Perdimos; no pudimos hacer la Revolución. Pero tuvimos / tenemos/ tendremos razón en intentarlo. Y ganaremos cada vez que algún joven lea estas líneas y sepa que no todo se compra ni se vende, y sienta ganas de querer cambiar el mundo.
Envar Cacho El Kadri
Homenaje y Aproximación a Cacho El Kadri a 5 años de su ida.
Este sábado 19 de julio se cumplieron 5 años de la muerte del Dr. Envar Cacho El Kadri mi hermano, para tener presente en la MEMORIA su pensamiento y recordarlo, con toda esa ternura que él nos inspiraba les mando la carta que escribió a modo de conclusión en La Voluntad III.
Tambien los invito el viernes 25 de julio, a las 19:30 hs. en el Sindicato de Farmacia Rincón 1044, al acto homenaje que le realizaremos a nuestro querido Cachito.
Muchos cariños a todos.
Susana El Kadri
-Tenés que contarme tu vida, dijo Caparrós mirándome fijo.
¿A quién le puede interesar? le dije, el pasado es lo que fue y no volverá; y por ahí algún
despistado se engancha y cree que se puede volver a hacer lo que hicimos... motivos no faltan, pensé, pero los tiempos son otros.Me puse a preparar unos
mates, como para reflexionar. Por qué me insiste tanto el Martín si es de buena familia y sabe que la insistencia no se estila entre gente educada. Me lo arruinó el periodismo, pensé mientras acomodaba la bombilla para el primer mate.-¿Y para qué querés que te cuente mi vida?, le dije, ya medio enojado.
Ahora, no conformes con habernos exprimido tanto, nos piden que escribamos algo para el final. Me pongo a hacerlo y casi me sale otro libro...
no soy lo que se dice de hablar poco, y cuando me entusiasmo las coplas me van brotando como agua de manantial. Carlitos siempre decía: -a éste lo lejan hablar y no lo fusilan.Al mismo tiempo, fue difícil encontrar el equilibrio entre el pudor y las ganas de contar. En mi caso, coincidieron dos circunstancias: que fuera Martín
el que me "provocara" -en el doble sentido, de dar ganas y de molestar para contarle cosas, como si fuera un hermano menor preguntón y molesto cebando mates que no pasarán a la historia; y, por otra parte, que acabara pasar por un infarto, de esos que casi te mandan al otro lado, y en una camaPorque este libro es, antes que nada, el de todos ellos, aunque a veces no
aparezcan sus nombres y apellidos. Claro que también fue difícil meterse con el pasado, recordar hechos, incluso recordarlos sin contarlos (perdón Martín), porque son esos recuerdos que pertenecen a lo más íntimo tuyo que uno quisiera no tener que haberlos vivido nunca y que sin embargo volvían a aparecer, con su carga de dolor y angustia, porque costaron vidasPorque otro gran mérito de La Voluntad es el de reflejar estos dolores
alegrías, estas afirmaciones y vacilaciones, que también fueron las nuestras de entonces. Cuenta la vida de aquellos tiempos, tal como era, sin el embellecimiento que le dan los años, ni la fealdad que a veces asoma en los derrotados. Nos muestra cómo somos, aunque hable del pasado y deba decir cómo fuimos. Pero da la casualidad de que muchos de los que trabajamos en este libro seguimos siendo los de entonces. Desensillamos, pero no vendimos el caballo.Lo necesario que era/es este libro queda demostrado en el hecho de que
en este ambiente de fin de siglo, en que se consolidan el individualismo, la resignación, el todo es igual, el libro de Martín y Eduardo, apoyado por Fernando Fagnani, el Quijote de la editorial, navegó contra la corriente y toda lógica marketinera: miles de páginas, letra chiquita, ninguna receta sobre cómo triunfar en la vida, ni un miserable horóscopo.A todos les pido disculpas, si por acción u omisión, los molesté en algo. Si les sirve de consuelo,sepan que mucho más lo molesté a Martín para que cambiara tal nombre o
sacara tal hecho, hasta que me convencía (o viceversa). Y, al fin de cuentas lo que importa es que lo contado sea verdad. Al menos la que honestamente pienso que es la verdad, aunque la memoria me traicione a veces con fechas, nombres o circunstancias.La salida de los primeros tomos, las sucesivas presentaciones, me confirmaron esa confianza y tengo para mí, como una de las más bellas consecuencias
de esta colaboración, la amistad que fuimos construyendo y nos brindamos.La verdadera. La de los que no ganamos nada. Pero ¿acaso no teníamos en la apuesta la razón de nuestra vida?
De todos aquellos que compartieron nuestros sueños y siguen vivos, muy
pocos renegaron de su elección de vida, pasaron a ser funcionales al modelo y llegaron incluso a recordar sinceramente a nuestros compañeros caídos como si los compañeros hubieran muerto para que triunfaran los ideales de nuestros eternos enemigos: la oligarquía y el imperialismo, disfrazados hoy de economía de mercado y globalización.Anguita y Caparrós nos han rescatado del olvido, nos han devuelto una
identidad medio perdida, confundida entre tantos charletas, arrepentidos, avergonzados. Confundida también por la insidiosa teoría de los dos demonios, que pretende culpabilizar a víctimas y victimarios, torturados y torturadores, explotados y explotadores, como si todo fuera un cambalache y la lucha por la Revolución pudiera equipararse al terrorismo de Estado.-Perdimos, no pudimos hacer la Revolución. Pero tuvimos / tenemos / tendremos razón en intentarlo. Y ganaremos cada vez que algún joven lea estas líneas y sepa que no todo se compra ni se vende, y sienta ganas de querer cambiar el mundo.