Adital
El gobierno argentino está en la etapa de redefinición de las relaciones con EE.UU. Alejándose del estilo menemista de las "relaciones carnales", que implicaba el alineamiento automático con todas y cada una de las decisiones del gobierno norteamericano, el presidente Kirchner ensayará "relaciones maduras" con el imperio.
Distintos funcionarios del gobierno argentino se pronunciaron en esta dirección, horas antes de la llegada al país del secretario de Estado norteamericano Colin Powell. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, señaló que el país tuvo un vínculo "poco adulto, casi procaz" con EE.UU., y lo atribuyó "esencialmente por responsabilidad de Argentina. "No somos enemigos ni contrarios a Estados Unidos, sino que le estamos proponiendo una relación madura, adulta", aseguró Fernández en declaraciones radiales.
Resulta curiosa la tendencia a crear figuras provenientes de otros campos de las relaciones sociales para definir el vínculo diplomático y político entre dos Estados. Según estas metáforas, luego de muchos años de "relaciones carnales" (como las había definido el canciller menemista Guido Di Tella), estaríamos en condiciones de establecer "relaciones maduras". Algo así como una pareja que pasa de una etapa pasional, a una fase "más adulta", en la que la "dependencia absoluta" característica de los niños con relación a los padres, o de las personas inmaduras en relación a su pareja, se vuelve un vínculo caracterizado por un sereno y desapasionado intercambio "entre pares, cada cual con su autonomía". El problema es que _sin negar la degradación que ha producido la política exterior llevada adelante tanto por el menemismo como por el radicalismo y la Alianza-, suponer una "esencial responsabilidad de Argentina", no contempla una clara mirada crítica sobre la política desarrollada por las sucesivas administraciones estadounidenses para imponer su hegemonía sobre el planeta a sangre y fuego.
Precisamente la primer discusión que deberá abordar el nuevo gobierno en su fase "madura", es la decisión que ha asumido de no sumarse al proceso de reconstrucción de Irak, rechazando el pedido de EE.UU. de enviar gendarmes a la zona, para "ayudar a restablecer el orden en las calles iraquíes". Concretamente el gobierno norteamericano reclama que Argentina, como lo ha hecho en otras guerras, participe con sus fuerzas militares para reprimir las protestas de la población iraquí.
Cuando mañana Powel llegue a Argentina a conversar con el presidente Kirchner _viajando desde Chile junto al Canciller de Argentina Rafael Bielsa- ya habrá recibido de éste la opinión negativa frente a su pedido. El pedido del gobierno de Bush fue realizado después de la última resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que instó a los países miembros del organismo a ayudar a Irak. Sin embargo, las tropas de paz, no serían parte de una misión de cascos azules de la ONU, como en las posguerras anteriores, sino que quedarían subordinadas directamente al mando militar de los invasores.
Bielsa considera que el envío de gendarmes argentinos bajo el comando de Estados Unidos y sus aliados europeos, sería convalidar la guerra unilateral contra Irak llevada adelante por las tropas norteamericanas. Vale recordar que Néstor Kirchner, siendo gobernador de Santa Cruz, fue crítico de la guerra de Irak, manifestando públicamente la conciencia de que "después del petróleo de Irak, Estados Unidos vendrá por nuestras aguas". A varios meses de esas declaraciones, la situación se hace más compleja aún por lo que comienza a difundirse como el Irakgate, esto es, la falta absoluta de evidencias sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, motivo utilizado por Bush para justificar la guerra.
Los temas que hablarán Powell y Kirchner abarcan otros tópicos complejos de estas relaciones, como son las exigencias estadounidenses de que el gobierno argentino se involucre decididamente en su cruzada contra el supuesto "terrorismo". En esta dirección siguen en carpeta el papel de Argentina en los controles de la Triple Frontera, en la habilitación a los marines norteamericanos para realizar ejercicios en el país y la autorización para la instalación de bases en el territorio nacional. La reivindicación argentina sobre las Islas Malvinas, realizada por el presidente Kirchner en su primer discurso, está también en la agenda de conflictos a futuro. Otro tema difícil es la discusión de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que requiere aprobar el programa económico nuevo propuesto por el nuevo gobierno. El Ministro de Economía, Roberto Lavagna viaja esta semana a Washington a reunirse con el subsecretario del Tesoro John Taylor, y con el presidente del FMI, Horst Kohler, para encarar estas negociaciones. El vicepresidente argentino, Daniel Scioli, que se encuentra en gira por Estados Unidos, tuvo que ratificar y explicar reiteradamente la posición asumida por el presidente Kirchner, en relación a la deuda externa, en el sentido de "ir afrontando nuestros compromisos con recursos genuinos surgidos de nuestro crecimiento".
Pasado el momento inicial, hoy se trata de poner estas declaraciones en propuestas concretas que refuercen las posibilidades de autodeterminación argentina _en el contexto del fortalecimiento de las relaciones del Mercosur- frente a Estados Unidos. Quedará por ver entonces cuán maduros pueden ser los posicionamientos en el país del Norte.
*Claudia Korol es corresponsal de Adital en Argentina y secretaria de redacción de "América Libre"