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Argentina: La lucha continúa

Crónica del anochecer electoral

Una recorrida asombrosa por Buenos Aires, desde el hotel donde estaban las huestes de Kirchner al que reunió a Menem, Bolocco y cientos de custodios, pasando por manifestaciones de desocupados en el Obelisco, como disparador para comprender estos tiempos. Una galería de candidatos, funcionarios, cartoneros, piqueteros, globos y expectativas, en medio de un silencio que ninguna encuesta había previsto para el anochecer del domingo.

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Hubo algo sorprendente y levemente estremecedor en el anochecer del domingo electoral: el silencio.
Mientras las radios y los canales de televisión tropezaban con su propia dislexia (pronunciaban maniáticamente la palabra "bunker" para demostrar, tal vez, cómo entienden la política), la ciudad de Buenos Aires vivía una especie de vacío.
Hubo dos excepciones para confirmar esa regla. La primera ocurrió en el Obelisco, donde el Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD) que lidera Raúl Castells convocó a quienes no votaron a celebrar. Fue el único acto de estas características. Es más, fue el único acto del día del comicio: el de quienes estuvieron ausentes. El dato a tener en cuenta es que ningún movimiento social ni partido más o menos opositor al establishment lograron generar hecho alguno. Y los del establishment prácticamente tampoco.
Castells había anunciado que diez millones de personas no votarían o lo harían en blanco, hipótesis que no se verificó. Pero el acto se realizó de todos modos. Eran unas 150 personas, muchas de ellas con los característicos chalecos amarillos de la agrupación. La señora que detentaba el micrófono cantaba mal y sin ritmo, pero con entusiasmo (lo que empeora las cosas) y los bombos y redoblantes redoblaban sus esfuerzos para ponerle ritmo al festejo. La consigna más larga:
-"Vengo a luchar/ por un nuevo argentinazo / para que no vuelvan nunca más./ Cayó Cavallo y De la Rúa/ y a los que vienen también vamos a echar/ para imponer una constituyente/ que sea soberana y popular".
Otras más breves:
-"Salta, salta pequeña langosta /Menem y Kirchner son la misma bosta".
-"Piqueteros, carajo".
-"Que se vayan todos/ y no quede uno solo"
-"Soy piquetero, señor/ lo llevo en el corazón/ los vamos a echar a todos / la puta madre que lo parió".
Estaban en el medio de la Plaza de la República, rodeados de algunos curiosos, varios canales de televisión, unos 400 policías en las veredas de enfrente, y el entorno de grandes edificios decorados con publicidades de Telefónica, Mercedes Benz, Shell, Coca Cola, el Mono Bingo, Ámbito Financiero, Visa y Directv.
Se sumó al acto un grupo de Barrios de Pie, unos 50 jóvenes que llegaron cantando "Yo no voto a nadie, ni a Menem ni a Duhalde".
Castells cantaba y contestaba entrevistas.
-¿Por qué no hubo otros movimientos aquí?
-Algunos están prendidos. D'Elía llamó a votar por el candidato de Duhalde. Pero acá festejamos porque para nosotros los que no votaron duplican la cantidad de votos de Menem.
A su alrededor comenzaron a cantar: "Les ganamos / les ganamos".
-¿Y qué supone que pasará en la segunda vuelta?
-Más rechazo todavía a los dos candidatos.
A pocos metros estaba Tato, otro integrante del MIJD, perplejo ante la consulta sobre por qué tanta gente votó a Menem.
-Hoy hablé con una familia del barrio y me dicen "no teníamos a quién votar, por eso lo votamos a Menem". Yo les dije: pero es el tipo que vendió el país, aumentó el desempleo, el que nos reventó y los reventó a ustedes. ¿Sabés qué tiene esa familia? Un plan trabajar de 150 pesos? Yo les decía: son pobres por culpa de Menem. "Y sí, pero ¿a quién votábamos si no?". Te hablan así, y no se entiende. Yo lo último que quiero es que gane Menem.
-¿Y en la segunda vuelta entonces votaría a Kirchner?
-Y, es un poquito mejor, por lo menos podés sentarte a hablar. Con Menem vas a la lucha total. Pero yo igual voto por los 10 puntos de Castells.
Tato entrega una boleta donde dice "Voto por el MIJD" y "Voto por Raúl Castells". Los diez puntos incluyen la suspensión de pago de la deuda externa, aumento de salarios y jubilaciones, reforma agraria, control de precios, nacionalización de la banca y el comercio exterior, aumento del presupuesto en salud, anulación de todos los contratos de empresas de servicios públicos, monopolio estatal de la exploración, explotación y comercialización de los recursos naturales, aumento del presupuesto educativo y apertura de nuevas fuentes de trabajo con reactivación del aparato productivo.
Tato reflexiona:
-Lo que pasa es que acá mismo, entre la gente de Castells, te encontrás con varios que ni saben qué hacer. Hubo algunos que me dijeron que iban a votar a López Murphy.
-No entiendo: la consigna del grupo era no votar.
-Sí, pero hay gente que de golpe dice "y… a alguno hay que votar". A mí me da mucha tristeza que haya alguien que vote a Menem o a López Murphy
En ese momento se cantó el Himno luego de lo cual la señora del micrófono hizo gritar a los presentes: "Patria sí, colonia no".
En la Diagonal Norte, hacia Plaza de Mayo, la única fauna humana era la de más y más policías:
-¿Qué opinan de las elecciones?
Los representantes de la ley, por así llamarlos, observaron con desconfianza al cronista, en silencio, hasta que uno preguntó por un bulto en el bolsillo de la campera.
-¿Es un micrófono?
-No es un anotador.
La entrevista concluyó allí.
En la Plaza de Mayo, vallada por la mitad con la Casa Rosada tras un corralito metálico que acaso sea eterno, había dos señores paseando a sus perros, una dama tomando mate, y cuatro personas (tres varones y una joven) con una pancarta.
-¿Aquí hay un acto?
-No sabemos, estamos esperando. ¿En el Obelisco hay algo?
-Está la gente de Castells y Barrios de Pie.
-Uy, nos equivocamos. Era allá.
Los jóvenes -que eran de Barrios de Pie- partieron hacia allá. Analía, 23 años, caminaba haciendo su análisis electoral: "Nosotros no votamos, Menem y Kircher son la misma mierda, y en la segunda vuelta es lo mismo, pero supongo que mucha gente le va a votar en contra a Menem. Acá hay que cambiar de organización política para la democracia, por eso nosotros proponemos una Asamblea Constituyente. Empezar desde cero, con otra organización popular. Ningún político me gusta. Me parece que no hay que seguir imágenes, hay que tener ideas". Analía ya votó en una presidencial, pero no a De la Rúa ni a Duhalde, sino a Roberto Reyna, del Frente de la Resistencia.
Otra vez en la 9 de Julio despoblada se veía que el MIJD y Barrios de Pie comenzaban a irse. En un locutorio había varios jóvenes conectados a Internet. Sabrina suspendió el chateo: "Yo voté, pero lo de hoy fue un horror. Yo voté a López Murphy, ahora no sé qué voy a hacer, pero a Menem no lo voto". A su lado, un joven rubio la miraba en silencio y no respondió a la consulta del cronista.
-No agarra bien. Es inglés- dijo Sabrina, mientras el joven británico se esforzaba por comprender qué significaban extraños sonidos como "Menem" o "López Murphy".
A la salida del locutorio uno de los simpáticos carteles de este último candidato rezaba: "Ley de Murphy 37: Que Dios y la Patria se lo demanden quiere decir que no los votemos más", consigna que quizás describe su propia performance dominguera.
Cruzando Avenida de Mayo, ya sobre Bernardo de Irigoyen había una mujer solitaria en esa vereda ancha y deshabitada, acuclillada ante varias bolsas negras de basura, seleccionando qué llevar. Bachi -así la llaman todos- tiene 36 años y diez hijos.
-¿A quién votaste?
-A… ¡ese!- sonrié señalando un cartel que dice "Kirchner".
-Entonces lo vas a votar en la segunda vuelta.
-No, ahí lo voy a votar a Menem.
-No entiendo.
-Hoy también lo iba a votar a Menem. Pero cuando voy a agarrar la boleta no había. Y tampoco de la gordita rubia que me gusta (tal ausencia se verificó en el Barrio Luján, de Florencio Varela). Entonces agarré la de ese, y listo. En la próxima lo voto a Menem- dice riéndose.
-¿Por qué a Menem?
-Porque había más trabajo. Mi marido Raúl trabajaba. Era de la construcción. Ahora está en la otra cuadra, juntando él también.
-¿Tu marido también vota a Menem?
-No, él vota a ese. Pero le digo que con Menem tenía trabajo. Hace tres años que no tiene. Había algo de plata. Yo nunca me imaginé venir acá a juntar así ¿me entendés? Nunca imaginé.
La hija mayor de Bachi tiene 15 años y se queda en Florencio Varela cuidando a hermanos y hermanas. El más chiquito tiene ocho meses: Bachi fue cartonera durante todo su embarazo. El matrimonio viaja dos horas por día para llegar al centro, con su hija Mayra, de 12 años, que los ayuda en la recolección: "Volvemos a las 11, porque al día siguiente Mayra tiene colegio". Bachi cuenta que seleccionan papeles que les pagan así: el kilo de diario, 20 centavos; el de papel color (de volantes, revistas, folletos) 5 centavos; el de cartón, 25 centavos, y el de "blanco" (sobres, papel carta, hojas de cuadernos, y demás) es el que más cotiza, a 40 centavos el kilo. Lo venden a camionetas especialmente apostadas en la zona. "De lunes a viernes entre los tres sacamos unos 12 pesos. Hoy domingo está todo cerrado, sacaremos unos 5 ó 6 pesos".
Bachi vuelve al tema electoral: "Son todos iguales, yo no le creo a ninguno. La rubiecita gorda me gustaba porque me parece más honesta, pero no sé si sabe cómo ser presidente ¿me entendés?" Bachi quedó revolviendo bolsas, clasificando papeles para vender y esperando a Raúl y Mayra para volver a casa.
En el Hotel Intercontinental había más perfume, más luces y gente. Todos en el segundo subsuelo, alquilado por los seguidores de Kirchner, los que más o menos secretamente reconocían que les había vuelto el alma al cuerpo, después del susto que les hizo pasar López Murphy en los últimos días, cuando se consideró que ese economista, rodeado de todo el delarruísmo excepto Shakira, podía superar al santacruceño.
Daniel Scioli, apenas se apagaban los focos de la televisión, borraba la sonrisa impostada y recomponía su habitual gesto de fastidio. Karina Rabollini, en cambio, parece ser siempre la misma.
En el salón -perdón: bunker- duhaldista estaba justamente Eduardo Duhalde, pero no quien ocupa la presidencia argentina, sino el ex ideólogo del Peronismo de Base en los años 60 y 70, abogado, editor y juez. Los dos Eduardo Duhalde, tan opuestos alguna vez, se han mimetizado en el apoyo a Kirchner. También estaba Rafael Bielsa, verborrágico candidato a jefe de gobierno porteño de origen rosarino, y hermano del director técnico que los argentinos sufren en la Selección de fútbol. Estaba el ex dirigente comunista Eduardo Sigal, y el diputado Darío Alessandro, el economista Arnaldo Bocco y el ex juez Raúl Zaffaroni, todos del Frepaso (si es que tal cosa sigue existiendo).
Gustavo Béliz miraba hipnotizado, con una sonrisa satisfecha, al lente de una cámara (hay que suponer que en realidad él miraba a sus interlocutores en el estudio, y a la ciudadanía en general). Llegó también la diputada Nilda Garré y por los parlantes se escuchó a un locutor -perdón: periodista- exaltado: "¡Está muy sexy con ropa muy ajustada!" Como tal descripción no hace honor a la diputada Garré en ninguno de sus términos, hubo que confirmar que el parlante estaba conectado a un televisor por el que los kirchneristas (si tal cosa existe) observaban las escenas que acontecían en el hotel -bunker- de Menem, a donde había llegado Cecilia Bolocco, excitando al movilero.
Más tarde llegó la mismísima Chiche Duhalde, quien celebró el pasaje de la fórmula a la segunda vuelta sobre un cajón especialmente instalado para elevar su figura junto a Scioli que, iluminado por los flashes, sonreía.
Es importante recordar que el duhaldismo (el del presidente, no el del abogado) convocó a elecciones tras el asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kostecky, y la represión en el Puente Pueyrredón del 26 de junio del año pasado, cuando creyó que el país se le iba de las manos. Ayer crecía la impresión de que lograrán seguir instalados en los aledaños del poder mucho tiempo si Kirchner, como se supone, le gana a Menem la segunda vuelta.
Otra vez en la 9 de Julio, más vacía que nunca, se podía ir hasta el Hotel Presidente, donde estaban Carlos Menem y señora, y el candidato a vicepresidente Romero, que cuando se apagan las cámaras recompone su habitual gesto de fastidio. Allí ocurrió la otra excepción de la noche: hubo algo de música y ruido. Con trompetas y redoblantes, la agrupación Menem Matador entonó justamente el tema "Matador" que hizo sonreir a las 80 personas allí reunidas, que celebraron custodiadas por unos 120 policías y un número incierto de guardaespaldas y agentes de civil de aspecto disuasivo.
Dos hornallas gigantescas sobre una canasta desmesurada demostraban que el menemismo había pensado elevar allí un globo de gas. Los señores de la empresa Almagas explicaron que tal cosa ocurriría cuando llegara mucha gente a festejar, cortaran la 9 de Julio y entonces el globo podría elevarse sin riesgo de chocar contra los edificios. En realidad nadie fue a festejar -la propia idea de que eso ocurriera resultó un globo de gas- lo que de paso desmintió a los diarios que aseguraron que el menemismo había llenado la cancha de River el último jueves, afirmación que sólo puede significar mala fe o astigmatismo, según el lector prefiera.
De unos parlantes surgió la legendaria voz de Hugo del Carril cantando la marcha peronista que entonaron todos salvo unos asistentes cubiertos por la bandera "Patti Gobernador". Sobre el segundo piso del hotel se leía "3º presidencia en el 3º año del 3º milenio". Los guardaespaldas y custodios no dejaban pasar a nadie que no estuviese acreditado con anterioridad, lo que hizo que un sujeto rapado, de unos dos metros de estatura y ancho como el frente del hotel, recibiera de un menemista que quería pasar el siguiente comentario: "sos un recontrahijodeputa, la puta que te remil parió ¿somos desprolijos y no nos dejás pasar turro puto de mierda?" El señor rapado colocó sus dedos sobre el rostro de su interlocutor empujándolo inexorablemente tras las vallas, que se cerraron a todo otro intento.
El señor Abraham, de barba blanca, se reía:
-La ví a la Bolocco. Está buena. Pero me fijé, y no le vi la panza.
-¿Estará embarazada?
-Ah, no sé, pero tener un hijo a esa edad, la del Turco, debe ser lo más grande. Yo tengo 76 y me lo imagino.
-¿Por qué lo votó a Menem?
-No, yo lo voté a Kirchner.
-¿Y para qué vino?
-Ah, porque yo soy peronista, y en la segunda me parece que lo voy a votar a Menem.
-No entiendo, a mí me parece que usted lo que quiere es verle la panza a la Bolocco.
-(Mirando hacia arriba, donde seguían probando las hornallas de gas) Quién te dice, hijo mío.
Un grupo cada vez más reducido se quedó esperando la aparición de Menem y los suyos. Una señora pasó haciendo la V de la victoria, asomada por la ventanilla de un BMW que tocaba la bocina por la 9 de Julio desierta. Menem finalmente apareció, y le dedicó párrafos especiales a la policía, a las fuerzas del orden y a los ex combatientes de Malvinas. Tula y el grupo Menem Matador refrendaron cada frase, aplaudida por los seguidores de Patti, algunos de los guardaespaldas, y los representantes de Almagas.
La avenida terminó de vaciarse cuando terminó la última función en el cine Metro, donde 12 personas vieron la película mejor anunciada de la marquesina, con un título redundante: Lejos del paraíso