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Argentina: La lucha continϊa

8 de mayo de 2003

Carta a todas las organizaciones y a los militantes y activistas de Izquierda
Balance de las elecciones, la situación política coyuntural y el régimen y un balance crítico de la izquierda
Carlos Petroni

Periódico Frontlines - April 30, 2003


En los últimos tres días recibimos cientos de mensajes y cartas de militantes y activistas de izquierda argentinos haciéndonos conocer sus opiniones en relación a los resultados de las elecciones presidenciales, la situación política general, la del régimen político en particular y en general haciendo un balance del último año de luchas, la izquierda, y sus organizaciones.
Muchos de nuestros amigos de la izquierda en Argentina nos pidieron, a su vez, nuestra opinión sobre estos aspectos. Este extenso trabajo, más extenso del que desearíamos haber hecho, escrito apresuradamente, es un intento de contribución a ese debate de balance de la izquierda que se ha iniciado.


El porcentaje de votantes que no se presento a votar en las elecciones Presidenciales fue alrededor del 20%, mientras el 80% concurrió a las urnas para votar por 18 fórmulas presidenciales. Alrededor del 63% de los votantes lo hicieron por el candidato del gobierno, Nestor Kirchner y dos de sus oponentes de la derecha: López Murphy y Menem.
Si entendemos al régimen político como la suma de las instituciones que la clase dominante utiliza para controlar el poder del Estado y juzgamos su situación de crisis o estabilidad por el grado de aplicación de sus políticas sobre los trabajadores y el éxito o fracaso de sus iniciativas, esta elección muestra claramente un paso adelante en la tarea del gobierno de Duhalde de re-estabilizar el régimen político y salvaguardar lo que hasta ahora permanece como el principal sostén del mismo: el aún fragmentado Partido Peronista.
La izquierda Argentina, a pesar de la dedicación y coraje de muchos de sus militantes, y por la política de sus direcciones, ha logrado tornar una situación altamente favorable para las perspectivas anti-capitalistas en una en que la vanguardia de los desempleados, los trabajadores ocupados y los jóvenes se ha aislado del grueso del movimiento de masas y esto requiere un urgente balance y cambios drásticos en la estrategia y tácticas de los revolucionarios.
Los hechos no admiten excusas: el fracaso del voto "bronca"
Históricamente, en la Argentina es considerado normal que entre el 17% y el 22% de los votantes no concurran a las urnas. En las elecciones legislativas del 2001 la abstención trepó al 28%, un 8% por encima de estas últimas elecciones.
El alto porcentaje de abstención del 2001, sumado al porcentaje de votos en blanco / nulos e impugnados (21%) y los votos recibidos por los partidos de izquierda (IU, PO-MAS, AyL, PTS) superaron de conjunto el 50%. Fue un verdadero "urnazo" que, junto a la más activa huelga general anunciaban la crisis revolucionaria que se desató con las movilizaciones masivas del 19 y 20 de Diciembre.
Si los resultados electorales del 2001 fueron solo el anuncio distorsionado del derrumbe del régimen político y el gobierno de De La Rua que se aproximaban, los resultados de la última presidencial indican que la clase dominante ha logrado, aunque sea temporariamente, una reversión de esa curva de crisis mortal.
En las elecciones del 27 de Abril, los votos en blanco / nulos / impugnados fueron alrededor del 2.5% (dentro del porcentaje histórico normal).
Un alto número de organizaciones de izquierda (incluyendo el PTS, el PCR, Patria Libre y su frente de desempleados Barrios de Pie, Zamora y AyL, el MIJD de Raúl Castells, algunas asambleas barriales y grupos de intelectuales como Bayer) hicieron campaña por "no vote, vote en blanco o impugne el voto."
Todos ellos hablaron con la Prensa, publicaron artículos en sus periódicos y por lo menos en el caso del PTS, Patria Libre (Barrios de Pie) y el MIJD distribuyeron masivamente boletas de impugnación con consignas para depositar dentro de los sobres el día de la elección. El MIJD, por ejemplo, anunció que había distribuido un millón de boletas incluyendo al foto y la consigna de apoyo a un no-candidato, su dirigente Raúl Castells.
Organizaciones de derecha ligadas al "carapintada" Coronel Seineldin también repartieron boletas no oficializadas de protesta para impugnar el voto.
Al momento de escribir esta carta, unas 15,000 boletas distribuidas por todos aquellos que impulsaban la campaña de impugnación habían sido encontradas en los sobres de votación en todo el país.
Es verdad que no hay un gran entusiasmo y energía por ninguno de los candidatos y esto quedó más claro que nunca en los pobres festejos de la noche de los cómputos en los cuarteles generales de los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta, al "ballotage" del 18 de Mayo, Nestor Kirchner y Carlos Menem.
La pasividad, sin embargo, tiene dos caras. Una es esa falta de entusiasmo por los candidatos de punta, pero la otra es la expresión de cierto cansancio de amplias capas de la población por la indefinición de la inestabilidad del país del último año, de la simple protesta. Es muy peligroso para el análisis simplemente el desechar la importancia de los 12-Millones que votaron por los tres primeros candidatos de derecha analizando solo un lado de la falta de entusiasmo.
En el mismo sentido, las organizaciones que abogaron por el "boicot activo" no lograron movilizar grandes números en las calles para tal propuesta. El PTS y otras fuerzas solo pudieron poner en pie algunas pequeñas conferencias y reuniones. Barrios de Pie y el MIJD solo pudieron movilizar unos centenares de sus miembros para las protestas organizadas el día de la elección. Raúl Castells admitió esto al decirle a la prensa el 27 de Abril que "millones de personas votaron por los candidatos a los que nos oponíamos."
De hecho, todas las señales indicaban que este sería el caso. Existen razones políticas, de nivel de conciencia y de falsas políticas que se expresaron en el fracaso de la campaña del "voto bronca" (así como también por el bajo porcentaje de votos de la izquierda que presentó candidatos).
Es suficientemente negativo que dirigentes y organizaciones de izquierda no hayan visto esas señales inequívocas de antemano, pero negarlas después de los hechos contundentes de la masiva participación en las elecciones y los resultados de los candidatos de derecha es una irresponsabilidad que no sirve para nada ni a la izquierda, ni a la vanguardia luchadora, ni a las amplias masas de trabajadores, desempleados y jóvenes.
La polarización: expresión de la conciencia
Muchos votantes de la llamada "centro-izquierda," de la propia izquierda y un número elevado de las bases de todas las organizaciones piqueteras terminaron concurriendo a votar y lo hicieron mayoritariamente por la candidatura Peronista y del gobierno representada por Nestor Kirchner, supuestamente para detener el "avance" de los candidatos percibidos como más peligrosos y de derecha: López Murphy y Menem.
En la contienda entre Kirchner, Menem y López Murphy participaron 63% de todos los votantes. Esta es una expresión, aunque distorsionada, de la existencia de una enorme masa de trabajadores, desempleados, jubilados, clases medias y jóvenes que apostaron a una u otra variante no solo de gobierno, sino también de los que ofrecen la continuidad y reforzamiento del presente régimen político.
Alrededor del 28% de los votantes – u otros 5.5 millones – apoyaron dos variantes tímidas de reforma del régimen, las candidaturas de "centro-izquierda" de Alicia Carrió y la del "neo centro-izquierda Peronista" Adolfo Rodriguez Saa – en realidad un populismo de centro-derecha.
Estos 5.5 millones, en su mayoría de las clases medias empobrecidas, los "progresivos" de siempre y un sector de trabajadores sindicalizados empujan objetivamente no por el fin del régimen y el fracaso de la estrategia trazada por el Duhaldismo y el imperialismo, sino la reforma de los mismo a través de la proclamación de la necesidad de eliminar las "mafias" políticas y "humanizar" el capitalismo salvaje.
Si sumamos los votos de los tres candidatos de derecha principales, los de "centro-izquierda" y los de otras expresiones menores de variantes defensoras de la estabilización del régimen, tenemos una aplastante masa de alrededor de 18 millones de votantes que sostuvieron al régimen político existente como la única alternativa que ven frente a la crisis y de hecho aceptaron la estrategia de salvación del mismo trazada por el Duhaldismo.
Fragmentado, contradictorio, con sectores que lo hacen a desgana y aún a regañadientes, otros a los que hay que tirar de las riendas para mantenerlos dentro del brocal … todo lo que se quiera como mediación del fenómeno y su debilidad estructural.
Pero hacer como hacen algunos dirigentes de izquierda dos días después de las elecciones que se encogen de hombros, afirman que "aquí no ha pasado nada" y que la culpa es del vecino que no lo apoyó es delirante y nada tiene que ver con el Marxismo o simplemente con la seriedad política.
El alto porcentaje de participación electoral, el posicionamiento de Kirchner y Menem para la segunda vuelta, la alta votación por López Murphy, la consolidación del voto "centro-izquierdista" y el desplome electoral de la izquierda son sin duda alguna, victorias del gobierno de Duhalde en su tarea fundamental de estabilizar el régimen político.
Todo análisis para las tareas futuras de la izquierda debe comenzar por el reconocimiento de este nuevo obstáculo.
Otra clave para analizar la situación: el "centro-izquierda"
Esto queda más en evidencia si se analiza más en detalle el voto pro-régimen del llamado "centro-izquierda."
Alicia Carrió capitalizó – junto con López Murphy y en mucha menor medida Rodriguez Saa – el derrumbe de la UCR, uno de los dos pilares fundamentales – junto al Peronismo – de sostén del régimen político.
Millones de votantes y activistas radicales desertaron en masa de la UCR que obtuvo solo el 2% de los votos, castigando a este partido por su responsabilidad en el colapso de la economía argentina.
Pero estos millones de votantes radicales no giraron a la izquierda en estas elecciones. Simplementemte escindieron el frente natural en el que se basaba este viejo partido, con la derecha marchando en masa tras el neo-liberal Murphy y los "progresistas" siguiendo a Carrió y en menor medida a Saa.
Los resultados de Carrió en Santa Fé, donde salió primera, y en otros bastiones del recientemente unificado Partido Socialista – que se escindió de la coalición de la "iluminada" meses atrás – es también ilustrativo de que el "centro-izquierda" de la Carrió se impuso sobre los sectores más "progresistas" de la derecha social-demócrata, arrebatándoles gran parte de su base electoral. El PS obtuvo alrededor del 1.5% a nivel nacional.
Recuérdese que el PS se separó de la ARI de Carrió por el "personalismo y autoritarismo" de la candidata, pero también por la oposición publica de Carrió a demandas como el derecho al aborto de las mujeres, derechos laborales y otras reformas favorecidas por los social-demócratas. Es claro entonces que Carrió ni siquiera representa el sector de "izquierda" del centro-izquierda, sino una aventura de centro-derecha, teñida de un mensaje puritano en cuestiones sociales y en su proclamado moralismo "anti-corrupción."
Admitamos, sin embargo, que muchos de sus votantes la percibieron como de centro-izquierda, incluyendo muchos que podrían haber apoyado a la izquierda auténtica si esta hubiese tenido una política menos sectaria y más coherente.
Al mismo tiempo, tanto Carrió como Saá sufrieron de una hemorragia de votantes significativa que migraron hacia Kirchner como la opción más potable, en el corazón del régimen político, para "detener" a López Murphy y Menem.
Rodriguez Saa se presentó como "centro-izquierdista" Peronista con rasgos populistas. Pero la realidad de su programa, trayectoria política, ubicación social lo ubica no solo en la centro-derecha sino firmemente en el campo de defensa del régimen político.
Más aún, como Carrió, es la personalización del régimen político argentino, y quienes lo votaron, en su gran mayoría, no solo conocían las virtudes del candidato sino que veían en ellas una de las salidas pro-régimen de la crisis.
Adolfo Rodriguez Saa y su hermano Alberto son los tradicionales dictadorzuelos y "señores feudales" de la política de San Luis. Tanto así que en estas elecciones presidenciales se excedieron en el fraude, los métodos de intimidación y coima para que Adolfo obtuviera en su provincia cerca del 85% de los votos. Un porcentaje que ni aún sus partidarios más informados se creen.
Sólo Menem logró una "victoria" similar en su feudo de La Rioja.
Colaboradores de la dictadura militar, adoradores del primer Menem y casi del segundo, los Rodriguez Saa gobiernan San Luis abriendo sus fronteras a las multinacionales y la globalización ofreciéndoles recortes en los impuestos y mano de obra barata y sumisa.
En el camino, se enriquecen con coimas y negociados. Mandan a la policía provincial a silenciar opositores, se apoderan de la prensa de todos los matices para controlar el flujo de información y al mejor estilo Menemista usan al Estado para solventar la vida fastuosa de los gobernantes. El estado es también la fuente de trabajos para los leales y el arma de castigo para los disidentes.
Políticamente, Saá pone en la misma bolsa con sus partidarios a los seguidores del "carapintada" de derecha Aldo Rico – su candidato a gobernador por la Provincia de Buenos Aires – al radical de centro-derecha Posse (su candidato a vice-presidente) y al sector de la burocracia sindical del ala Moyano que se ha negado a mover un dedo – al igual que la CGT de Daer – contra el gobierno de Duhalde o el régimen político en ruinas.
No podría haber, desde la esencia al discurso, mejor expresión del régimen político actual y no precisamente en una versión aggiornada.
ΏLa tendencia es a la continuidad de la muerte del régimen o a su sobrevivencia?
Contrariamente a lo que analizan algunos dirigentes de izquierda que con el 2% obtenido por la UCR desaparece el bipartidismo que sostuvo al régimen desde la caída de la dictadura militar y que estas elecciones profundizan la crisis de los de arriba, la realidad parece desmentir este razonamiento totalmente formal, en el mejor de los casos unilateral.
Parecen afirmar estos analistas que lo que estaba muerto, continúa muriéndose, como si tal cosa fuera posible en la ciencia médica o la política. El cuerpo no estaba muerto sino en una agonía mortal.
De una situación de crisis casi total del régimen político, incluida las Cortes de Justicia, las Fuerzas Armadas, las fuerzas policiales y fundamentalmente los dos partidos mayoritarios, Peronista y Radical, vemos una dinámica que comienza a moverse en sentido contrario.
En su agonía mortal, el régimen movilizó, como lo haría cualquier cuerpo enfermo, todos sus anticuerpos y defensas para sobrevivir.
No sólo logra Duhalde fortalecer las instituciones policiales y postergar la crisis final de la Corte de Justicia, con la que de hecho llega a una tregua, sino que reagrupa en cierta medida una mayoría dentro del Partido Justicialista que contiene, al menos por ahora, sus propias fuerzas, las tendencias de Menem y Saa, las dirigencias de las dos CGT y la mayoría de los diputados y senadores en el Congreso.
Por supuesto es un Peronismo aún dividido, fragmentado quizá, pero que ha acordado en su conjunto un sostén del régimen. Ese frente único, cruzado por acusaciones y ataques, pero frente único al fin, tiene posibilidades de consolidarse bajo una nueva Presidencia Peronista de Kirchner. Menem es una figura carismática pero muy odiada fuera de su base de apoyo y que se haya al final de su carrera política y su vida fisiológica.
Contrariamente al análisis de los periodistas de Clarín, que toman los izquierdistas como base de sus propios análisis, la caída del 8% en los valores de la bolsa que siguió a los resultados de la primera vuelta, no se debió al descontento de los sectores financieros por el fracaso de Menem de ganar la presidencia en la primera vuelta sino por el fracaso de Kirchmer por ganar la primera vuelta.
Se equivocan quienes dudan que el Duhaldismo sea hoy día la opción favorita de Washington. Por extensión de ese apoyo al Duhaldismo, Kirchner es el candidato favorito de Bush, no Menem.
Esto es así porque Washington hace responsable a Menem por las privatizaciones que fueron a parar a manos de los europeos y porque el capital financiero sabe que la política liquidacionista de Menem les fue de utilidad mientras duró la grasa de la venta de las privatizaciones, pero un "shock" Menemista de la economía en crisis solo produciría el estallido de la revolución social.
La UCR, luego de la caída de Fernando De La Rua estaba herida de muerte y sufrió una pulmonía que la postró por segunda vez en menos de un año con el escándalo de una interna plagada de fraude, mentiras, maniobras y acusaciones mutuas de los pre-candidatos.
El surgimiento y consolidación fundamentalmente de los agrupamientos alrededor de López Murphy y Carrió le ofreció al régimen o un reemplazo permanente o al menos una estación donde esperar que el tren radical logre funcionar nuevamente. Carrió y López Murphy son la muleta del régimen mientras dure la convalecencia de la UCR o su reemplazo en caso de muerte política.
Por supuesto el destino político de López Murphy y Carrió son impredecibles aún ya que se basan en la personalidad de los candidatos (la candidatura de López Murphy mucho nos recuerda la del Capitán Manrique) más que en estructuras de activistas con inserción en la sociedad – como si lo era la UCR – pero como reemplazo temporario para sostén del régimen vienen cumpliendo su función.
Los anuncios pre-electorales del giro a la derecha de la situación
"Las elecciones no entrañan un desenlace a la crisis, son solo un episodio dentro del proceso de bancarrota capitalista y rebelión popular." – Christian Rath, Partido Obrero, Comunicado de Prensa, 29 de Abril, 2003
"Pero sería caer en un grueso error si se pretendiera traducir el giro político a la derecha que muestra el mapa de votación en una expresión general del agotamiento de las energías de diciembre, de su derrota, y si se pretendiera que esta aritmética electoral exprese fielmente la relación de fuerzas sociales y la conciencia política de amplias masas populares." – Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS), declaración sobre las elecciones, 29 de Abril de 2003
Estas declaraciones post-electorales escuetas publicadas por estos dos partidos de izquierda (la de PO dedicada a la marcha del 1ro. de Mayo solo dedica dos parrafitos al terremoto electoral de la burguesía) son un ejemplo de negación de la realidad de la izquierda y un método micro climático de análisis.
Por supuesto que coincidimos con Christian Rath que "estas elecciones son solo un episodio" en el proceso de lucha de clases. Pero una generalidad como esta no puede sugerir que los Marxistas ignoren los episodios centrales de la lucha de clases que marcan las perspectivas para todo un periodo.
Con el mismo criterio de Rath y PO podríamos referirnos a otros "episodios" significativos de la lucha de clases como insurrecciones, grandes huelgas o un golpe de estado y también, bien que le pese a Rath, otras elecciones que han tenido un rol fundamental en los cambios de situaciones y han marcado la situación política por un lapso de tiempo.
Pero ya conocemos el método de PO que magnifica hechos que son favorables a sus preconcebidas nociones sobre la realidad, sobretodo si cuentan con la presencia de sus militantes, elevando esos "episodios" al nivel de "victorias históricas" y minimizando otros "episodios" que demostrarían cuanto la realidad se opone a los análisis impresionistas de Jorge Altamira.
Este método tiene mucho que ver con la alquimia política y poco con el Marxismo.
Es cierto que la declaración del PTS contiene algunas calificaciones a su optimismo, como para cubrirse en caso de otros "inesperados" contratiempos – como la utilización en la cita arriba citada de los términos "expresión >general del agotamiento de las energías" o que los resultados electorales "expresen fielmente la relación de fuerzas" pero como la del PO y otros grupos de izquierda considera el voluntarismo revolucionario un buen substituto de la acción de masas, el desarrollo de la conciencia y el análisis Marxista.
Ciertamente, los resultados son una expresión de cierto agotamiento de las energías de las masas y expresan distorsionadamente la relación de fuerzas y son sólo un reflejo esquemático y circunstancial del nivel de conciencia.
Parece inútil tratar de explicarle a estos "marxistas" que lo decisivo en los análisis de coyuntura son los grises, los medios tonos o aquellos no claramente delimitados, las figuras difusas …porque la esencia de toda situación política donde el poder no esta en juego, esta determinado por el peso de las mediaciones y la superficie en el conjunto del dibujo que estas ocupan, no los contrapuntos, los blancos o negros, los análisis históricos o el análisis de las curvas históricas…
Disolver lo particular y coyuntural en el análisis histórico general es el método de las sectas, así como elevar la situación política en las coyunturas desfavorables inmediatas al plano histórico ha sido el método predilecto de los reformistas.
Que las elecciones reflejan distorsionada y retrasadamente el estadio de la conciencia de las amplias masas y la relación de fuerzas, de la misma forma que un cuadro fotográfico aislado es una expresión distorsionada de una película, la fotografía social de una elección – particularmente en momentos de crisis como la Argentina – sirven como un retrato esquemático de la situación política de hoy y, más importante aún, de las condiciones y eventos anteriores de la lucha de clases que dieron como resultado el momento fotográfico.
Los Marxistas también se preocupan en analizar los signos que sirvan para caracterizar la situación política presente, de la coyuntura – conjuntamente con las condiciones del pasado que la hacen posible - para poder adelantar el curso de la lucha de clases en el futuro inmediato.
No por una obsesión por las adivinanzas sino para preparar las fuerzas propias y las del movimiento de masas en su conjunto con la mejor estrategia y las mejores tácticas para enfrentar al gobierno, al régimen y al sistema de la clase dominante.
Y nadie puede decir que en la Argentina, la situación sorpresivamente giró relativamente hacia la derecha el día de las elecciones, ni que se debió simplemente a una campaña mediática que engañó a la mayoría de la población en las dos semanas antes del voto.
Ni fueron los resultados electorales un accidente insignificante el que puede hacerse a un lado sin mayores consideraciones ya que no reflejan una realidad pre-concebida de algunos dirigentes de izquierda.
Esas pueden ser explicaciones, como dicen los norteamericanos, de "spinning" (poner de cabeza la realidad para ajustarla a las posiciones apriorísticas propias), la profesión favorita de los asalariados de los candidatos burgueses norteamericanos que se ocupan de justificar cualquier resultado interpretándolo a favor de sus patrones, pero no tiene nada de Marxista, ni sirve para nada a los activistas ni al movimiento de masas.
El avestruz esconde la cabeza bajo tierra cuando se haya en peligro, en la esperanza que, al no ver a su enemigo, este en realidad no exista.
Es sabido que esas circunstancias son las mejores para cazar un avestruz.
Desde la elección de Eduardo Duhalde, el Partido Peronista, como sostén básico del régimen político burgués, pudo asegurar un alto a las caídas presidenciales crónicas. Contra muchas predicciones, Duhalde logró sostenerse, comandar una mayoría colaboradora tanto en el partido como en el Congreso, conteniendo en el corral tanto a Menem como a Saa, a Daer y Moyano, Kirchmer y los doce señores feudales del Peronismo Provincial.
Duhalde gobierna entonces sin tener que cuidarse las espaldas demasiado, con una mayoría en el partido que en general le responde, centrales sindicales que no arman ni una sola huelga general y le dan una tregua que no conocieron otros gobiernos y un Congreso que no le pone trabas insalvables.
Con la casi desaparición de la otra pata que sostenía el régimen desde 1982, la UCR, todos los sectores del Peronismo se agrupan – a pesar de sus diferencias insalvables – alrededor del régimen sino del gobierno. Pero el centro-izquierdismo y la derecha López Murphista canalizan el apoyo anterior a la UCR.
Termina con la dolarización, ganándose a una parte substancial de la clase dominante y favoreciendo al capital financiero extranjero y nacional. De hecho, logra que la mayoría de los pequeños ahorristas de la clase media acepten a regañadientes la pérdida de entre el 30% y 50% de sus depósitos a cambio del levantamiento del corralito. Al mismo tiempo, muchos en la clase media opinan que Duhalde no estuvo todo lo mal que podría haber estado con sus intereses. ΏComo no podrían resignarse si la otra opción que se les ofrecía era perderlo todo y la izquierda se mantuvo muda en la práctica.? Estas medidas logran apoyo en las Embajadas y desmoviliza a capas de la clase media.
Duhalde logra pasar un acuerdo con el FMI para demorar las explosiones en cadena que se avecinaban en las áreas de la crisis financiera y la deuda externa aunque, como escribió algún periodista, le dejó al próximo gobierno el petardo encendido debajo de la mesa.
Es obvio que, detrás de los acuerdos para demorar la crisis que Duhalde logra con el FMI, el Banco Mundial y otras fuentes de créditos, se expresa una política de acuerdo entre el imperialismo y Duhalde para salvar el régimen político, amenazado de muerte desde la caída del gobierno de De La Rua.
Estos acuerdos con el imperialismo incluyen la presencia militar de EEUU, y de su DEA y FBI en las tres fronteras con poca o nada de oposición de una izquierda muy ocupada en las luchas defensivas económicas.
Duhalde logra también un acuerdo con el Banco Mundial para extender el programa de subsidios a los desempleados y a pesar que no logra aún recuperar para la administración del estado y el aparato Peronista la totalidad de los más de 2-Millones de planes (las organizaciones piqueteras de izquierda, con problemas, conservan aún unos 150,000 planes) sigue en sus manos el control de la gran mayoría de los mismos.
Esto lo combina con una campaña de desgaste de la izquierda que se ve obligada a luchar por conservar los planes que administra que de hecho le impide avanzar en otras áreas.
Duhalde, a través de la devaluación, el final de la dolarización y la inflación redujo los subsidios de desempleo de U$S 150 por mes a U$S 50. Logra un acuerdo con organizaciones piqueteras como la CCC del PCR y la FTV de la CTA que de hecho divide y congela la lucha por la actualización de los subsidios.
Duhalde logra dar algunos pasos en institucionalizar la transformación de los subsidios de desempleo a través de propuestas de integrarlos a planes de empleo barato al servicio de grandes compañías, en una forma similar a la que implementó Pinochet después del golpe del 73 en Chile.
A través de los contactos y entrevistas internacionales con Lula, de Brasil, Venezuela y el propio Estados Unidos y las Naciones Unidas y otras iniciativas, Duhalde logra construir una imagen de "moderado progresista", sin comprometerse seriamente a nada, que le ayuda a implementar su política doméstica. Solo basta leer los telegramas de felicitación de Lula y la Embajada norteamericana por el "triunfo de la democracia" en las elecciones del 27 de Abril.
Duhalde aprieta y afloja en los métodos represivos, ataca selectivamente a la vanguardia de las fábricas tomadas, a los piqueteros – a veces asesinando, otras lanzando campañas sicológicas anunciando violencia para aislar a los sectores más combativos mientras por el otro lado moderniza, arma y aumenta los efectivos de la PFA, las provinciales, la gendarmería. Con unas Fuerzas Armadas todavía muy desprestigiadas y odiadas por la población, Duhalde está construyendo una alternativa para que el régimen burgués y el próximo gobierno estén en mejores condiciones para defenderse de las masas.
Todas estas medidas transforman las luchas ofensivas abiertas por la huelga general del 2001, el "urnazo" de Octubre del mismo año y las movilizaciones que derrocaron a De La Rua y varios presidentes de luchas ofensivas de las masas a luchas defensivas de las mismas.
Cuando Duhalde anunció recién en Agosto pasado el llamado de elecciones solo para Presidente y Vice lo hizo en el ritmo y con las limitaciones, con cronograma y metodología que no solo controlaba, sino que cambió a su antojo para acomodarlos a las necesidades de su fracción en el Partido Peronista. Solo encontró una resistencia muy limitada a su estrategia de convertir a las elecciones presidenciales en una simple interna Peronista.
Hay otros elementos que jugaron en forma decisiva para moldear la conciencia y la actitud de capas importantísimas del movimiento de masas. Entre ellas, algunas no directamente producidas en Argentina.
El triunfo militar decisivo del imperialismo yanqui en la guerra contra Irak, seguida por la ocupación tuvieron un impacto brutal sobre la conciencia del movimiento de masas mundial, incluyendo a muchos luchadores y trabajadores en la Argentina.
Tanto el PTS como el PO ya han dicho que consideran ese sentimiento antiguerra y las movilizaciones antiguerra que se produjeron antes de la victoria militar yanqui como expresiones actuales de la conciencia del movimiento de masas, después de la victoria militar de los EEUU y como si esta no hubiese producido ningún efecto.
Al odio profundo que produjo en el mundo entero el asesinato de miles de civiles iraquíes y la invasión armada Anglo-norteamericana le sucedió una oleada de sorpresa e impotencia frente a la brutalidad y la impunidad con que fue llevada a cabo.
En Argentina, donde el 85% de la población se oponía a la guerra y a las acciones del imperialismo, la victoria de este en la primera fase de la guerra fue como un baldazo de agua fría echado sobre las masas de nuestro país – y su conciencia - dos semanas antes de las elecciones.
La impotencia y el temor, aunque sean temporarios, en las cuestiones nacionales como en las internacionales empujan al retroceso a la conciencia, aunque sea en forma temporal.
ΏNo habría que asumir que las movilizaciones electorales muy modestas de la izquierda que presentó candidatos (PO-IU) – mentirillas y exageraciones al margen -- y de las todavía mas modestas de los que hacían campaña por el no voto, voto impugnado o voto en blanco eran un indicativos del giro de la situación política en general y de la situación de la izquierda en particular?
Seguramente, como dice el PO, todos estos elementos podrían ser considerados como "episodios" sin mucha importancia o como dice el PTS, no son "una expresión general del agotamiento de las energías de diciembre" pero puestos de conjunto en el análisis representan un cambio importante en la situación, cuyo efecto se reflejó en los resultados electorales del 27 de Abril.
La izquierda insiste, sin embargo, en destacar la movilización de 25,000 en solidaridad con los trabajadores de Brukman y contra la represión sufrida en el primer día del desalojo policial de la fábrica como un ejemplo que la movilización de masas continúa imparable.
ΏPero no fue esta manifestación magnífica menos de la mitad de los que se movilizaron por los asesinatos de los piqueteros seis meses antes?
ΏY porqué en ningún lado la izquierda presenta en su análisis de situación la creciente movilización de partidarios de Menem – que juntó más de 100,000 personas en sus actos de campaña – Kirchmer y Saa que también nuclearon decenas de miles en actos diversos cuando ninguno de ellos podía reunir a su familia un año atrás, ni siquiera caminar por las calles sin ser escrachados?
Estamos seguros que cuando dentro de un par de días, el 1ro de Mayo, la izquierda y los piqueteros movilicen un par de decenas de miles de compañeros oiremos nuevamente la campana voluntarista y substitucionista que ignora la realidad del movimiento de las más amplias masas y se concentra sólo en la vanguardia, con lo que los dirigentes de izquierda solo lograrán separar aún más a esta del conjunto de la clase obrera y los sectores bajos de la clase media.
Por supuesto, tampoco escucharemos que este acto del 1ro de Mayo, o los que realizan los distintos partidos de izquierda son, en cifras, una fracción de los que organizaba el MAS en la década de los 80s, un partido que terminó desintegrándose por cometer los mismos errores de análisis y práctica que hoy parecen infestar al conjunto de la izquierda, aún aquellos que, en aquél entonces, criticaban al MAS ácidamente.
Entonces, es cierto que la campaña mediática dirigió los últimos aspectos de la polarización. Pero esta se asentaba, fundamentalmente, en la base material de los efectos de la reacción Duhaldista-imperialista que lograron poner al movimiento de masas a la defensiva y al cansancio relativo del mismo ante la ausencia de alternativas claras y estrategias y tácticas adecuadas por parte de una izquierda atomizada y sectaria, incapaz de producir un análisis coherente de la situación política.
Fueron estos errores de análisis y práctica de la izquierda los que no ayudaron a sectores del movimiento de masas más amplios a romper con las ilusiones de que la crisis puede resolverse, aunque sea parcialmente, dentro de los límites del régimen existente y tal vez "humanizando" un poco la explotación capitalista.
La polarización electoral en las presidenciales, la relativa recuperación del régimen político y la dirección del voto de 18 millones de trabajadores, jóvenes, desempleados y de la clase media es una expresión de la conciencia actual de los trabajadores y el pueblo que se moldea por las experiencias cotidianas, las luchas y reacciones, los triunfos y traiciones.
Y aunque sea una expresión distorsionada y retrasada, es sin embargo, junto a los otros hechos mencionados más arriba, un aspecto fundamental del análisis y el balance, y fundamentalmente de la realidad.
El hecho que millones hayan votado por "un mal menor" es una explicación de la mecánica de la conciencia en términos electorales, pero no puede utilizarse como explicación de las causas que determinan la conciencia que determina esa mecánica. Más aún, en las semanas que restan para la segunda vuelta entre Kirchmer y Menem veremos mucho más de lo mismo reflejado en una presión por avanzar un paso más en el retroceso de la conciencia, aceptando el parámetro que votar por Kirchmer es el mal menor.
La conciencia actual de la mayoría del movimiento de masas da para eso, un voto de apoyo al régimen o al ala que pretende reformar el régimen. Y esa conciencia la determina la experiencia del último año del movimiento de masas con la lucha de clases y los partidos políticos.
La izquierda debe parar de hacer racionalizaciones de los fracasos, el "spinning" de retrocesos que se explican como "triunfos" o al menos como accidentes sin importancia, tropezones que cualquiera da en la vida.
Metida en el "microclima" de sus militantes y un sector de vanguardia, los dirigentes de izquierda no advirtieron que se alejaban de la realidad del resto del movimiento obrero y de masas, encerrándose en una burbuja que las elecciones hicieron estallar.
La lucha de clases, la construcción de un partido de izquierda con peso de masas, la revolución son tareas fundamentales que no pueden quedar en manos de organizaciones y dirigentes que no ven más allá de sus narices y, cuando lo hacen, niegan lo que ven.
Perspectivas para la segunda vuelta del 18 de Mayo
La mayoría de los votantes de todas las variantes del "centro-izquierda" seguramente gravitarán hacia la candidatura de Nestor Kirchmer para la segunda vuelta, independientemente de la decisión individual de Alicia Carrió (quién ya ha indicado su apoyo por Kirchmer) o la de Rodriguez Saa (que ha anunciado que todavía no ha decidido a quién apoyar en la segunda vuelta.)
Y esto será así aunque algunos partidarios de Saá, como tal vez sea el caso de Aldo Rico, decida volver al redil Menemista.
El peligro de una nueva administración de Menem también ejercerá presión sobre el electorado de izquierda y sobre un sector significativo del electorado de Murphy – sobretodo aquellos que votaron por este mucho más como un rechazo a los partidos tradicionales que por una confianza en sus propuestas neo-liberales.
A menos que el gobierno de Duhalde entre en una espiral crítica o que su candidato cometa errores catastróficos en las próximas tres semanas, el Duhaldismo y su política se continuará en la próxima administración de la Rosada.
Con una cómoda mayoría inicial en el Congreso, el apoyo al menos momentáneo del imperialismo y una oposición débil, el Duhaldismo tratará de continuar su política central de consolidación de sus avances sobre el movimiento de masas y de consolidación del régimen.
Incluso una casi imposible victoria de Menem estaría signada y mediada por el poder ya desarrollado por el Duhaldismo en el partido y el Congreso – y un odio grandísimo entre todos aquellos que votarían en su contra que va mas allá de la oposición política y cobra casi las características de fenómeno social patológico – y en esas condiciones Menem se vería amenazado por un derrocamiento mucho más rápido que De La Rua – lo que no quieren ni el imperialismo ni los restos de la burguesía argentina ni los capitales financieros.
El colapso electoral de la izquierda
No hablamos aquí sólo de la izquierda que presentó candidatos (IU-PO) sino también de aquélla que participó activamente de las elecciones llamando al no voto, voto en blanco o impugnado de la que ya describimos la extensión de su fracaso más arriba.
Y en primer lugar debemos listar una falso análisis que comparten ambos sectores o bloques de la izquierda.
En Diciembre 19-20 hubo una crisis revolucionaria, cayeron varios presidentes por la movilización de masas, colapsó la economía, pero nunca se instaló una situación revolucionaria por la ausencia de un partido de izquierda con base de masas, de sindicatos revolucionarios o al menos organizaciones obreras ad-hoc y el desarrollo solo embrionario de otras formas de expresión democrática de las masas.
Fundamentalmente porque el nivel de conciencia de los trabajadores, la juventud y los desempleados – y particularmente las capas bajas de la clase media que jugaron un rol central en la crisis de Diciembre del 2001 – se hallaba en un estadio democrático, de bronca generalizada con el gobierno y el régimen pero no conscientemente en oposición al sistema capitalista ni al régimen burgués, lo que se instaló en el país fue una situación pre-revolucionaria.
La izquierda no solo fracasó en sus intentos de establecer una puente entre esa conciencia democrática para ayudar al movimiento de masas a agotarla y reemplazarla por una conciencia socialista, de derrocamiento no solo del gobierno, sino también del régimen y el sistema.
Más aún , la política de la izquierda en general ayudó al mantenimiento de la conciencia en el marco democrático y a la alienación con los grupos revolucionarios de vastos sectores que se movilizaban en las calles.
Esto no podía sino reflejarse en la fotografía distorsionada de la realidad del 27 de Abril.
En las elecciones legislativas de Octubre del 2001, Izquierda Unida (MST y PC), la alianza PO-MAS, el PTS y AyL lograron alrededor de 800,000 votos o el 8% de los votos emitidos que, como ya hemos visto se vieron aumentados notablemente por la abstención y el "voto bronca" que agregó otro 22% (descontados los porcentajes históricos de estas categorías que sería aproximadamente el 20% de cada elección "normal".)
Esto le otorgó un mínimo de caudal de apoyo, consciente e inconsciente, a las fuerzas de izquierda en general de un 30%. Suficiente para pre-anunciar, junto a la huelga general más activa que sucedió antes, las grandes movilizaciones de Diciembre.
En las presidenciales de este año, el bloque de hecho del PTS, AyL, PCR, Patria Libre (barrios de Pie), MIJD y una serie de organizaciones menores, el neo-anarquismo e intelectuales y hasta algunos grupúsculos de extrema derecha pueden, descontando los niveles históricos de los que hablamos, adjudicarse no más del 2-3%.
En tanto PO e IU obtuvieron de conjunto un 2.5% o alrededor de 500,000 votos (más o menos el mismo caudal de sólo la IU en el 2001) dando un total máximo para todas las fuerzas que podríamos considerar de izquierda (con candidaturas y sin ellas) del 5.5%. Un retroceso objetivo de alrededor del 80% en relación al 2001, un retroceso al nivel – tal vez incluso un poco menos – de 1999.
Izquierda Unida retrocedió aproximadamente en un 35% en relación a las legislativas del 2001, aunque logró doblar, con el 1.8% en estas presidenciales, el porcentaje de 0.8% de las presidenciales de 1999.
El PO perdió un 30% en relación con las legislativas del 2001 y regresó a casi el mismo lugar en el que estaba en las presidenciales de 1999 con su actual 0.8%
Entre la elección presidencial de 1999 y la de 2003, pero particularmente entre las legislativas del 2001 y las presidenciales del último 27 de Abril ha pasado mucho agua bajo el puente de la lucha de clases. ΏPor qué esa lucha de clases y el crecimiento objetivo de la influencia de la izquierda no se reflejó en las elecciones del 27 de Abril?
Cinco presidentes fueron nombrados en el último año, todas las organizaciones de izquierda crecieron notablemente y el nivel de agitación y movilización de masas y el odio hacia los partidos burgueses llegó a una extensión y profundidad no vista en la historia de nuestro país al menos por tres décadas.
El análisis y el debate debería comenzar en la izquierda, honestamente, acerca de las razones que les permitió crecer en la vanguardia pero aislar a esta y a la izquierda considerablemente de la masa de trabajadores y jóvenes, y la clase media pobre.
Esta verdadera crisis de la izquierda, que ningún partido se siente capaz de admitir, no se limita al terreno electoral.
La izquierda en general no ha avanzado casi nada en el terreno de los trabajadores sindicalizados; los números que influencian entre los desempleados se ha reciclado – con algunas organizaciones perdiendo lo que ganan otras – pero no se ha aumentado cualitativamente en los últimos meses.
Sólo dirigen, a partir de complicadas alianzas entre ellos, organismos antidemocráticos y aún a través de acuerdos tácitos o explícitos con partidos patronales un sector pequeño del estudiantado.
En las masivas asambleas barriales en las que intervinieron todas las organizaciones de izquierda con energía no solo no ganaron pie significativamente, sino que son vistos como uno de los responsables fundamentales de su destrucción.
En las fábricas ocupadas sostienen cierto apoyo, fundamentalmente porque son la espina dorsal de la solidaridad, pero este sector no ha crecido significativamente en los últimos meses y amplios sectores de estos trabajadores han optado por salidas y compromisos con el estado para poder sobrevivir productivamente y las que permanecen bajo la dirección de la izquierda son minoritarias, y los partidos de izquierda a su vez son minoritarios entre sus trabajadores.
El número de miembros activos, militantes, del conjunto de las organizaciones de izquierda ha crecido desde 1999, posiblemente duplicándose, pero la calidad de las nuevas camadas de militantes y su formación teórica-política es muchísimo peor y de conjunto no logran asimilar a jóvenes y trabajadores a sus estructuras de cuadros que permanecen cerrados a los recién llegados a la militancia.
Esto último debido principalmente a la preservación de estructuras sectarias, cerradas y elitistas dominadas por direcciones que provienen en su mayoría de la clase media y no están probadas en la lucha de clases.
Las razones de la crisis de la izquierda
La izquierda en general comprendió la nueva situación de movilizaciones abierta con la crisis del 19-20 de Diciembre, aunque no comprendieran teóricamente los problemas y mediaciones que mantuvieron, después de una breve crisis revolucionaria, una situación pre-revolucionaria.
Debido a esta incomprensión teórica y a vicios organizativo-culturales heredados de épocas anteriores la izquierda equivocó las formas organizativas y el programa para la nueva situación.
En general la izquierda hizo a un lado displicentemente tanto la conciencia democrática de las masas movilizadas como la utilidad de las consignas democráticas para ayudar al movimiento de masas a superar esa conciencia democrática a favor de una conciencia revolucionaria, socialista.
La compresión de la dialéctica no ha sido nunca un fuerte de la izquierda Argentina, educada más en el racionalismo y empiricismo que en el materialismo dialéctico. Los elementos de esta crisis teórica aunque no es exclusiva de la izquierda Argentina, se halla agudizada en gran parte por su extremado aislamiento a escala mundial.
Ninguna de las organizaciones de izquierda que juegan un rol importante en la lucha de clases actuales pertenece a corrientes internacionales significativas ni se interesan en debatir e intercambiar opiniones con el movimiento revolucionario mundial. A lo sumo, organizaciones como el PO, MST, MAS, PTS, PCR y hasta el propio PC están ligados a pequeños grupos sin inserción en la clase obrera en ningún sitio del planeta y en general son los partidos dominantes de esas corrientes, imponiéndoles sus puntos de vista sin discusión (exceptuando al PC y el PCR en este último sentido que asisten a congreso internacionales formales pero generalmente ignoran cualquier opinión que no sea la propia).
Cuando millones se movilizaban contra De La Rua y provocaron su caída, la izquierda se negó terminantemente a tomar esa iniciativa de masas y extenderla a un llamado por elecciones generales inmediatas para todos los puestos electivos del país, la extensión lógica del "que se vayan todos," algo que la clase dirigente y sus partidos en ruinas no podían otorgar y que las masas se verían obligadas a arrancar con su movilización revolucionaria.
En su lugar, el PO, PTS, MAS y otras formaciones de izquierda proclamaron la inminencia de la revolución y se lanzaron al asalto de las asambleas barriales y el movimiento piquetero que vieron erróneamente como embriones de soviets, adoptando, sino explícitamente al menos en su práctica cotidiana, la postura de que cada uno de ellos era la dirección bolchevique de una nuevo Octubre, es decir del derrocamiento del sistema capitalista.
Lejos estaban de comprender que aún les faltaba llegar al Febrero Argentino, es decir la caída del régimen, no sólo del gobierno.
El delirio teórico tuvo su manifestaciones más altas en la definición de los desempleados como el "sujeto de la revolución" reemplazando a la clase obrera ocupada que hizo el dirigente máximo de PO, Jorge Altamira y en la caracterización de las asambleas barriales como "órganos de poder" del movimiento de masas y los trabajadores, cuando eran apenas grandes reuniones deliberativas, sin mandatos votados ni delegados, de sectores mayormente de clase media empobrecida y golpeada por la brutal crisis que hicieron una variedad de direcciones de izquierda.
Pero hay que ser justos, no todos entraron en el delirio ultra-izquierdista del primer momento, otros entraron de lleno en la trampa "institucional" que siguió a la caída de De La Rua, como el MST que propuso que el Congreso Peronista-Radical votara a dos de los tres diputados de izquierda como Presidente y Vice-Presidente para reemplazar a De La Rua (Luis Zamora y Patricia Walsh.)
El Partido Comunista Revolucionario por su lado, no tuvo mejor idea que proponer un gobierno provisional de civiles y militares. Por supuesto que el PCR, como el MST, como son sus prácticas habituales tiñeron sus posiciones reformistas de ofrecerle salidas al régimen descompuesto con fraseología izquierdista acerca del "Argentinazo" y la "situación revolucionaria." En el caso del PCR esto no es sino reflotar el apoyo que le dieron a López Rega e Isabelita en los 70s.
Lo que unía tanto a un sector como al otro de la izquierda, era su desprecio por el movimiento de masas tal cual existía y la negativa de elaborar un programa para ayudarlo a avanzar desde ese punto hacia la conciencia de la lucha por el poder. El mismo desprecio que muestran hoy día en relación al nivel de conciencia de las masas y los efectos de la reacción Duhaldista, calificándolas de tropiezos circunstanciales.
Toda la izquierda pareció luego coincidir en condenar el "electoralismo" de cualquier consigna democrática, de hecho negándose durante meses a apretar a los partidos en crisis del régimen y ofrecerle al movimiento de masas una consigna que concretara su odio a esos mismos partidos y sintetizara en la práctica el "que se vayan todos."
A ninguno de ellos se les ocurrió elaborar sobre la experiencia de toda revolución anterior y es que las consignas democráticas, en tiempos de crisis profundas de las clases dominantes y sus regimenes se convierten en consignas revolucionarias, de transición que ayudan al movimiento de masas comprender que las tareas democráticas por cumplir llevan inevitablemente a la conclusión que el sistema debe ser derrocado.
Lo fueron las consignas de "paz, pan y tierras" de la revolución Rusa; las de expulsión de los invasores japoneses y la reforma agraria en China; la del derrocamiento de la dictadura "Constitucional" de Batista, la reforma agraria y la educación y salud para todos en Cuba; la del derrocamiento de la dictadura Somozista en Nicaragua y la lista es interminable de estas y otras revoluciones – incluyendo algunas en la Argentina – que tuvieron la demanda de democracia política y elecciones también como grandes catalizadores.
Es de destacar que solo el Partido Comunista, perdida en el párrafo final de una declaración emitida tres meses después de las jornadas de Diciembre 19-20 menciona, en el medio de una serie de estimaciones confusas, la demanda de "Que se vayan todos, elecciones generales ya!"para luego abandonarla en la práctica y no hacerla eje de ninguna de sus campañas.
La cuestión de la ausencia de un programa revolucionario
Pero la izquierda en general también falló en desarrollar un programa articulado alrededor de la demanda incumplible para la burguesía de elecciones generales inmediatas para que se vayan todos.
Frente a la expropiación de los ahorros de la clase media baja, solo levantaron rutinariamente alguna demanda relacionada con la nacionalización de la banca y casi nunca se ligaba al control democrático de pequeños ahorristas y trabajadores bancarios.
Frente al hambre, la desnutrición y la mortalidad infantil la izquierda se limitó a repetir que el país producía suficientes alimentos pero nunca levantó la consigna de revolución agraria, expropiación de los latifundios y las grandes empresas alimenticias y su puesta bajo control de los trabajadores del campo y la ciudad y organizaciones de los desempleados para producir trabajos, asegurar viviendas y garantizar la educación pública para todos.
Frente a la succión de las economías provinciales por la capital y la clase dominante de las tres provincias más poderosas del país (Buenos Aires, Córdoba y Santa Fé) y de la Ciudad de Buenos Aires, la izquierda nunca levantó consignas de planificación nacional del conjunto de la economía y dejó la "defensa" de los intereses de las provincias en manos de los "señores feudales" de la política Argentina: los Menem, Saa, Sapag, Saadi, Juarez … que se limitan a administrar las migajas del poder central, vender sus provincias al mejor postor, insertarse como parte de las oligarquías agrícolas provinciales y establecer estados policiales y fraudulentos.
No es por casualidad que esta falta de programa de revolución agraria y defensa del federalismo desde una perspectiva socialista haya impedido a la izquierda penetrar seriamente en la mayoría de las provincias del país.
La esencia de clase media portuaria, elitista e intelectualizada al compás de una educación que imitó durante décadas el europeismo y que niega en la práctica la existencia de una oligarquía rural que, junto al imperialismo dominan gran parte de industrias básicas del país y un gran sector del capital financiero, queda entonces nuevamente en evidencia. De hecho, esta es una característica que la izquierda comparte con el centro-izquierda.
Frente a los magros y limitados subsidios para los desempleados, la izquierda correctamente luchó por arrancarle una porción de los planes a los aparatos políticos de la clase dominante y de vez en cuando hizo solo un poco más que simples declaraciones exigiendo "trabajo genuino" pero nunca articuló un plan de lucha por masivos planes de trabajo del estado, con niveles salariales y derechos de sindicalizados, pagados con los fondos de la deuda externa y un impuesto progresivo a todas las grandes corporaciones extranjeras y nacionales.
Con su política de simple exigencia de administrar los planes, la izquierda en realidad se fusionó en una metodología de captar una audiencia cautiva que depende de su distribución de los subsidios – al mejor estilo de los partidos y estado patronales – y en un círculo vicioso de negociaciones con el gobierno para proseguir administrando esos subsidios, dependiendo de su continuidad para seguir contando con seguidores.
Solo se aproximaron estas direcciones al programa obrero y revolucionario, utilizando alguna consigna democrática de cierta utilidad cuando el PO, PCR, PTS, MST, AyL y otros coincidieron en el llamado a una Asamblea Constituyente.
Pero el comportamiento en relación a esta consigna desnudó el método de clase media y sectario de todas estas direcciones a la vez que pre-anunció cuál sería la conducta de todas estas direcciones en relación a sus campañas electorales para el 27 de Abril.
Todos se embarcaron en una polémica pública que tenía más que ver con una discusión de teoremas que la articulación de una consigna dirigida al movimiento de masas. Se lanzaron unos contra otros con una saña digna de mejor objetivo proponiendo la forma de convocatoria por encima de la consigna misma.
El PCR proponía su sempiterno "gobierno provisional" electo por nadie que convocara la Constituyente; PO y el PTS que fueran los organismos cuasi soviéticos inexistentes quienes fueran los convocantes.
La esencia del debate desnudaba la competencia organizativa, no la necesidad de contar con una consigna movilizadota.
En el medio del debate se entremezclaban confusos llamados al poder – pero nunca incluyeron la discusión del programa que presentarían en una tal Constituyente - desfigurando el contenido democrático de una consigna por demás de limitada utilidad, volviéndola una abstracción inservible.
Tanto fue el barullo y confusión sembrada por la discusión de cómo y quién debería llamar a la Constituyente que la mayoría de los trabajadores y jóvenes del país no entendieron ni se interesaron por la propuesta de la Constituyente misma.
Los métodos de la arrogancia, los ultimatos, el fraccionalismo, y el burocratismo
La mayoría de las organizaciones de izquierda gastaron gran parte del año pasado lanzando ultimatos a las asambleas barriales para que se transformaran de inmediato en organizaciones e instituciones capaces de movilizar a la clase, ignorando la estructura, composición de clase, tipo de participación y estructura de funcionamiento de las mismas.
Las asambleas barriales eran más una cruza híbrida entre asociación de fomento y ámbito de deliberaciones de vecinos sin distinciones ni jerarquías que organismos representativos de clase o que tuvieran el más mínimo mecanismo o intención de hacer más que transmitir información y reclutar vecinos para que fueran a manifestaciones y escraches.
Aquellas asambleas que se volcaron a tareas más barriales, ocuparon edificios y organizaron actividades sociales diversas se volvieron mucho más como sociedades de fomento. Todas fueron disminuyendo en convocatoria e interés de participación a medida que el régimen daba algunos pasos hacia la estabilización y la izquierda era eficiente en volverlas asilos de dementes con discusiones esotéricas y como el caso muchas veces repetido de enfrentamientos verbales y físicos entre militantes de organizaciones de izquierda.
Esta metodología que la izquierda utilizaba con las asambleas no se diferencia en mucho de la que aplicaron en el movimiento piquetero o las fábricas ocupadas. Convirtieron a todas estas perspectivas promisorias, aunque limitadas, de organización popular en campos de batalla fraccionales para "ganar la dirección" y "hundir a los oponentes" en lugar de debatir como hacer avanzar el movimiento en su conjunto. La prioridad es la ventaja organizativa de unos sobre otros, aún cuando eso se logra a expensas del movimiento en su conjunto.
La existencia de una docena de organizaciones piqueteras, la mayoría de las cuales con frentes de trabajo de una u otras organización de izquierda, al mismo tiempo que significaron un enorme progreso en el trabajo de casi todas ellas entre los desocupados fueron utilizadas también como frentes de ofensiva contra otros grupos de izquierda y no tratadas como genuinas organizaciones de masas. En casi todos los casos, estas organizaciones no han generado direcciones propias sino que las partidarias se desdoblan para dirigirlas también.
De hecho, a pesar de que todas las organizaciones de piqueteros funcionan con los mismos métodos (manifestaciones periódicas para exigir planes, negociaciones con el gobierno, asambleas barriales, etc.) y tienen los mismos objetivos cuasi-sindicales, no se ha logrado que los dirigentes nos respondan con claridad y convicción de porqué no existe una federación única, de masas, con estructuras de democracia obrera de todas las organizaciones piqueteros.
El método se repite cuando vemos el funcionamiento de las coordinadoras de fábricas ocupadas o las llamadas "Asambleas de trabajadores ocupados y desocupados" de las cuales hay varias dirigidas por organizaciones de izquierda y otras que no lo son.
Desde las jornadas del 19-20 de Diciembre se han reproducido las acciones de unidad de acción entre las organizaciones de izquierda, las piqueteras, las fábricas ocupadas y esto es altamente positivo.
Generalmente estas unidades de acción son manifestaciones y acciones comunes convocadas de conjunto sobre cuestiones puntuales: conmemoración y repudio del golpe del 24 de Marzo; respuesta masiva a los asesinatos de piqueteros; manifestaciones de solidaridad contra los ataques a trabajadores de Zanón, Brukman y otras fábricas; la gran manifestación piquetero que colmó la Plaza de Mayo en el aniversario de la caída de De La Rua; las marchas contra la guerra en Irak …
Pero lo que han abandonado casi totalmente las organizaciones de izquierda es el método del frente único obrero, acuerdos programáticos de cierta duración con el objetivote fortalecer y solidificar el movimiento de masas en su conjunto y avanzar un estrategia y tácticas comunes, así como organismos de masas comunes basados en la democracia obrera.
El abandono de esta táctica privilegiada en la situación presente en Argentina nada tiene que ver con congelar los necesarios debates y discusiones, solo con organizarlas en el marco común de organizaciones de masas que golpeen juntas en forma más o menos permanente, preservando el derecho a la crítica mutua y el debate respetuoso.
En su lugar, lo que vemos son denuncias constantes, llamados de unidad que no son otra cosa que maniobras fraccionales de unos contra otros y aún medidas organizativas burocráticas de mutuas exclusiones para hacer imposible todo frente único obrero que, como comprobamos en las luchas cotidianas es el sentimiento de las bases de las organizaciones menos manejadas por los aparatos.
Este boicot, el único llevado a cabo con éxito por la izquierda Argentina, del Frente Único recuerda mucho al método sectario y criminal utilizado por los estalinistas alemanes en el período de ascenso del fascismo que privilegiaban la denuncia de los social demócratas como "social fascistas" al frente único con ellos para derrotar en las calles a los nazis.
Es parte del estudio de la historia que los nazis, que nunca fueron mayoría de la población, fueron capaces de tomar el poder derrotando físicamente y por separado a los comunistas y social demócratas.
Esto es lo que explica la destrucción de las asambleas barriales, la ausencia de una federación única y democrática de los piqueteros, una coordinadora nacional única y democrática de las fábricas ocupadas, un frente electoral de toda la izquierda y un comando nacional unificado de todos los sectores y organizaciones en lucha.
Para las direcciones de la izquierda lo central en la etapa actual es ganar la supremacía de una organización sobre otra, no el avance del conjunto del movimiento, con organizaciones de masas conjuntas que debata democráticamente las diferentes propuestas. De hecho el sectarismo, que mantiene separados artificialmente a los luchadores hace más difícil el debate de las diferencias, no más fácil.
De las tres confederaciones de trabajadores sindicalizados, la única que tímidamente organiza marchas, algunos paros y realiza actividades contra el gobierno es la CTA. Por cierto su dirección no es revolucionaria, pero representa sectores importantes de maestros, empleados del estado y otros sectores, así como también sectores muy grandes de desempleados a través de la FTV.
El maoísta PCR tiene también un importantísimo trabajo entre los desempleados y en algunas estructuras sindicales y en el movimiento estudiantil a través de su Corriente Clasista Combativa (CCC). El PCR y la CCC mantienen acuerdos de trabajo común con la CTA. De ninguna manera podría el PCR considerarse una organización revolucionaria, sino reformista.
El método del llamado constante al frente único por parte de las otras organizaciones de izquierda a la CTA/FTV y al PCR/CCC tendría el doble objetivo de forzar a estas organizaciones a aceptarlo o rechazarlo y sufrir las consecuencias de una u otra decisión. En lugar de dichos llamados, el resto de la izquierda rechaza a estas organizaciones como reformistas y, por lo tanto, les deja libres las manos a sus direcciones para aplicar su política de colaboración de clases sin ningún obstáculo.