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Argentina: La lucha continúa

12 de diciembre del 2003

Sobre Néstor Kirchner
Camino al parricidio


Según encuestas de opinión presentadas estos últimos días, la población argentina ve en Kirchner al mandatario capaz de sacarla de cinco años de crisis. El Señor K goza hoy del crédito, en principio atenuado, de una sociedad con largos años de descreimiento crónico.

Los cuestionamientos, por la escasa votación obtenida en la primera vuelta por Kirchner, ya no tienen asidero. El ex gobernador de Santa Cruz ha fortalecido su liderazgo a punta de enfrentamientos, no sólo contra la corrupción, el Fondo Monetario Internacional, sino también en pugnas contra poderosos barones de su propio partido, como es el caso del ex presidente provisional Eduardo Duhalde. En materia de política, el extraordinario índice de apoyo del Señor K muestra, que la gente odia el vacío, necesita esperanzas, desea objetivos y añora liderazgos claros. A pesar de los deseos ya tibios respecto a que se vayan todos, cuando encuentran ese liderazgo claro y con resultados visibles, pueden volcar todo su apoyo en esa figura.

EL SEÑOR K Y EL LIDERAZGO

Con "el Néstor" ganó, parece ser, el ala más progresista del justicialismo.

Aquel que a la hora del triunfo convocó a los desaparecidos y aquellos que lucharon por restaurar la democracia en Argentina. Aquel que ha recibido, en la Casa Rosada, a Hebe de Bonafini y generado con ello urticaria al gobierno de Bush. Aquel que le ha dicho, en su cara, a los representantes del FMI que no habrá pago si Argentina no crece. Aquel que se cuestiona los ejercicios militares con Estados Unidos y que ha generado una suerte de Bloque Sudamericano junto a Lula. A contrapelo de los deseos estadounidenses de equilibrar el liderazgo brasileño en la región. Aquel que se está jugando el liderazgo peronista en una pugna que puede resultar mortal con su mentor, Eduardo Duhalde.

Carlos Germano, Abogado y Director de la firma consultora politica, Germano y Asociados sostiene que "Kirchner acierta, propone, pone varios dedos en la llaga visiblemente abiertas y también se equivoca o deja que los suyos lo hagan. Pero, su labor tiene una impronta entre lo transgresor y lo audaz, que lo distingue con perfiles nítidos. Digámoslo sin rodeos: está en el viaje de ida. La energía del factor K produjo un hecho político fenomenal: casi desde la arcilla embrionaria y en tránsito hacia la consolidación de un liderazgo local, Kirchner ha demostrado estar en aptitud de afrontar prácticamente cualquier batalla, incluso la que representa enfrentar al más poderoso de los barones justicialistas".

Germano se refiere en su análisis a la figura y la influencia de Eduardo Duhalde, quien posee, hasta ahora, las llaves del fortísimo aparato peronista bonaerense y que ya ha implicado un primer choque respecto a la manera de enfocar el diálogo y hasta el combate con el fuerte Movimiento Piquetero,. Movimiento social, que surgió a fines del segundo mandato de Menem y que contribuyó decisivamente a la caída de sus sucesor, el radical Fernando de la Rúa.

En Argentina, el tema de cómo enfrentar la corrupción policial, los secuestros y el enorme problema de la seguridad ciudadana, representa el punto de inflexión que otorga apoyo o da la espalda a determinada política. Y el cómo enfrentar este punto, ha visto confrontar a dos pesos pesados del partido justicialista. Kirchner consulta, ofrece diálogo, invita a pacificar los espíritus de los piqueteros. Duhalde, en cambio, pide mano dura, apoyado en encuestas que señalan que la ciudadanía está cansada de bombos, cortes de calles y protestas. La tentación es grande, Kirchner se resiste a exacerbar la contradicción piqueteros-ciudadanía, que sólo favorece al aparato justicialista bonaerense y allí, manda Duhalde.

Lo central, en términos políticos, pasa por la necesidad de dirimir la cuestión del liderazgo en el seno del justicialismo, más que cualquier otro asunto. La disyuntiva se abre clara y peligrosa para el "Néstor de las pampas", para aquel delfín de Duhalde, que llegó del frío a hacerse cargo de una Casa Rosada, que acogió con recelo al ex gobernador de Santa Cruz y que ahora lo ve erigirse como un líder carismático y de altura regional. "Más tarde o más temprano, afirma Germano, Kirchner deberá avanzar en la construcción (o el abandono) de la búsqueda de un nuevo escenario, para el imprescindible ámbito de la política, algo que de suyo alude a conflictos potenciales con su impulsor hasta las elecciones del 27 de abril: Duhalde. ¿Habrá parricidio? nos preguntamos alguna vez" Marcelo Yunes, investigador del Movimiento al Socialismo (MAS) ve con Kirchner una situación altamente paradójica "un gobierno cuya legitimidad de origen es problemática, se da el lujo de afirmar que "la crisis política ha sido superada". Todo ello, con el respaldo de encuestas que marcan un alto índice de popularidad del presidente. En particular, la clase media y los medios de comunicación "progresistas" se han encargado de encabezar un apoyo relativamente entusiasta a Kirchner.

Los trabajadores y sectores populares son, en este sentido, menos proclives a escandilarse con los gestos izquierdosos del gobierno, pero sería negar la realidad, desconocer que existe allí también una actitud de expectativa no exenta de ilusión en que las cosas empiecen a arreglarse".

Yunes advierte que "quien no se maree con la primavera kirchnerista no dejará de notar que la extrema fragilidad institucional, que dejó como herencia el argentinazo está lejos de haberse resuelto. Todo el sistema de partidos está en una seria crisis. Salvo un partido justicialista con signos de balcanización (a la que contribuye Kirchner con su estrategia de alianzas transversales), prácticamente no existen partidos dignos de ese nombre, para erigirse en alternativas serias de recambio institucional". Estas ideas encuentran su correlato en lo que fueron las elecciones de la capital argentina, donde las dos listas mayoritarias (Macri e Ibarra) eran un racimo de alianzas con partidos oportunistas de estructura formal y militancia totalmente inexistente, armados de apuro por la contienda electoral.

Los análisis de investigadores y periodistas del vecino país dejan entrever, que con Kirchner nos encontramos ante un peculiar estilo de hacer política: el Estilo K, que consiste, esencialmente, en un ejercicio de la autoridad presidencial en un diálogo casi directo con esa inefable denominación llamada "opinión pública". Todo esto en detrimento del conglomerado de mediaciones, que suele constituir el sistema político de la democracia representativa. Las embestidas personales de Kirchner, contra miembros de la Corte Suprema, vía medios de comunicación, así como el conflicto con el vicepresidente Scioli y las periódicas desautorizaciones a ministros y otros funcionarios, se están convirtiendo en un ideario cotidiano del peculiar estilo de Kirchner. "Este mecanismo de ejercicio del poder, señala Yunes, corre el riesgo de eliminar mediaciones y fusibles del sistema político que hoy parecen innecesarios a la luz del respaldo que exhibe Kirchner, pero que pueden volverse decisivos a la vuelta de cualquier crisis política" Las causas que condujeron al Argentinazo no se han cerrado. Que el gobierno de Néstor Kirchner Ostoic actúe, casi sin oposición política y con una oposición social, aún bastante sorda, sólo parece significar que ha logrado postergar el momento de las grandes definiciones. Si no se trabaja en la consolidación democrática puede instalarse, nuevamente, la perspectiva de enfrentamientos y convulsión social. Lo de Kirchner parece ser una apuesta fuerte: acumular capital político mientras pueda, que lo lleva a intervenir de manera abierta y bastante poco "institucional" en las elecciones provinciales, buscando aprovechar su propia imagen positiva, a favor de los candidatos afines a su proyecto. Una apuesta política arriesgada en el plano local e internacional, que está dispuesto a jugar, a pesar que ello conduzca al parricidio.

* Pablo Jofré Leal es periodista de la revista Ercilla y conductor del programa "Ojos de perro azul" en Radio Tierra