Hace un año y medio el país se incendiaba por los cuatro costados. El hartazgo de la muchedumbre no tenía dudas: "que se vayan todos", bramaba. Todo hacía pensar que se estaba ante un nuevo hecho fundacional. Como en octubre del 45 o del Cordobazo. El tótem patético del modelo de exclusión y dominación pro-yanqui, parecía venirse abajo estruendosamente. Las calles de la Capital se llenaban de barricadas y 38 jóvenes valientes sucumbían ante las balas de la Gestapo criolla, que otra vez mataba selectivamente..
Un año y medio. Ayer nomás. Un suspiro en términos de tiempo. Y sin embargo, cuánto ha cambiado el tablero. Tanto que a veces cuesta reconocernos, más allá de que el hambre se haya acentuado, la desocupación no acepte las estadísticas optimistas de los hombres de corbata y trajes caros, los pibes nuestros chicos que alguna vez fueron los únicos privilegiados- se mueran convertidos en puro hueso, y los viejos esos ancianos queridos para los que esta tierra era un vergel- se derrumben de asco y tristeza..
Los "todos" famosos no se fueron. Más aún, dieron un volantazo y se instalaron otra vez en la escena que más les encaja dentro de sus conductas miserables. El más notorio de ellos uno de los grandes culpables de que gran parte del territorio ya no le pertenezca a nuestra gente- hasta se ha dado el gusto de ganar la primera vuelta de una elección sacada de la galera pocas horas después del trágico día en que Darío y Maximiliano cayeron crucificados por el plomo policial. Sonríe Menem, custodiado por una "barbie" de plástico y un grupo de hampones de la política. Se alegra, saludando el triunfo y en realidad festeja el excelente trabajo de desestructuración social que logró gestar su política de entrega y corrupción completando la que iniciara Martínez de Hoz y continuaran los miserables demócratas- orientada decididamente desde Washington, donde otro como él se complace en masacrar pueblos y hundir economías..
Casi un 80 % de votantes, un altísimo porcentaje de sufragios para candidatos conservadores, de la derecha financiera y trasnacional, represores a ultranza, pro yanquis en extremo. Esto en apenas 500 días desde aquel diciembre explosivo..
Parece mentira que estemos instalados en este escenario..
Sin embargo, es importante que en medio del temporal, lo ocurrido sirva para hacernos reflexionar. Primero, sobre nuestros propios comportamientos. Por haber creído después del Porteñazo- que la tan proclamada unidad de la que tanto habla la izquierda en su conjunto- dependía de un buen enunciado. Por no darnos cuenta que hay determinados procesos y el del 19 y 20 de diciembre es uno de ellos- que exigen dejar de lado actitudes sectarias, voluntaristas o de un autoritarismo que sólo sirve para desesperanzar a los que empezaban a creer nuevamente en la organización desde abajo. Por no haber iniciado el lento proceso de construir una alternativa potable para todos aquellos que voltearon a De la Rúa, aborrecían a Menem o creían imposible que el modelo partidocrático volviera a exhibirse gracias a nuestros peores enemigos- como una opción para las masas..
Para colmo, estamos ante la mayor ofensiva del imperialismo en las últimas décadas. No es que los marines vayan a venir, ya están aquí, entre nosotros y seguirán desplegándose por Latinoamérica. En medio de ello, en Argentina, la derecha más rancia, la que promete mano dura contra los piqueteros y los trabajadores que recuperan fábricas como Zanón y Brukman-, la que asegura que sacará uniformados a la calle cuantas veces hiciera falta y reeditará la sumisión hacia EEUU, puede hacerse con el gobierno, o en el peor de los casos imponer su presencia a través de otros personeros de la misma política, aunque con ropaje menos llamativo..
Frente a ello no cabe pensar en el suicidio ni en marcharse a casa. Si el hambre habrá de profundizarse junto a la represión, si se intenta seguir confundiendo la lucha por la liberación con minicuotas de infame asistencialismo, si se redobla la alianza carnal con el imperialismo, no habrá otra alternativa que seguir resistiendo y peleando contra este sistema que a la sazón es el gran triunfador del 27 de abril y seguramente del 18 de mayo. Y precisamente, pelear significa formarse, prepararse, pensar a mediano y largo plazo, no confundir al hermano con el enemigo, abandonar la secta para integrarse a una construcción más ambiciosa. Tenemos que intentarlo aunque parezca imposible después de lo ocurrido. Nos va el futuro en ello.