Para que gane la vida
Víctor De Gennaro
Todos los días pulseamos con la muerte y la batalla es a todo o nada, no hay empate, no hay negocio. Por eso hoy salimos a celebrar la vida.
Por eso cuando tratan de que sólo sobrevivamos y optemos solamente por el mal menor, no nos conformamos, y salimos a vivir.
Claro que hay que valorar la sobrevivencia. A un genocidio lo más importante es sobrevivirlo. Como dicen nuestros hermanos, habitantes originarios de estas tierras desde hace diez mil años, es tiempo de Pachacutik, tiempo de liberación. No hay tiempo que perder, la tierra está en peligro, nuestros hijos también.
Tal vez faltarían más cosas, pero no podemos esperar, el camino nos irá fortaleciendo. Aun con nuestras incertidumbres a cuestas, hoy es tiempo de vivir.
Por eso salimos a mostrar y a mostrarnos nuestro poder, a alumbrar nuestro debate, porque no es hora de especular.
Es preferible tener muchas voces, antes que no tener voz. Necesitamos hablar, pero también escucharnos. Lo diferente es lo que nos complementa, la verdad colectiva, y nos empuja al cambio.
Cuando lo distinto es utilizado como excusa para fracturarnos o dividirnos, termina ganando la ideología de los que mandan, no la nuestra.
Cambiarnos a nosotros mismos para cambiar el mundo.
El año pasado, cuando concluía la marcha de Los Chicos del Pueblo hacia Plaza de Mayo, comenzó a llover torrencialmente. Se aguaba la fiesta. En ese momento, muchos dudamos, pero ellos no. Arrancaron en La Matanza a fuerza de canto y fe y, aunque seguía lloviendo, ellos siguieron. A la altura del Parque Rivadavia, el cielo se abrió. Entonces entendí: ellos sabían que podían cambiar el mundo, porque se habían cambiado a sí mismos.
En el futuro de esos pibes había una cruz que los condenaba a la droga, la carcel, la prostitución o la muerte por gatillo fácil. Y lo cambiaron.
Claro que encontraron almas dulces como las de Alberto, Norma y tantos otros que abrieron sus corazones. Tuvieron que enfrentarse a ellos mismos, a su impotencia, sus dudas y temores. Pero el amor siempre vence y la voluntad se manifiesta.
Mostrar nuestra fuerza Los trabajadores aprendimos que la unión y la solidaridad son necesarias porque devienen en organización, imprescindible para derrotar definitivamente a este sistema perverso, capaz de inventar el hambre en un país hecho de pan.
Para elaborar y explicitar una estrategia de poder debemos conocer y amar nuestra propia fuerza. Es necesario ver el poder cotidiano de nuestra gente para vencer cada día a la muerte. Allí radica nuestra fuerza, nuestra esperanza, por eso nos la ocultan.
Todos los días tratan de convencernos de que cuando perdemos, perdemos. Y cuando ganamos, también perdemos.
Por eso tenemos que mostrarnos las ganadas... y también las empatadas.
También habrá que enfrentar las perdidas, pero para conocerlas hasta amarlas y aprender de las derrotas. No como pretenden ellos, que nos las refriegan en las narices para humillarnos.
La vida le gana a la muerte Miles de compañeras y compañeros de los barrios, desde sus comedores, copas de leche, o en las escuelas, le ganan a la muerte por desnutrición de nuestros pibes. Y esa es una gran victoria, como define Omar de la Casita "Trabajar para arrebatarle pibes al sistema es construir poder.
También luchamos por conservar el trabajo; evitar la entrega, reafirmando nuestra soberanía y enfrentando la represión para construir la democracia.
En esas luchas de todos los días, debemos reconocernos para saber que podemos, que no estamos solos, ni aislados.
En todos lados y al mismo tiempo, damos la lucha. Son ellos o nosotros. Es esa mística que campeaba en los corazones de los que cantábamos en el último congreso de Mar del Plata: "queremos un movimiento de liberación".
Esos 9.000 militantes que abrazamos la esperanza en diciembre pasado. Y por eso, más que nunca es necesario debatir sin miedos lo que cada uno de nosotros cree, porque nos necesitamos todos, para vencerlos. Pero, además, porque la felicidad sólo es con todos, o no es.
Sabemos el para qué, discutamos el cómo Tenemos derecho a dudar de nuestras construcciones y prioridades, pero no de nuestras certezas. Podemos discutir si es mejor un frente o un partido; si hay que recuperar este estado o construir otro; el nombre de la nueva sociedad. Lo que no podemos es negar nuestros valores, nuestra historia, nuestra identidad y nuestras raíces. Por el contrario, debemos reafirmarlas orgullosamente, porque desde ellas vemos, imaginamos y construimos nuestra utopía.
En esto no transamos, no aceptamos que el hombre es el lobo del hombre, ni su explotación como destino humano. Por eso decimos que con este sistema, nada. Somos hijos de otra historia, esa que escribieron nuestros antepasados anarquistas, socialistas y comunistas que lucharon en la Patagonia Rebelde o gestaron la rebelión de los inquilinos en aquel Buenos Aires de antaño; o aquellos que expresaron la patria sublevada que parió el 17 de Octubre.
Son nuestro patrimonio las conquistas laborales y sociales del peronismo; y los años de resistencia: Felipe Vallese, Atilio López, Agustín Tosco, Atilio Santillán e Isauro Arancibia; el "Correntinazo", el "Rosariazo" y el "Cordobazo"; la CGT de los Argentinos, la CGT Brasil, la lucha contra la dictadura, los programas de Huerta Grande, La Falda, 1º de mayo, los 26 puntos. Tantos hechos y personajes donde abrevar y de los que podemos enorgullecernos.
El futuro está en conocer nuestro pasado y en protagonizar nuestro presente.
Esa es nuestra verdad, la que se debate y construye con millones. Esa que nos permite construir la sociedad con todos. Cambiando nosotros y también el mundo que nos rodea.
Sabemos que no sólo somos portadores de la identidad de clase trabajadora, también nos determina y enriquece la identidad nacional y latinoamericana.
Especialmente este último 15 de febrero: cuando nos movilizamos en todo el mundo -por primera vez en décadas- contra la masacre genocida del pueblo iraquí, sentí también que empezaba a estar en juego la identidad humana.
Convocados por voluntad propia a construir un nuevo movimiento cultural, político, social para resolver los problemas de nuestro pueblo, despojémonos del autoritarismo que nos retrasa. Y, como dicen los pibes en su canción, gritemos "queremos vivir" y salgamos a hacer el camino gozando... para que gane la vida.