La pueblada del 19-20 de diciembre de 2001 constituyó uno de esos momentos en los que gran parte de los sectores populares ocupan el espacio público, se ponen como sujetos y producen un corte en la historia, planteando los grandes objetivos que signarán de ahí en más el devenir histórico de la sociedad por todo un período. Es el momento carismático que caracteriza a todo cambio histórico profundo.
En ese momento los objetivos se expresan en forma utópica. Es el momento de la gran utopía que expresa lo máximo a lograr, sin matices, sin concesiones. Es el significado profundo del "¡que se vayan todos, que no quede ni uno solo!". Esa consigna conserva toda la validez que tuvo desde el primer momento. Quienes interpretan que fracasó completamente porque volvieron todos, o mejor, se quedaron todos, en realidad confunden el momento utópico con el de los proyectos.
La utopía abre el ámbito, desbroza el terreno en el que se pueden realizar los proyectos. Sin éstos, la utopía queda vacía. Ninguna utopía se puede realizar inmediatamente. No sería utopía. Más, nunca es plenamente realizable. Crea el ámbito de lo realizable, pero ella siempre se encuentra más allá, como el horizonte que, a medida que uno avanza, no deja de alejarse.
El "¡que se vayan todos!" es la utopía de una nueva sociedad de relaciones fraternales, horizontales, en la que todos sean reconocidos como sujetos y tengan la posibilidad de realizarse plenamente. Pero es esa utopía expresada en negativo, porque los "todos" que se tienen que ir son los que expresan el proyecto neoliberal privatizador, flexibilizador, que ha producido la devastación del país.
A esa utopía hay que darle contenido. Es el momento de los proyectos. Hay que poner en juego la reflexión, el estudio, las organizaciones, las creaciones, en una palabra los instrumentos mediante los cuales se vayan realizando los anhelos, deseos, objetivos, reclamos que incluye la utopía.
En la pueblada que levantó la citada utopía convergieron amplios sectores populares formados por profesionales, amas de casa, estudiantes, trabajadores ocupados y desocupados, militantes, vecinos, hombres y mujeres de los barrios y del centro. Entre ellos es necesario resaltar la amplia participación de sectores pertenecientes a la denominada "clase media" golpeada, humillada y engañada.
Es especialmente, aunque no exclusivamente, del seno de este sector, que nace una nueva manera de organizarse, la "asamblea". Es la creación más genuina de la pueblada del 19-20 diciembre de 2001, porque los piquetes ya existían. La asamblea nace en el momento de máximo fervor, entusiasmo y expectativas que tuvieron lugar en los primeros tramos de la pueblada.
Desde ese momento, el movimiento popular fue atravesado por un intenso y acalorado debate sobre el significado de la pueblada y, en consecuencia, sobre lo que era necesario hacer. Fue común la interpretación literal del ¡que se vayan todos!, confundiendo completamente el momento utópico con el del proyecto. Como los que debían irse no se fueron, esta interpretación sólo produjo desilusión y frustración.
Las organizaciones de la izquierda tradicional, en general, interpretaron el fenómeno de las asambleas como un nuevo espacio para captar militantes y bajar las consignas "justas" de las que ellos son sus legítimos creadores. Muchas veces la asamblea fue el espacio en la cual diversas organizaciones disputaban sus espacios de poder, contribuyendo, de esa manera, a su disolución..
Desde el sistema, expresado en los medios de comunicación y en las intervenciones de miembros del gobierno, se baja actualmente el mensaje de que las asambleas ya no existen, están muertas, lo cual no deja de ser una mentira dirigida a difundir el desaliento.
Es cierto que muchas asambleas desaparecieron, otras se dividieron, otras se encuentran reducidas a una pequeña expresión. Pero también es cierto que hay asambleas que no sólo no murieron, sino que se consolidaron y crecieron, sobre todo cualitativamente. Muchas tienen local en el que realizan talleres de música, de folklore, de tango, de teatro; seminarios de filosofía, economía, deuda externa, ALCA; emprendimientos productivos; ollas populares, merenderos. Se crean espacios de reflexión y discusión política en los que suelen confluir diversas asambleas.
Hay asambleas que cultivan una creativa y fraternal relación con los cartoneros y que resisten la inclinación de sectores de la clase media, fogoneados por la presa del sistema, a volver a ver a los "piqueteros" como los enemigos, causantes de la violencia. Hay lazos comunicantes entre asambleas y piqueteros que no han abandonado la lucha por una nueva sociedad.
Muchas asambleas aprovecharon el momento de entusiasmo, carismático, para reflexionar sobre los pasos a seguir y previeron que al entusiasmo primero le iba a seguir la rutinización, lo "normal" de la vida con sus contradicciones. Sólo organizándose y siendo creativos podían tener futuro.
Esas asambleas hoy están vivas, activas. Son gérmenes de transformación. En el volante de la "Asamblea de Corrientes y J. B. Justo" en que se invita a participar el 20 de diciembre junto a los familiares de los caídos en la pueblada del 2001, se plantean con claridad el momento utópico y el de los proyectos. En el centro del volante se encuentra la fecha 19-20 de diciembre. A la izquierda, la "utopía": "2001: Pueblada. El pueblo en la calle gritó ¡que se vayan todos, que no quede ni uno solo! de los que destruyeron el patrimonio nacional y trajeron la desocupación, el hambre y la miseria a la mayoría del pueblo argentino".
A la derecha los proyectos: "2003: Asambleas populares". Pensamos y hacemos el país de otra manera: Autonomía, democracia directa, economía solidaria, emprendimientos productivos, cultura popular, nuevas relaciones sociales, construcción de poder popular".
La asamblea es la forma de organizarse que encontraron los sectores populares urbanos, especialmente, aunque no únicamente, de la Capital Federal. El fenómeno tiene sus expresiones también en ciudades como La Plata, Rosario, Santa Fe, Córdoba. Es una creación genuina y novedosa del movimiento popular que nos pone en la obligación de aportar a la construcción de dicho movimiento desde esa perspectiva.
La asamblea es horizontal, pero no confunde la horizontalidad como utopía con su realización efectiva. Como horizonte, como exigencia, debe mantenerse. Expresa el deseo de construir un poder lo más horizontal posible, un poder popular que sea capaz de controlar todos los liderazgos que necesariamente surgen. En su seno se van cultivando las nuevas relaciones sociales, se va construyendo el poder popular.
Si queremos una nueva sociedad, con nuevas relaciones sociales, debemos comenzar hoy esa construcción. Si no lo hacemos en el camino, no lo haremos cuando lleguemos a la meta. En la asamblea vamos realizando esa nueva sociedad. Es el "socialismo de cada día". Si en el camino cultivamos relaciones alienadas, ésas misma relaciones serán cultivadas posteriormente.
Pero de ninguna manera pensamos que debemos quedarnos en ese espacio de "micropoder" que es la asamblea o la articulación de asambleas. Es necesaria la transformación de toda la sociedad. Se requiere la construcción y organización del movimiento popular que verdaderamente pueda ejercer el verdadero poder popular. Las asambleas constituyen un momento de esa construcción.
El camino es hacia la construcción y organización del movimiento popular que hoy existe, pero se encuentra disperso, fraccionado, sin encontrar todavía la manera de ser un verdadero poder que no sólo ponga límites al accionar del gobierno y, en general, a las corporaciones que detentan el poder de dominación, sino que se constituya en el poder de toda la sociedad, construyendo un verdadero estado popular.