20 años de sangre, hambre y exclusión. Sobre los veinte años de "Capital-Parlamentari
por COLECTIVO NUEVO PROYECTO HISTORICO
nuevproyhist@hotmail.comSe han cumplido veinte años del nacimiento, consolidación y derrumbe de la mejor forma de dominio de la burguesía: el "capital-Parlamentarismo". Festejemos hoy cómo el movimiento, la multitud, ha bloqueado el desarrollo de esta nueva acumulación del capital. Nos queda la gran tarea pendiente: organizar el área autónoma. Y un minuto de silencio en nuestros corazones por todos los muertos directos e indirectos asesinados por el "Capital-Parlamentarismo".
20 años de "Capital-Parlamentarismo":
Un historia de sangre, hambre y exclusión
Hoy se cumplen veinte años de la pactada transición entre los partidos del sistema de esa época y la más sangrienta dictadura militar de la historia argentina. No hay festejos en los diarios y programas televisivos capitalistas. Es que es un aniversario que anuncia el réquiem de toda una época. Y por supuesto nada para festejar en la multitud, en los nuevos trabajadores ocupados y desocupados, en los ancianos desprotegidos, en los niños famélicos, en los precarios sin futuro: en la inmensa mayoría. La transición no era otra cosa que domesticar el naciente antagonismo y congelar en la nueva alianza la complicidad entre sectores de la clase media, iglesia, sindicatos y los EE.UU. de la mayor matanza sistemática de la historia argentina moderna. El fiasco de la "democracia que educa, cura, alimenta y otorga justicia" duró días. Argentina ocupa el triste prestigio de ser una de las naciones más desiguales en ingresos, dentro del continente más injusto del mundo. La concentración del ingreso es la razón fundamental de la persistencia de la pobreza en América Latina, la región más desigual del mundo. De acuerdo con las cifras de Cepal, 44 % de la población de América Latina esta bajo la línea de pobreza: 250 millones de personas. Hay además 90 millones en la extrema pobreza.
No sólo no se hizo justicia dentro de los Derechos del Hombre burgueses, sino que el país es más represor, pobre, explotado, miserable y atrasado que en los años ‘80. El "Capital-Parlamentarismo" no sólo mata de hambre o exclusión o creciente emigración: cada 60 horas alguna de las fuerzas represivas asesina con impunidad a un argentino desde 1983. O encarcela preventivamente a los trabajadores y desocupados que protestan, más de 2500 de ellos esperan en cárceles y comisarías un proceso seguramente injusto y vengativo por parte de uno de los poderes judiciales más corruptos del mundo. Pero tampoco se detiene el "Capital-Parlamentarismo" aquí: los políticos, como una Nueva Clase indisolublemente unida al desarrollo del capital, utilizan como verdadera casta de senadores de la antigua Roma las prebendas y el botín del estado para enriquecerse, otorgarse jubilaciones de privilegio y practicar el más descarado nepotismo: hoy hay 2000 funcionarios "políticos" procesados por casos de corrupción. ¡Imaginemos si a la cabeza de las investigaciones estuviera una verdadera justicia popular!
Los sucesos de diciembre de 2001, el nacimiento de un nuevo movimiento social, fue la hecatombe final de este sistema de domino que ha perdido su sentido. La gente ha descubierto instintivamente, con pasos inciertos pero seguros, la verdad del "capital-Parlamentarismo". Como el rey desnudo, descubre en el día a día su rostro sin máscara, desvertebrado y sin retorno, busca en las fórmulas de la vieja historia la posibilidad de renovar otro ciclo de explotación y aniquilamiento. A pesar de los agoreros y pesimistas, los malos lectores de estadísticas, la máquina de los "mass-media", a pesar de la vergonzosa red de clientelísmo que ata al ser humano al miedo del hambre, a los errores de la propia izquierda, la inmensa mayoría de los argentinos ya no se engaña: estado y capital son hoy sinónimos. Sólo falta asentar las nuevas subjetividades en un área de contrapoder para declara la ilegitimidad de este dominio pasajero. La encuesta anual de Latinobarómetro, una fundación que intenta medir la gobernabilidad del capital, indica que sólo el 8% de los argentinos confía en los partidos políticos, sólo un 14% en el parlamento burgués, y un 16% en el Poder Judicial. El sistema hace agua por todos lados, sólo falta nuestra voluntad de organizar la autonomía naciente, construir comunismo.
Hoy queda como tarea militante y activista aprovechar la ocasión para analizar brevemente la lenta instauración de la forma política de dominio adecuada al nuevo ciclo de acumulación capitalista que se inició con Menem, continuó profundizándose con la Alianza e intenta estabilizarse en un nuevo ciclo con Kirchner. Nunca como antes hemos comprobado como la maquinaria de la democracia representativa del Capital es la forma ideal de la nueva explotación. Nunca como antes las más amplias masas han visto su vida separada de los fines del estado. Festejemos hoy el final de todo un sistema complejo de dominio burgués, erosionado por el sabotaje cotidiano de las masas, por el éxodo de su maquinaria electoral, por su instinto materialista en búsqueda de nuevas formas de organizarse y alcanzar el poder. Salud y comunismo.