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Argentina: La lucha continúa

Un cambio de lógica

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Pablo es uno de los referentes del MTD de Lanús, el movimiento de desocupados que se caracteriza por leer la realidad con mayor riqueza crítica. En esta conversación analiza el impacto de estas elecciones y los futuros desafíos de su movimiento.

La cobertura periodística de lavaca de estas elecciones es deliberadamente diferente. No intenta realizar una interpretación de estas elecciones, sino reflejar la mirada que sobre ella pueden hacer diferentes personas. Personas. Es decir, gente que desde lugares distintos ha sido protagonista de la vida política y que, sin duda, merece que su voz sea tenida en cuenta a la hora de realizar un balance y aventurar una perspectiva. Para realizarla hemos contado con la colaboración de algunos de los participantes de nuestro Seminario de Actualización Periodística Itinerante. Ellos son Pablo Sebastián Soliard, Vanina Sylvestre, Analía Miller y Andrea Doman.

-Cómo integrante de un MTD de Lanús, ¿qué importancia tienen las elecciones que se desarrollan este domingo?

-A nosotros este proceso electoral nos permitió debatir con bastante intensidad en los barrios, en las asambleas, la situación política de la Argentina y las perspectivas que en estas elecciones se abrían. Las conclusiones a las que llegamos es que ningún candidato ni ningún desarrollo de estos comicios van a cambiar la situación social tan jodida que estamos viviendo y que si hay alguna posibilidad de que las cosas se modifiquen está en la movilización popular, en la organización que se viene dando en las asambleas barriales, en los trabajadores que recuperan sus fábricas y en los piqueteros; por fuera de la lógica que nos propone el sistema, que son estas elecciones.

-¿Qué posturas se expusieron en esos debates?

-En general, en el marco de las asambleas que convocamos desde el movimiento, el repudio de los partidos políticos tradicionales es el punto de inicio. De ahí en adelante se evaluó la postura de un compañero que propuso que consideráramos si no era preferible que una propuesta minoritaria cuestionadora del sistema se lleve el voto antes que no hacerlo por nadie. También hubo mucho desconcierto por la campaña desde los medios de comunicación que insiste con la idea de que impugnar el voto es dárselo al que vaya ganando; eso generaba temor de favorecer al menemismo al no tener un voto positivo. Y eso nos llevó a investigar un poco, a estudiar la reforma electoral del 94 que establece que los votos impugnados no se contabilicen y los porcentajes finales se hagan solamente en base a los sufragios positivos. Consideramos esto una trampa legal más, que ni siquiera nos permite integrar los porcentajes de quienes no quieren votar, siendo una opción perfectamente legal y que es parte de ejercer nuestros derechos. Aún en eso, nos niegan nuestra voz en este tipo de elecciones.

-¿Cómo han sido estos últimos días la convivencia con los punteros políticos de los partidos tradicionales?

-Nosotros no notamos una presión específica sobre nosotros, sí -en cambio- cierto recrudecimiento de la campaña a la que estamos acostumbrados, que es el clientelismo, las mentiras que siempre apelan a generar confusión en la gente, que si no gana tal candidato del gobierno todo va a ser peor o tal otro candidato va a cortar los planes de empleo; toda una serie de operaciones políticas tendientes a sembrar el miedo y la confusión. Realmente, no vimos una acción o presión particular, nuestras posiciones son bien sólidas, firmes y conocidas en el distrito, en los barrios donde estamos con el movimiento, así que de poco serviría si lo hubieran hecho.

-¿Qué repercusiones tendrán, dentro del movimiento piquetero, las diversas actitudes asumidas por las organizaciones sociales ante estos comicios?

-Es cierto que la coyuntura abrió y tal vez potenció algunas diferencias entre las organizaciones, ya que algunas alineadas con determinados partidos, generalmente de izquierda, se involucraron en el proceso electoral y eso generó que siempre apareciera la sospecha de que tal plan de lucha o tal medida de protesta estuviera más vinculada a la campaña que a los reclamos concretos. Es un año donde todavía falta el ballottage, las elecciones provinciales, de gobernadores, de intendentes... Nosotros apelamos a que haya una madurez como la hubo, por ejemplo, en la solidaridad con Brukman, donde todas las organizaciones unificamos el reclamo y tratamos de coordinar las movilizaciones, superando las diferencias. Ese es un motivo más por el que nosotros nos corremos de las coyunturas electorales, porque creemos que nada tiene que enturbiar lo que viene siendo el proceso de lucha popular que es tendencialmente reivindicativo.

-A ustedes, como integrantes de un movimiento de desocupados, ¿les resulta indiferente quién se alce con el poder?

-No, hay una preocupación acentuada por la hipótesis que apareció en los últimos días -sabemos que las encuestas están infladas y hay intereses económicos detrás-, que no haya alternativa más que un gobierno definidamente de derecha y represivo, lo que genera una inquietud extra. Dejamos en claro que nosotros creemos que si va a ver un gobierno que apele más a la represión es porque las condiciones del poder económico así lo imponen, sea cual fuere el gobierno; no es que con Kirchner o con una Lilita Carrió, más incapacitada para ejercer el gobierno, vaya a ser mejor para nosotros. Sí es cierto que la preocupación se acrecienta un poco si contemplamos que un porcentaje evidente del electorado compra el discurso de recuperar el orden y de imponerlo en base a la represión.

-¿El tono represivo de ciertos discursos durante la campaña, solo buscaba seducir a un porcentaje de la sociedad que pide mano dura o es un preanuncio de lo que va a suceder en caso de que alguno de esos candidatos llegue al gobierno?

-A nosotros nos preocupaba que, aún en campaña electoral, se prediquen ideas tan jodidas para lo que es la movilización popular y tan funcionales a lo que necesita el poder económico que es recomponer el orden, como lo llaman ellos. Creemos que en el corto plazo existe un panorama represivo fuerte y creciente; no es que ahora no lo haya pero sí que se va a acentuar. Si hay un límite que se le pueda poner a eso no es un voto útil ni un voto funcional, que es seguir con la lógica del menos malo: con esa lógica se votó a De la Rúa y así nos fue. No es con esa lógica que se puede combatir la represión, sino apelando a la conciencia popular, a la organización, a la movilización permanente. Estamos evaluando que el desafío en esta etapa son los crecientes niveles de legitimidad de nuestras luchas, necesitamos no solamente tener razón sino demostrar y convencer que tenemos razón cuando salimos a las calles. En la medida en que un grueso de la sociedad no legitime el accionar represivo vamos a tener posibilidades de seguir reclamando por lo nuestro. Si no sabemos dar bien esa batalla corremos el riesgo de que se nos busque acallar de todas formas.