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Argentina: La lucha continúa

11 de junio del 2003

Argentina: Las costureras contra los policías y el ladrón

Claudia Korol
Adital
Más de 50 días llevan en la calle, acampando a la intemperie frente a su fábrica, las trabajadoras y los trabajadores de Brukman, en defensa de su derecho al trabajo. El lunes, 9 de junio, por la mañana, la patronal, amparada por la policía que cerca el edificio, intentó que un grupo de personas ingresara a la empresa para reiniciar el trabajo y romper la histórica lucha obrera. Las cinco personas que entraron a la fábrica fueron trasladadas y retiradas del lugar por patrulleros policiales. El repudio manifestado por las trabajadoras, cuando los vieron salir, fue acallado a palos. Otra vez la represión de policías y ladrones contra las costureras.

La Guardia de Infantería y personal de la comisaría 8° han redoblado la cerca que rodea la empresa, sitiada por las fuerzas represivas, y por los trabajadores y trabajadoras que no entregan el espacio productivo del que se hicieron cargo el 18 de diciembre del 2001, cuando el empresario Jacobo Brukman abandonó la empresa, dejándola prácticamente quebrada, con una deuda de más de tres millones de dólares.

Durante más de un año las obreras se hicieron dueñas de la fábrica, la hicieron trabajar, pagaron los servicios cortados, arreglaron las máquinas y las pusieron en producción, manejándola durante un año y cuatro meses. Al mismo tiempo que volvieron a producir, transformaron esta experiencia en símbolo de la lucha popular, en paradigma de la Argentina nacida de las jornadas de diciembre.

"Obreros sin patrones", es una de las miradas clasistas que asumió concretamente el "que se vayan todos".

Una semana antes de las elecciones de abril del 2003, la empresa fue desalojada por un operativo policial ordenado por el juez Rimondi. Desde entonces las trabajadoras acampan frente al edificio, y transformaron la plaza con sus carpas, la olla popular, las actividades culturales y políticas en un espacio para "el aguante", en el que se ejerce la solidaridad, el encuentro de las resistencias, las asambleas de base para establecer los planes de lucha.

En esa plaza ya se protagonizaron varios "maquinazos", en los que con la solidaridad de los vecinos, las costureras fabrican desde "su intemperie" ropa para los afectados por las inundaciones en Santa Fe. La semana pasada se realizaron, también en la plaza, las jornadas culturales "Arte y Confección".

La trama que confeccionan las costureras de Brukman no es indiferente a los diferentes sectores del poder. El sábado 31 de mayo, el candidato a jefe de gobierno porteño Mauricio Macri compartió un brindis con la familia Brukman, en un country de Ezeiza.

Días después, el Secretario de Derechos Humanos Eduardo Luis Duhalde se acercó a la carpa en la que se encuentran las trabajadoras, para interiorizarse del conflicto. En un comunicado los trabajadores y trabajadoras de Brukman informan que "el Dr. Duhalde, además de expresar su comprensión por la grave situación en la que estamos las trabajadoras, prometió buscar una solución rápida a nuestro conflicto, en función de la ley de expropiación que se está tratando en la legislatura. Asimismo, expresó que su Secretaría ha tomado nota de todas las irregularidades que se produjeron y se siguen produciendo en el ámbito de la causa penal que ordenó el desalojo y posterior ocupación policial de nuestra fábrica."

A pesar de esto, el lunes, el personal policial volvió a reprimir a las trabajadoras y a los asambleístas, organizaciones de derechos humanos y periodistas que las acompañaban. Un conjunto de organizaciones de derechos humanos (CEPRODH, Comité de Acción Jurídica de la CTA, CORREPI, Liga Argentina por los Derechos del Hombre, APEL, Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos), presentaron la denuncia de estos hechos, solicitando la nulidad de todo lo actuado por el Juez Rimondi y el retiro inmediato de la policía. Fueron informadas al hacer la denuncia que había sido cambiado el juez por el Dr. Julio Marcelo Lucini, quien manifestó no haber ordenado nada que diera lugar a la medida que se está llevando adelante en la planta.

¿Quién dio la orden de represión? ¿Quién autoriza el ingreso de los contratados por la patronal a la empresa, transportados en vehículos policiales? ¿Quién dará respuesta? Las costureras de Brukman, a pesar de toda su creatividad e imaginación, están cansadas de jugar al policía y al ladrón, al Gran Bonete, y a los Maderos de San Juan. Es hora de que vuelvan a tener su fábrica, su trabajo, y la plenitud de sus derechos.

*Claudia Korol es corresponsal de Adital en Argentina y secretaria de redacción de "América Libre"