Mientras ocurre la segunda vuelta, FMI afila su guadaña
Buenos Aires, Argentina - Claudia Korol para Adital -
El reinado menemista está en agonía. Todas las encuestas anticipan la que sería la primera derrota del ex presidente, en una contienda electoral. En la corte el debate es si presentarse o no al ballottage. Quienes sugieren no hacerlo (entre ellos el "Gran Hermano" Eduardo Menem), consideran que es preferible que Kirchner asuma con el escaso 20% de los votos, para que empiece con un gobierno débil, que permita reagrupar las fuerzas menemistas hoy en desbandada. Mientras tanto el FMI, reuniéndose con los ministros de economía de ambos candidatos, afila la guadaña.
El ganador de este tramo político institucional es, Eduardo Duhalde, quien sorteó la crisis planteada el 19 y 20 de diciembre. Caminando en el filo de las oportunidades logra cumplir con la entrega de la banda presidencial, quedando así en carrera para volver a la escena en el 2007. En esta perspectiva, el ex compañero de fórmula de Menem, quiere ver liquidado a su ahora adversario, en una segunda vuelta en la que las diferentes encuestas anuncian un posible 70% a favor del "antimenemismo".
La movida urdida por Duhalde, desde que el desenmascaramiento de los asesinatos de los piqueteros en el Puente Pueyrredón le obligó al adelantamiento de las elecciones, tuvo una primera "trampa" con la convocatoria a elecciones que sólo renuevan el mandato del presidente y vice (manteniendo el mismo Congreso prácticamente hasta fin de año), continuó con la anulación de las internas del Partido Justicialista y espera ser rematada con la derrota del riojano.
Duhalde conoce -como Menem y Kirchner-, que el respaldo "positivo" a la figura del gobernador santacruceño no alcanza siquiera al 22% que obtuvo en la primera vuelta, donde están sumados los votos del "aparato" duhaldista que apeló a todos los recursos del Estado para respaldar a su actual candidato. De manera que la figura de Néstor Kirchner no nace con vida propia, sino como producto de la crisis justicialista y de la debacle del radicalismo acelerada después de la caída de Fernando de la Rúa.
Es por todo esto que se ha privilegiado en este tramo de la campaña del justicialismo a los "dadores de fe" provenientes del exterior: Lula, Lagos y Fidel intervinieron en la interna peronista, pretendiendo aportar confianza y hasta entusiasmo a un electorado que participa con resignación, pero no con convicción de esta segunda vuelta.
Por otra parte quienes, desde el entorno de Menem le insisten en renunciar al ballottage, recuerdan que el casi 25% del electorado lo respaldó en la primer vuelta en la que quedó como primera minoría. Esta base social, más el apoyo de una buena parte de los diputados y senadores, así como de los miembros de la Corte Suprema de Justicia, sería el poder menemista. Más allá del propio ex presidente, que podría preservarse para la hipótesis de una nueva crisis institucional, como consecuencia de la continuidad de las políticas neoliberales que se anuncia a partir de los últimos acuerdos realizados por el actual y futuro ministro de Economía, Roberto Lavagna.
Estos acuerdos definen una agenda de discusión futura que incluye el "aumento de tarifas, la compensación a las empresas privatizadas por los efectos negativos de la devaluación sobre sus deudas en divisas y el mayor ajuste fiscal para incrementar el superávit primario. El mismo debería oscilar entre el 3,5 y el 5%; el reordenamiento del sistema financiero, con achicamiento e incorporación de capital privado en la Banca Pública".
Las políticas económicas anunciadas sólo anuncian una mayor transferencia de renta a los exportadores, la continuación de la fuga de capitales al exterior, una sostenida restricción del consumo popular, con el objetivo de recomponer la capacidad argentina para el pago de la deuda externa.
La deuda externa se incrementó en 9.389 millones de dólares en el 2002, al pasar de 144.453 a 153.842 millones; de manera tal que todo el crecimiento previsto (alrededor de un 3%), no podrá revertirse en aliviar la angustiosa situación de los millones de hombres y mujeres desocupados y subempleados, de los que carecen de alimentos, de vivienda, de salud, de educación, sino que serán destinados a sostener este diseño político en el que gane quien gane el 18 de mayo, el que manda es el FMI.
Precisamente John Dodsworth, jefe de la misión del Fondo, ha exigido ahora como condición para firmar el acuerdo que el gobierno de Eduardo Duhalde vete la ley que sancionó el Congreso el jueves último, que estableció la suspensión por 90 días de las ejecuciones hipotecarias correspondientes a vivienda única. Los enviados del Fondo consideran que esta legislación es "un claro ejemplo de la falta de gobernabilidad que existe en Argentina, para llevar adelante las reformas" que necesiten la aprobación del Parlamento. Se trata, en síntesis, de que el próximo ejecutivo se comprometa a seguir asegurando "el gobierno del Fondo."
*Claudia Korol es secretaria de redacción de América Libre