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Argentina: La lucha continúa

15 de diciembre del 2003

La masacre del Puente Pueyrredón en Neuquén fue San Lorenzo

Elio Brat
Rebelión

26 de junio del 2002, 25 de noviembre del 2003. Más que fechas y números –como lo son el 17 de octubre o los 24, caigan cuando caigan- tienen muchas similitudes y a eso nos queremos referir. "Por un pelito la pelota no entró" decíamos en La Plata cuando jugábamos un picadito en la Plaza España con los pibes del barrio. Y por un pelito hoy no decimos Heriberto Chureo, Aldo Velásquez, Rubén Troncoso, Claudio Muñoz, Eziser Zapata, Miguel López, Navarrete, Jorge Peralta, Horacio Fernández o Pepe Alveal, como en nuestra memoria siguen estando Darío Santillán y Maxi Kosteki.

Todos los nombrados fueron heridos con balas de plomo. ¿Excesos? ¿Casualidad? O la única manera que siempre tienen los gobiernos y sus gobernantes, los políticos, sus policías, sus ministros de economía y los jueces que supimos conseguir: cuando la organización y la resistencia van in crescendo, mostrando que hay alternativas y que salen del mismo pueblo y de sus hijos, eso no puede avanzar. Entonces: represión.

Porque si en la salida sur de la ciudad de Buenos Aires el blanco fue la Aníbal Verón, en el oeste de Neuquén capital fue el Movimiento de Trabajadores Desocupados, el MTD neuquino. Y por elevación –o directamente al blanco- a Zanón y su experiencia revolucionaria. Porque más allá de cómo siga resolviéndose el control obrero de la fábrica de cerámicos más grande de América Latina, los 310 obreros de Zanón son Revolución. Porque si el término "revolución" significa cambio, nuestros heroicos y gloriosos ceramistas neuquinos nos siguen mostrando que el cambio es posible, que se puede, que podemos, que no solos sino todos, cuando nos juntemos. Con nuestros hermanos de Grisinópolis, del supermercado La Toma de Rosario, Imprenta Chilavert, las mujeres de Brukman y tantos, tantos, tantos que ahí están, siguiendo y resistiendo. Con Todos.

Por eso las balas en el barrio San Lorenzo, al igual que en Avellaneda. Como antes en nuestra historia fue en José León Suárez. Y en Trelew, en Cañadón León, en Jaramillo, en Huincul-Cutral Có y en Ushuaia, por nombrar los más cercanos a nosotros en el Sur. Porque este es un tiempo de resistencia. De decir NO y de mostrarnos y convencernos que no van a poder. Si nosotros no queremos, ellos no van a poder. Y en esto, disculpen si hay un poco de arrogancia en estas palabras, Neuquén tiene mucho para demostrar.

Entonces vuelvo: por eso las balas, por eso la represión. Una represión ordenada (y controlada, de allí su responsabilidad política) a control remoto por el gobernador Jorge Sobisch desde Brasil, en un intermedio de las negociaciones con Petrobras para "garantizar" su desembarco en Neuquén, un replay exacto como desde hace tiempo lo viene haciendo la Repsol YPF esquilmando, a instancias de Sobisch y su gobierno, la cuenca petrolera y gasífera más rica de América Latina. Sí, otra vez, como Zanón. Y no estoy exagerando, se los aseguro, ni en uno ni en otro caso.

A 1200 kilómetros al norte nuestro, la mentira y el asesinato tiene cara de Franchiotti. Aquí, con el culo al sur, se llama comisario Julio Trepat. Allí, la responsabilidad detrás de quienes apretaron el gatillo y apuntaron contra Maxi y Darío se llama Duhalde. Aquí, Sobisch. Allí la obediencia debida tiene cara de Juanjo Álvarez y Carlos Soria desde la SIDE, lamentablemente repatriado al Sur últimamente ya que ha sido elegido intendente de General Roca en su "originaria" provincia de Río Negro. ¿Se acuerdan de "que se vayan todos"? Pues aquí, apenas cruzando el río, no solo se quedaron todos sino que hasta volvieron otros. Bien, aquí la obediencia y la complicidad también tienen nombre: Oscar Gutiérrez, ministro de Gobierno de Sobisch, el comisario general Juan Carlos Lezcano, jefe de la policía de la provincia de Neuquén, la secretaria provincial de (in) seguridad ciudadana Alicia Comelli, el ministro coordinador del gobierno neuquino José Brillo. Y junto a ellos los nombres que hasta el momento se han podido rescatar de los que directamente tiraron y golpearon por más de 14 horas ininterrumpidas en el oeste de Neuquén capital: los policías Elgueta, Campos, Oliva, Azocar, Fornera, Amayo, Ramírez, Cifuentes, Henríquez, son algunos de los que lo persiguieron por cuadras al Pepe Alveal, tirándole a mansalva y golpeándolo dentro del camión cuando lo llevaron detenido. Luis Laureano Díaz y Cesar Martín Canales estaban a cargo de la Comisaría 18 y Víctor Omar Díaz policía a cargo de la Comisaría 1era, son quienes mantuvieron a Pepe sangrando y sin atención medica durante más de cinco horas.

Pero Sobisch no estuvo ni está solo en todo lo que pasó el 25 de noviembre. No. Los "hermanos" sean unidos. O mejor digamos "los que reprimimos" debemos unirnos, esa sería la ley primera.

Y entonces era y es esperable la alianza política de Jorge Sobisch con el carnicero de Tucumán Domingo Bussi y con el subcomisario 220 Patti. Y el libro de pases aún está abierto, así que Rico, el Pocho Romero Feris y hasta Menem -admirado hasta el cansancio públicamente por Sobisch- pueden sumarse, en cualquier momento, a este proyecto de derecha que pretende liderar el hoy nuevamente y por tercera vez gobernador de Neuquén.

El mensaje, desde el poder, fue claro, por si no se entendió: en Neuquén no cedemos, en Neuquén a los piqueteros los tratamos así. Y la "paz social" la garantizamos con gases, estrenando autobombas for export –como créanme se estrenó ese martes en San Lorenzo- y a balazos limpios. Cueste lo que cueste, a sangre y fuego.

Por último quiero recordar otra similitud, aunque sea lejos en el tiempo pero cerca y simil en sus consecuencias. Cuando el juicio a Adolf Eichmann, el nazi capturado en la Argentina de los años ´60 y enjuiciado (y ejecutado) en Israel por su responsabilidad como jefe de la sección antijudía de la GESTAPO en cientos de crímenes de lesa humanidad, en su alegato final el fiscal pidió justicia "sólo" por un par de zapatitos de un pibe judío bajado de un balazo por el propio Eichmann cuando otro asesino lo tiró desde el techo de una de las barracas del campo de concentración de Auschwitz. Alguna vez, alguien o alguienes, enjuiciarán a Jorge Sobisch por el ojo izquierdo, su pupila, su córnea y todo lo que por él vió Pepe Alveal, un obrero desocupado del MTD Neuquén que entró a trabajar en la Cerámica Zanón a partir del control obrero logrado desde el 1 de octubre del 2001.

Pepe, con 19 años y un ojo menos, fusilado a quemarropa por la policía y el gobierno de Neuquén.

No queremos "ojo por ojo". Solo exigimos justicia, verdad y dignidad. Y sigamos resistiendo como aquí, en Neuquén.