesticar la resistencia surgida en diciembre de 2001 mediante represión, alternada con el pago de subsidios del orden de los 50 dólares mensuales a los jefes de hogares desocupados.
En el ámbito económico la demanda interna siguió cayendo por el avance de la desocupación superior al 23% (INDEC mayo 2002) de la población económicamente activa; el salario real registró una caída de alrededor del 24% durante el año 2002 (CEB 2002); la regresividad en la distribución del ingreso y la acentuación de la caída de los niveles de inversión privada y pública muestran el grado de deterioro.
Desde el lado de la producción, el Producto Bruto Interno registró durante el año 2002 una caída del 11% con respecto al año anterior, durante ese mismo año las exportaciones cayeron alrededor de un 5% a pesar de haberse triplicado el valor del dólar. Las exportaciones industriales retrocedieron alrededor del 8% y la producción industrial durante 2002 fue un 10% menor que en 2001 (INDEC 2003).
Esta situación de las variables económicas se refleja en los altos porcentajes de población por debajo de la línea de pobreza, -57,5% de la población- (INDEC 2002) y el fuerte incremento de la indigencia -la franja más pobre de los pobres que no dispone de dinero para comprar una canasta superbásica de alimentos- que ya afecta a casi 7 millones de personas, el 27,5% de la población (INDEC 2002).
No hay duda que las políticas aplicadas durante los últimos 26 años crearon las condiciones para esta fuerte contracción en el nivel de actividad de la economía nacional, de carácter inédito por su profundidad.
Durante todo este periodo el Estado de derecho pasó a ser una ficción y la justicia manipulada desde el poder político y económico sólo brindó acompañamiento a las necesidades de ese poder, abandonando a la mayoría de la población a su propia suerte.
La Corte Suprema de Justicia en su composición actual es producto de un acuerdo entre Menem y Alfonsin del año 1994, (el Pacto de Olivos) y funcionó desde entonces como un apéndice del Poder Ejecutivo con quien tenía una relación estrecha.
Esa misma corte es la que puso en libertad y desprocesó a Menem que estuvo a punto de ser juzgado por varias causas, entre ellas una vinculada al tráfico ilegal de armas y otra por enriquecimiento ilícito.

3.2 Venezuela en tiempos de neoliberalismo
En Venezuela, luego de los gobiernos de Luis Herrera Campins (Copei) y Jaime Lusinchi (Acción Democrática) -que dieron continuidad a las políticas vigentes- en 1989 accedió a la presidencia por segunda vez Carlos Andrés Pérez. Esta vez traía en su equipaje otro proyecto: Las recetas del FMI, con privatizaciones, aumento de tarifas de los servicios públicos y una apertura económica al mundo globalizado. Las primeras medidas en esa dirección fueron rechazadas por la población y tres semanas después de la asunción de Pérez se produjo un estallido social de gran magnitud conocido como el ³caracazo². Saqueos a los comercios y caos generalizado protagonizado por miles de pobres que bajaron de los cerros a protestar por el aumento del transporte fueron expresión del rechazo de la población a la aplicación de tales medidas. Ese movimiento fue duramente reprimido con un saldo indeterminado de muertos que jamás llegó a esclarecerse. El gobierno quedó herido y debilitado mientras el malestar y rechazo al intento de aplicación del modelo neoliberal creció hasta impedir su puesta en práctica. Un sector del ejército, liderado por el entonces coronel Hugo Chávez intentó derrocar al presidente. Al fracasar quedó detenido hasta resultar amnistiado en 1994 por el gobierno de Rafael Caldera.
Si bien el intento de golpe de Estado (que contó con la simpatía de la mayoría de la población) fracasó, el presidente Pérez no corrió con mejor suerte: Por decisión del Congreso debió abandonar el gobierno antes de tiempo envuelto en escándalos por corrupción.
Luego de un breve interinato para completar el mandato a cargo de Ramón Velázquez, la convocatoria a elecciones de 1994 encontró a los partidos tradicionales envueltos en conflictos internos, debilitados y deslegitimados tras varios periodos donde la corrupción alcanzó niveles significativos. Bajo esas condiciones, Caldera, fundador del partido socialcristiano Copei convocó -por fuera de ese partido- a diversos sectores sociales y políticos de centro izquierda dispersos a una coalición con la que accedió al gobierno en 1994. Una de sus primeras medidas políticas fue amnistiar a Chávez y demás militares que habían participado en el intento de golpe de Estado, como se menciona más arriba. La administración del gobierno de Caldera fue gris y no logró siquiera bajar los altos índices de corrupción que pretendió combatir.

3.3 El proceso de cambio en Venezuela desde 1999 hasta hoy
Chávez, una vez en libertad optó por la vía democrática para acceder al poder. Para tal fin promovió la formación de una nueva fuerza política: El Movimiento Quinta República (MVR) con la que alcanzó la presidencia en 1999 enfrentando al bipartidismo que gobernó de manera ininterrumpida desde 1959 http://www.venezuela.gov.ve.
A partir de la irrupción de Chávez a la cabeza de su movimiento político y social que lo respalda, Venezuela comenzó a recorrer un camino no exento de dificultades para la construcción de una vía alternativa al neoliberalismo dominante.
Una de las primeras decisiones de Chávez fue la convocatoria a elecciones para una Asamblea Constituyente con el fin de dictar una nueva Carta Magna que le diera rango constitucional a los postulados principales de lo que sería, de allí en más, la política económica y social venezolana.
Esta reforma constitucional, -a diferencia de la llevada a cabo en Argentina que se selló a través de un acuerdo a puertas cerradas entre Menem y Alfonsín conocido como el ³pacto de Olivos² ya mencionado- se realizó con la participación de todos los sectores sociales, incluidas las diversas minorías, entre otras los indígenas. A tal efecto se convocaron, como asesores, a expertos internacionales (en particular europeos como el jurista e indigenista austríaco René Kuppe) que colaboraron con los distintos sectores sociales para incorporar a la Carta Magna, junto a los grandes temas de interés nacional, los intereses particulares de los diversos sectores de la sociedad.
Una vez sancionada -por primera y única vez en la historia de Venezuela y de América Latina- se convocó a un plebiscito para su aprobación que dio un respaldo masivo a la nueva Constitución con una respuesta afirmativa del orden del 62,35% de los votos (www.cne.gov.ve). La nueva Constitución expresa los intereses de la mayoría de la población otorgándole una legitimidad superior.
En cuanto a los contenidos de su texto merece una nota especial y no será desarrollado en ésta, no obstante reproducimos su preámbulo que permite advertir que es la más democrática de todas las existentes hasta el momento en América Latina:
El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana; con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad; en ejercicio de su poder originario representado por la Asamblea Nacional Constituyente mediante el voto libre y en referendo democrático, decreta la siguiente: CONSTITUCIÓN (http://www.analitica.com/bitblioteca/anc/constitucion1999.asp)
En función de esta normativa hubo una nueva convocatoria a elecciones generales para renovar todos los cargos electivos, la presidencia incluida. En agosto del año 2000 Hugo Chávez fue consagrado presidente por un periodo de seis años con el apoyo del 58% de los votos, en su mayoría provenientes de los sectores más humildes de la población.
La irrupción de esta nueva fuerza significó para Venezuela un cambio de rumbo en la política nacional e internacional. Se privilegió la independencia y un modelo de desarrollo nacional en tanto se impulsaron medidas y acciones dirigidas al fortalecimiento de los bloques regionales, como ejemplo merecen la pena señalarse las gestiones para incorporarse al Mercosur y el rechazo explícito al plan Alca impulsado por USA.
Venezuela fue en este periodo un protagonista principal en la OPEP ejerciendo su presidencia hasta el intento de golpe de diciembre de 2002; es el quinto exportador de petróleo del mundo y provee a USA con el 14% del petróleo que importa. Tal como reza la Constitución el petróleo venezolano es propiedad inalienable del Estado venezolano y su empresa PDVSA (Petróleos de Venezuela) es en un 100% de propiedad estatal, caso insólito en estos tiempos de apertura y privatizaciones. http://www.pdvsa.com.ve/
Este cambio de rumbo irritó desde el inicio al gobierno de USA que no vio con buenos ojos que Venezuela, además de romper el bloqueo contra Cuba con quien suscribió convenios bilaterales de interés mutuo, pusiera en práctica políticas económicas contrarias a las recetas neoliberales. http://www.venezuela.gov.ve
Los sectores de clase media y alta sintieron que sus privilegios podían llegar a ser afectados y comenzaron una fuerte acción en contra del nuevo gobierno expresada en sabotajes de distinto orden hasta culminar con el golpe de Estado de abril de 2002 que logró apartar del poder a Chávez por dos días, tras de los cuales fue repuesto en su cargo por la acción combinada de la mayor parte del ejército y el apoyo de las bases populares que ganaron la calle para reclamar por su reposición.
Los sectores de oposición encabezados por las grandes empresas nacionales vinculadas al capital financiero y a los consorcios multinacionales y, con el beneplácito de USA, subieron la apuesta hasta que en diciembre del mismo año 2002 declararon lo que los medios calificaron como huelga, que no fue otra cosa que un lock-out patronal que logró paralizar la industria petrolera, principal fuente de recursos. Para tal fin contaron también con el apoyo de la cúpula sindical corrupta alineada con los viejos partidos y casi todos los medios de comunicación que tenían bajo su control. Luego de más de dos meses de confrontación, desabastecimiento y tensión el gobierno constitucional logró retomar el control de la situación. Este proceso tuvo un alto costo para la nación que se refleja en el retroceso en algunos de los logros que había alcanzado con su política económica y social. De acuerdo a las estimaciones oficiales las pérdidas sufridas fueron del orden de los 20.000 millones de dólares, que equivale aproximadamente al total de la deuda externa nacional (Banco Central de Venezuela marzo 2003).
A pesar de ello el pueblo y el gobierno venezolanos lograron reponerse en los siguientes tres meses y a la fecha, tanto el abastecimiento interno de bienes y servicios como la producción petrolera fue recuperada.
Los cambios de rumbo desafiando el modelo neoliberal se expresan en algunos de los logros que se detallan a continuación: Reducción de la deuda externa que pasó de 41.000 millones de dólares a mediados de los noventa hasta alcanzar los 22.000 millones en el año 2002 (BCV 2002). Baja de los índices de inflación que del 103,2% a mediados de los noventa había descendido hasta 12,3% en el año 2001, al año siguiente y claramente influenciado por el golpe de Estado y el paro patronal volvió a subir hasta el 31,2% en el 2002 (BCV 2002). Los niveles de pobreza e indigencia también fueron reducidos pasando para el primer caso del 49,4% de 1999 a 45,5% en 2001 (últimos datos disponibles) en tanto la indigencia descendió del 21,7% en 1999 a 17,4% de la población en 2001 (INE 2001). En tanto la esperanza de vida aumentó del promedio de 72.8 en 1998 hasta 73.5 en el año 2001(CEPAL 2003). La tasa de mortalidad infantil descendió de 20,45 por mil en 1998 a 17 por mil en 2002 (CEPAL 2003). En febrero de 1999, el salario mínimo era de Bs. 75.000,00/mes. A finales de septiembre de 2002 subió a Bs. 190.080,00/mes lo que si bien representa en términos nominales un incremento de un 153,44%, en términos reales tal aumento fue de 12,8% al año (Sisov/MPD 2002).
Extensión de las redes de agua potable para 2 millones de habitantes que nunca habían tenido acceso a tal servicio. Aumento del presupuesto educativo que pasó del 3% en 1998 al 6,8% del PBI en 2002. Construcción de 3.000 nuevas escuelas que permitió la escolarización de un millón de niños. Programa de alfabetización ³Robinson² que tiene previsto erradicar el analfabetismo hasta el año 2004. Elevación del presupuesto en salud que pasó del 3% en 1998 hasta el 8% del PBI en 2002. Construcción en dos años de 92 mil viviendas entregadas en propiedad con créditos flexibles a 20 años, dato significativo si se lo compara con las 65.000 unidades construidas entre 1989 y 1998 (Sisov/MPD 2002). Otorgamiento del derecho de propiedad sobre la tierra urbana en los barrios periféricos que beneficia a 5 millones de habitantes. Sanción de la Ley de Tierras fuertemente resistida por los terratenientes que, además de favorecer a los campesinos sin tierra, apunta claramente a incentivar la producción local de alimentos con miras al autoabastecimiento. La creación de locales de planificación pública para la participación de la comunidad en la toma de decisiones sobre la construcción de obras públicas es una apuesta a la mayor participación de la población en la toma de decisiones en temas de interés común http://www.venezuela.gov.ve.

4. Conclusión
³Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad², expresaba Simón Bolívar. La realidad ha demostrado la certeza de esta percepción. Expresiones y conceptos como Imperialismo, dejados de lado en los últimos tiempos, hoy tienen vigencia plena (Petras, Veltmeyer 2001). A través de los organismos financieros internacionales como instrumentos, cuando no por la intervención directa y sin disimulos ni intermediarios -tal como pudo apreciarse luego de las guerras contra Afganistán e Irak-, mantienen las políticas neoliberales como carta de navegación, para seguir el impune robo de las riquezas naturales, expropiar a los pueblos de la periferia a través de las privatizaciones y garantizar su inmisericorde explotación.
En Argentina, los episodios de diciembre de 2001, que mostraron un alto grado de participación espontánea de la sociedad, no alcanzaron para consolidar una estructura política capaz de organizar la resistencia que desembocara en la construcción de una propuesta alternativa al modelo neoliberal. El descrédito de la política como instrumento de participación democrática bien podría señalarse como otro logro del sistema. En las últimas elecciones la mayoría de la sociedad legitimó de hecho con su voto la continuidad del modelo neoliberal vigente. No obstante, tal vez los nuevos agentes sociales -a partir de la experiencia recorrida-, podrían llegar a ser el germen de una tal organización social y política capaz de construir un modelo alternativo, más justo, humanista y solidario.
En Venezuela, el cambio de rumbo se pudo poner en práctica a partir de dos elementos esenciales: La decisión política del gobierno bolivariano de enfrentar el modelo neoliberal y la construcción de una fuerza política de ancha base social que impulsa la participación de vastos sectores de la sociedad en la construcción de un modelo nacional alternativo, democrático y participativo.
Los episodios del año 2002, con dos intentos de golpe de Estado, han podido ser resistidos por la existencia de esa estructura y con la importante presencia y participación del ejército que, por su historia y características, -tal como se describen más arriba-, está identificado e integrado con ese proceso de cambio. La situación sigue siendo precaria, los grupos económicos locales vinculados al imperialismo seguirán haciendo lo posible por bloquear el camino venezolano. La continuidad y profundización del proceso de cambio en marcha dependerá, en gran medida, de la capacidad de organización y resistencia propia, tanto como del curso de los acontecimientos en los países vecinos de la región.

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*Vilker, Ana Silvia; Economista y docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina.
** Jaime Mühlrad, periodista. Buenos Aires/Caracas/Viena.