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Argentina: La lucha continúa

7 de mayo del 2003

Hay que crear dos, tres, muchos Zanón

Elio Brat. Neuquén. Rebelión

Conozco el conflicto de los obreros ceramistas de la fábrica Zanón desde mucho tiempo antes que se conociera a nivel nacional y también, por lo inédito e impresionante de su desarrollo y evolución, saltara a los campos de discusión del movimiento obrero a nivel internacional. Y no es que uno pueda dejar en el camino (y mucho menos en el olvido) la experiencia del Sitrac- Sitram en Córdoba, desarrollada especialmente en la fábrica Renault de mayo del ´69, o la experiencia de los obreros de la construcción de la represa El Chocón (Neuquén, octubre del mismo ´69 y enero del ´70). Tampoco experiencias interesantísimas como la primera cooperativa de periodistas impulsada por Alipio Paoletti y los compañeros del diario "El independiente" de La Rioja capital. Ni tampoco los logros históricos de la cooperativa de campesinos en Campo Herrera, por dar algunos de los muchos ejemplos -y son muchos para nombrarlos en una nota- donde trabajadores argentinos de tal o cual fábrica, tal o cual empresa, o tal o cual emprendimiento agrario, decidieron tomar el futuro de sus vidas en sus manos y encararon una salida diferente. Y a eso es lo que quería llegar refiriéndome a la experiencia de los compañeros de Zanón: ellos demostraron que no solamente se puede luchar por mejores salarios, por condiciones de trabajo más seguras y más dignas para sus vidas y contra el despido de decenas de ellos, amparados por una burocracia sindical aliada con la patronal- objetivos que fueron el punto de partida, hace más de cuatro años, de la comisión interna de Zanón y que hoy dirige el gremio ceramista en Neuquén- sino que además de esa lucha, que se repite en miles de casos, aquí y en el mundo, ellos lograron mantener en producción una fábrica donde sus "dueños" habían realizado un lock out patronal y, en franca retirada a otros mercados más rentables, habían decidido lisa y llanamente su cierre. Y esa producción se mantiene, contra viento y marea, hace más de un año. Desde el 1 de marzo del 2002, para ser más exactos. Por eso, cuando estamos a días de la violenta represión en un jueves para nada santo, que arrancó (por ahora) a 56 compañeras y compañeros de la fábrica textil Brukman, no dudamos en decir que el futuro de ese y tantos otros conflictos tiene su clave en la idea que lleva por título esta nota: debemos impulsar, crear, lograr y mantener dos, tres, muchos Zanón, a lo largo y a lo ancho de toda la Argentina. Aunque parezca raro y extraño -porque son un grupo de 310 trabajadores, en un punto muy pequeño de la Patagonia- del triunfo de su lucha depende, sin duda, la posibilidad de otro país, otra vida, otro futuro.

Al mismo tiempo que la dictadura militar en los comienzos de la empresa en Neuquén, junto a gobernantes locales como Felipe Sapag y Jorge Sobisch y el apoyo irrestricto de Carlos Menem en sus dos períodos presidenciales, hicieron que Zanón creciera hasta llegar a ser la fábrica de porcelanato más importante de América latina, también fue creciendo la conciencia de un grupo de sus trabajadores acerca de sus derechos, de mantener la fuente de trabajo y también, porque no, en su momento de poder llegar a manejarla.

Y en realidad, si se quiere, como muchas cosas que funcionan como un boomerang, fue la propia patronal la que obligó a los obreros a ir evolucionando, hasta llegar al punto que se encuentran hoy: una fábrica que, a pesar de tener sólo un diez por ciento de su real capacidad en funcionamiento, puede alimentar más de 300 familias en forma digna.

La primer lucha, que para nada fue fácil, fue ganar la comisión interna de Zanón, entregada desde siempre a la voluntad de Luiggi Zanón y sus gerentes. Luego, ganar y desplazar del sindicato ceramista a Oscar Montes -curiosamente (o no tanto) también trabajador de Zanón- para poder encarar con mucho más fuerza la lucha salarial y la no pérdida de puestos de trabajo y, en otros casos, de la propia fuente laboral. Y así se logró ocupar la fábrica, al momento que la patronal huía de la provincia. Y luego encender el primer horno, aquel histórico marzo del 2002.

Pero los primeros que sabían que la posibilidad de resistir no sólo dependía de ellos, fueron los propios trabajadores de Zanón. Por eso minuto a minuto, día a día, en las calles y en las aulas, en las oficinas y en otras fábricas y también en los propios estrados de la "justicia", que hoy y desde siempre nos gobierna, se fue logrando el apoyo de la gente hasta decir que "lo que pasa a ellos nos pasa a nosotros". Y fueron ganando a la gente, al mismo tiempo que también iban logrando derrotar a la patronal con cada paso que daban.

Y así también se fueron sumando otras experiencias. De aquí y de allá. Cada una con su historia, con su particularidad, con su raíz en la gente, pero con denominadores en común: la injusticia, la falta de trabajo, el hambre, la explotación. El genocidio de un pueblo que tiene hoy más de 16 millones de pobres. Entonces, antes o después de Zanón se fueron juntando y conociendo con los textiles de Brukman, los del ex supermercado El Tigre de Rosario, la Cooperativa El Aguante, la ex Clínica Junín de Córdoba, Grissinópolis, Imprenta Chilavert, Sasetru, Clínica Portuguesa, Cooperativa Traceyú de Gálvez, en Santa Fé, los trabajadores de Gatic, el supermercado San Cayetano, la Cooperativa J.J. Gómez, del ex frigorífico Fricader en Roca, Río Negro, la Cooperativa Tucuy - Paj, la Cooperativa de Transporte Toc Bus, la Cerámica del Valle, Transporte del Oeste y otros. Y entre todos participaron más de mil trabajadores -representantes de cerca de 200 organizaciones políticas y sociales de todo el país- del Tercer Encuentro Nacional de Fábricas Ocupadas y Trabajadores en Lucha, el último 15 de marzo, en Rosario, en lo que fue el ex supermercado El Tigre. Allí se reafirmó el compromiso marcado a fuego -hoy más que nunca cuando los compañeros de Brukman acampan en las puertas de la fábrica textil que también pudieron poner en producción por más de un año- de "tocan a una, tocan a todas". Todos saben que la unidad entre las fábricas ocupadas y puestas a producir, y la solidaridad entre ellas y de todo el pueblo, son la clave para poder seguir adelante con un proyecto político hasta ahora nunca visto en la historia argentina, ni aún en tiempos de mayor malaria como los de ahora.

Lo invito a hacer un poco de memoria y trasladarse en el tiempo para pensar y entender el nuestro. En abril de 1967, en vísperas de su partida de Cuba hacia Bolivia, Ernesto Che Guevara escribió a todos los que lo quisieran escuchar en el mundo: "No podemos eludir el llamado de la hora. Vietnam lo señala con su interminable lección de heroísmo, su trágica lección cotidiana de lucha a muerte para alcanzar la victoria final... ¡Qué cerca se nos aparecería un futuro venturoso si dos, tres, muchos Vietnam florecieran a través de todos los mundos...".

Salvando la distancia que nos separa de ese momento histórico en el mundo y también jugando muy respetuosamente con lo que quizás escribiría hoy el Che si conociera lo que está pasando en Zanón y en tantos otros lugares -lo que no me cabe la menor duda es que apoyaría ese proceso con toda su fuerza-, es que me lleva a expresar que hoy la tarea es sumar, y multiplicar esta experiencia de nuestros obreros patagónicos. Debemos crear dos, tres, muchos Zanón para que florezcan, al igual que en Neuquén, en toda la Argentina y también en el mundo.

Una prueba clara de ello son las palabras de un trabajador de la Cooperativa El Aguante, expresadas a todos los compañeros que asistieron al último encuentro en Rosario. Allí Sergio dijo sin dudar: "... Simplemente que la decisión de cómo sigue la lucha nuestra la tenemos que tomar los trabajadores y no dejarnos manejar por ningún dirigente. Es decir, no formemos movimientos verticales. Tomemos las decisiones los trabajadores. Que no nos dirija un ex burócrata sindical o un abogado que ahora se postula a intendente. La verdadera lucha la vamos a dar nosotros los trabajadores y los traidores van a quedar en el camino. Por eso hago un llamado a todos los trabajadores de las cooperativas a que vayamos uniéndonos y a empezar a luchar realmente como hay que luchar, por una expropiación definitiva y no por una expropiación trucha por dos años". Al igual que en Zanón, de la suerte de El Aguante no sólo depende el futuro de Sergio y sus compañeros. Depende el futuro de todos.