El partido partido
Por Juan Gaudenzi
(corresponsal de Radio Nederland)
En el Partido Justicialista no habrá elecciones internas para designar la fórmula que competirá en los comicios presidenciales de este año. El principal referente político de Argentina a lo largo de 60 años se presentará dividido, por primera vez en su historia, con tres candidatos: Carlos Menem, Néstor Kirshner y Adolfo Rodríguez Saa, tal como lo decidió el viernes de la semana pasada un congreso partidario. O con Kirshner como candidato oficial único, designado por un Comité de Acción Política digitado por el actual presidente provisional Eduardo Duhalde, contra los otros dos.
Esta segunda opción, se dará en caso de que se imponga el criterio de la jueza María Servini de Cubría quien, intentando favorecer la posición de Menem a favor de la realización de internas, resolvió que el peronismo no podía presentar más de un candidato.
Menem confiaba en el poder de la fortuna acumulada ilegalmente durante sus dos mandatos -algunas fuentes hablan de 3.500 millones de dólares- para vencer en elecciones internas y poner toda la maquinaria electoral del peronismo al servicio de una tercera magistratura.
Pero como previó que en el congreso interno estaba en minoría frente a su principal enemigo, Eduardo Duhalde (Argentina convertida en el Chicago de los años 30, sólo que sin tiros por ahora), volvió a recurrir a los favores de la jueza Servini de Cubría, antes de que sus representantes abandonaran el recinto derrotados y abucheados por la mayoría duhaldista. "¡Saludos al turco gorila!", fue uno de los gritos con que los despidieron.
¿GUERRA FRONTAL?
- El Congreso del PJ puede haber producido una ruptura definitiva y, en tal caso, iniciar una guerra frontal. Pero en un movimiento como el justicialista, en el que la ideología y los principios siempre estuvieron subordinados al pragmatismo y los intereses económicos de los dirigentes y los grupos -como si demócratas y republicanos estadounidenses coexistiesen en un partido único- todo es posible.
Si sus 60 años de historia fueron capaces de unir a socialistas, comunistas y fascistas; de licuar sus diferencias en torno a la figura patriarcal y mesiánica de Juan Domingo Perón; de matarse entre ellos alentados por el propio líder; de producir revolucionarios como John William Cooke y Rodolfo Walsh, intelectuales como Arturo Jauretche, monstruos como José Lopez Rega y delincuentes como Carlos Menem; de dividir y recomponer la cúpula sindical una y mil veces, de confrontar al "establishment" o convertirse en su primera línea defensiva según la ocasión, nada entre ellos es definitivo cuando lo que está en juego es el poder.
Menem y Duhalde fueron socios en la entrega y saqueo de Argentina. Después se traicionaron mutuamente. Si alguna fuerza no peronista (de derecha o izquierda) amenaza sus feudos, pueden volver a unir fuerzas tranquilamente. "Primero está la el movimiento; después los hombres", fue uno de los lemas de Perón. Es decir: "La Familia" debe perpetuarse a cualquier precio.
DEBILIDAD, CRISIS Y RECHAZO
- También es prematuro afirmar que el resultado del congreso representa el final del peronismo como partido mayoritario.
Es tan grande el rechazo de los argentinos al sistema político electoral tradicional, tan profunda la crisis del otro gran competidor, la Unión Cívica Radical, y tan débiles las alternativas de izquierda y derecha, que con apenas un 15 o un 17 por ciento de los votos, cualquiera de los candidatos del Justicialismo puede ganar o hasta tener que desempatar en una segunda vuelta con otro justicialista.
Lo que sí significa -junto con la debacle del radicalismo después del fracaso de los gobiernos de Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa- es el final de un sistema de intermediación y legitimidad política y, por lo tanto, de gobernabilidad. Y la continuidad de la situación de debilidad institucional, inestabilidad y crisis en Argentina.
"Lo peor ya pasó", sostuvo Duhalde en Davos, ante medio centenar de altos ejecutivos, banqueros y representantes en el nuevo encuentro del Foro Económico Mundial. Insiste con la misma idea que repite desde hace varios meses, "el veranito", como llama la prensa oficialista a una supuesta mejoría de los indicadores macroeconómicos y sociales y, sobre todo, en el reciente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, al que considera "una victoria".
Si alguien le creyó es su problema. Porque si el alza del dólar fue una de las principales preocupaciones del gobierno argentino durante las dos terceras partes del 2002, ahora -con la misma intensidad- lo es su caída.
Mientras, los exportadores hacen un negocio colosal: convierten los dólares en pesos y compran letras al Banco Central que rinden un 60 por ciento anual.
Cuando el peso se haya valorizado lo suficiente y las tasas de interés hayan retrocedido, harán lo contrario: convertirán las letras en dólares -provocando una nueva alza- y los sacaran del país.
No sólo eso. Durante las últimas semanas, los bancos han comenzado a reclamar la recuperación integral del valor de su capital anterior a la devaluación, lo que exigiría aportes enormes del Estado y un crecimiento sin precedentes de la deuda pública. El capital quiere recomponer todas las relaciones previas a la crisis con el "plus" de las ventajas conseguidas desde entonces, como un peso y salarios baratos.
SIN SEÑALES DE ESPERANZA
- En cuanto al "éxito" del combate a la indigencia que, como dice "Chiche" Duhalde (esposa del presidente provisional), el gobierno habría obtenido con el plan "jefes de hogar", según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) en la región más próspera del país, la capital y el Gran Buenos Aires, la indigencia subió de más del 22 por ciento a más del 24 y la pobreza del 49 a más del 54 por ciento de la población. "con respecto a mayo, hay 600.000 nuevos pobres, de los cuales 245.000 son nuevos indigentes. Y en comparación con octubre de 2001, la pobreza aumentó en 2,3 millones de personas, de las cuales la mitad son nuevos indigentes a razón de 200.000 nuevos pobres por mes", informo "Clarín".
si estas cifras y porcentajes se proyectan a todo el país, "la pobreza, que en mayo era del 53 por cient0, rondaría ahora el 60 por ciento de los 36 millones de argentinos, con casi la mitad en la indigencia. Así habría 21.600.000 pobres, de los cuales un poco más de 10.000.000 serían indigentes".
El INDEC aportó otro dato decisivo: "El costo de una canasta básica de alimentos es de 408 pesos por mes.
Y gracias a los planes sociales, en promedio, el ingreso de los hogares indigentes subió de 145 a 218 pesos por mes. De este modo, en promedio, los indigentes deberían casi duplicar sus ingresos para comprar todos los alimentos".
Tampoco ayuda a mejorar la situación el acuerdo con el FMI. Como se sabe, a regañadientes y después de 14 meses de ignominiosas negociaciones, el organismo internacional aceptó conceder a Argentina un crédito de 2.980 millones de dólares que servirán para pagar los vencimientos "impostergables"que el país tiene con ese organismo internacional. Y otorgar una prorroga de un año para todos los vencimientos de créditos "postergables" que totalizan otros 3.800 millones de dólares.
A cambio, el gobierno argentino se comprometió a seguir pagando al día a los organismos financieros multilaterales; aumentar más aún las tarifas de los servicios publicos; limitar la emisión de moneda; recortar gastos, aumentar la recaudación y eliminar algunas excepciones impositivas que deberán ser aprobadas por el Congreso antes de fines de marzo de este año. Y realizar una serie de modificaciones institucionales y legales "para fortalecer el sector bancario", incluyendo pasos hacia la reestructuración de la banca pública, revisiones de la regulaciones y medidas para reforzar la autonomía del Banco Central. El programa también incluye reformas impositivas para aumentar la recaudación y mecanismos para alentar a la disciplina fiscal de las provincias.
En definitiva, más de lo mismo que llevo al país a la bancarrota y a más de la mitad de la poblacion a la pobreza y la miseria.
UNA OPCIÓN INEXISTENTE
- Semejante programa no sólo condiciona al proximo gobierno sino que, en caso de estar presidido por Kirshner -delfin de Duhalde- desde ya cuenta con su aprobación. Entonces, no solo se trata de la falta de representatividad que tendrá cualquier gobierno que asuma en las actuales condiciones (la mayoría de la población repudia al FMI), sino que la supuesta opción entre un peronismo "traicionado" (Menem) y un peronismo renovado (Kishner), planteada por Duhalde , es inexistente. O, en todo caso, se trata de la opción entre el capo-mafia y uno de sus socios más jóvenes y prometedores del interior Durante 15 años como intendente y tres veces gobernador de su provincia, Kirshner siguió al pie de la letra el recetario neoliberal del que ahora trata de tomar distancia: rebajó salarios antes que nadie; vació el Banco Provincia con perdidas de más de 100 millones y luego lo privatizo; acompañó todas las privatizaciones menemistas, especialmente las de Yacimientos Petrolíferos Fiscales y Gas del Estado. Se lo acusa de escandalosos negociados con monopolios pesqueros y de la entrega de la explotación del yacimiento de oro de Cerro Vanguardia a un consorcio extranjero.
Además, se sumó a todos los planes de ajuste y flexibilidad laboral del menemismo y del gobierno de De la Rúa, a cambio de algunas ventajas para sus negocios en Santa Cruz. Y los fondos obtenidos por su provincia -unos 1.000 millones de dólares- están depositados en el exterior, de los cuales no ha rendido cuentas, ni de los intereses devengados, ni de las comisiones pagadas, ni en qué se gastó la parte que ya no está (unos 500 millones).