Argentina: Derrotemos la campaña contra los piqueteros y la izquierda
Ruth Werner y Facundo Aguirre
LVO 130
Kirchner en el programa "A dos voces" acusó "al Partido Obrero, Izquierda Unida y demás" de "hacerle el juego al establishment" por llevar al movimiento piquetero tras posiciones "intransigentes". Se separa de la derecha que pide "mano dura" asegurando que "la autoridad no es pegar palos indiscriminadamente ". Separa piqueteros duros de dialoguistas, y les exige a los primeros una "autocritica" sobre sus métodos de lucha.
Mano dura
La derecha mediática viene lanzando sus proclamas fascistoides de los "Haddad boys" para quienes los desocupados no son seres humanos sino "zombies". Los más "serios" del diario La Nación, con jerga maccartista, consideran a estos movimientos como "profesionales" de la "ultraizquierda" o el "trotzkysmo" (sic).
La UIA ha exigido al gobierno "una decidida y firme acción del Estado" ya que "las protestas son ahora más violentas e intimidatorias". Los verdaderos dueños del poder han dado su voz de orden. Por su lado, Duhalde ya venía pidiendo mano dura. Está claro que estos sectores tienen una línea de restablecer la autoridad incluyendo la represión (recordemos que bajo el gobierno del bonaerense fueron asesinados Kostequi y Santillan). Tienen poco que envidiarle al "menemista" Sobisch que acaba de encarar la salvaje asonada contra el MTD y los trabajadores neuquinos; o a Romero en Salta que ordenó la detención de piqueteros en Mosconi y atacó brutalmente a organismos de derechos humanos, sindicatos y la izquierda en la Capital provincial.
¿Terminar con el clientelismo?
La lucha contra el uso clientelar de los planes es enarbolada desde el poder contra los movimientos piqueteros. Una verdadera hipocresía si se tiene en cuenta que el principal aparato de punteros en todo el país es el PJ. La derecha propone banelquizar el pago de los Planes Jefas y Jefes, reemplazando el efectivo con vales al mejor estilo de los patrones de estancia de La Forestal.
El gobierno por su parte contesta que la solución es crear "empleo genuino". Un ejemplo: en Tucumán el Ministro Tomada firmó un convenio por el cual se distribuirán cerca de 9.600 planes laborales de $150 a los trabajadores para que realicen contraprestaciones "productivas" en la construcción y los ingenios. El "empleo genuino" no es otra cosa que utilizar a los "beneficiarios" de los planes sociales como mano de obra barata de las patronales negreras.
El clima reaccionario y sus limites
Un clima reaccionario se vive en el país. El retorno de un sector de la clase media al individualismo y la falta de solidaridad por las nuevas posibilidades de consumo, junto al temor de los obreros ocupados a perder el empleo, son un caldo de cultivo para este tipo de prédicas reaccionarias, que hoy encuentran en importantes franjas de la población, una base de masas. Se ha instalado que el problema es la "libre circulación de las personas" que es "impedida" por los cortes de calle y los piquetes. Pero como demuestra la respuesta masiva en Neuquen, la política represiva no consigue aún consenso social.
La democracia burguesa argentina vuelve a exponer sus miserias. El derecho a la protesta de los que nada tienen, intenta ser demonizado y negado en defensa del interés capitalista por la circulación de mercancías -verdadera intención que se esconde bajo la primacía del derecho a la "circulación de las personas"-. Allí donde hay dos derechos decide la fuerza solía decir Marx y el curso amenazante que predican sectores del viejo régimen contra los desocupados parece confirmarlo. La politización hacia la izquierda de los desocupados militantes es condenada como un peligro para la democracia. El ejercicio "libre" de la ciudadanía pareciera ser exclusividad de un público burgués bien pensante y no de los trabajadores.
Fricciones políticas
Como ya dijimos, el régimen político esta divido sobre como actuar. El kirchnerismo muestra su propia debilidad y su dependencia de las distintas facciones del PJ. La pelea entre Duhalde y los K es una evidencia más junto a la crisis de las distintas policías y la fragmentación del poder político entre los distintos gobernadores y punteros territoriales, de los elementos de descomposición del estado y del régimen.
La derecha neoliberal, estilo Sobisch o Romero, tiene en los piqueteros un claro objetivo sobre el cual golpear en su línea de orden (acorde con la Repsol y los capitales petroleros) y es una plataforma para proyectarse como figuras de un arco político que busca liderazgo. El duhaldismo dispara contra los desocupados para imponer su agenda conservadora al gobierno y obligarlo a recostarse cada vez más sobre el PJ. El kirchnerismo, trata de morigerar la agenda que intentan imponerle, mientras, por otra parte busca golpear sobre todo lo que no entre en su lógica de la "transversalidad", fragmentar a los movimientos sociales, cooptar a sus dirigentes y dividir a sus opositores. Su preocupación es mostrar capacidad para disciplinar a los movimientos de lucha y neutralizar cualquier atisbo de oposición social y politización por izquierda.
Como producto de esta situación sectores que apoyaban al gobierno pasaron a la oposición. Es el caso de Elisa Carrió o de Claudio Lozano (CTA) que se negó a incorporarse a alguno de los bloques kirchneristas en el Congreso. Buscan así capitalizar el posible descontento "progresista" ante el rumbo tomado por el gobierno.
Los verdaderos temores de la burguesía
La ofensiva contra los piqueteros y la izquierda hunde su raíz en la crisis orgánica del capitalismo local. Desde diciembre de 2001 -con el final del bipartidismo- la protesta social le ganó las calles a los viejos partidos patronales colocándolos bajo el acoso de la movilización popular. Una nueva representación social y política surgió alrededor de los movimientos de lucha y el que se vayan todos. El kirchnerismo, fue una respuesta de renovación conservadora que calmó los ánimos, cubrió de un manto de legitimidad a la vieja oligarquía política y colocó a los movimientos sociales a la defensiva. Sin embargo resultó insuficiente para eliminar de la escena a los movimientos sociales combativos donde la "extrema izquierda" gano influencia. Se busca estigmatizar bajo el mote de piqueteros -que son los más visibles y cuestionados por su lógica clientelar- a las manifestaciones políticas y sociales de oposición obrera y popular, a las fábricas ocupadas y puestas a producir por sus trabajadores, al imaginario asambleísta, a los delegados sindicales antiburocráticos, a los militantes de la izquierda obrera y socialista.
Una editorial de Clarín (30/11) señaló que el gobierno "conjetura que los conflictos laborales que se avecinan podrían combinarse con las luchas piqueteras". Este vocero de la "burguesía nacional" pone en evidencia cuál es el panorama que incomoda a Kirchner y despierta el instinto de clase de los industriales. La irresolución de la pobreza, del desempleo estructural, el planchamiento del salario y las condiciones de trabajo son fuentes de potenciales enfrentamientos. Un leve crecimiento de la economía puede alentar un avance de la lucha de clases. Los conflictos recientes por salarios y las condiciones de trabajo, de los bancarios, estatales de Santa Fe, los obreros del pescado o los camioneros, son sintomáticos de un cambio en la predisposición de los trabajadores ocupados. El verdadero temor de la burguesía y sus políticos es que la "extrema izquierda" y los movimientos de lucha combativos influyan en sectores de los trabajadores que comiencen a enfrentarse con el gobierno peronista.
Defensa de los movimientos de lucha y de la izquierda
La defensa incondicional del movimiento piquetero y de la izquierda del ataque del régimen, la reivindicación de sus métodos de lucha (el corte de ruta) y de las libertades democráticas de los trabajadores, para ponerle un freno a los intentos represivos que se quieren montar desde algunas facciones de la burguesía y sus políticos es una causa de toda la clase trabajadora y de todos los luchadores. El ejemplo de Neuquén donde se impuso la más amplia unidad contra la represión al MTD, sirve para enfrentar la actual intentona antipiquetera. Un 20 de diciembre masivo, en la Plaza de Mayo, es un primer gran paso adelante.
No obstante hay que señalar que los movimientos piqueteros están en una disyuntiva. El escenario de fragmentación social, habiendo retrocedido los movimientos de lucha desde diciembre del 2001, se viene imponiendo, naturalizando la pobreza y generando intereses corporativos entre los distintos sectores. La alianza del "piquete y cacerola" que asustaba a la casta política y le daba legitimidad y respaldo social a la lucha piquetera está enormemente debilitada. Esta situación de retroceso de los movimientos de lucha y la política oficial ha desnudado la debilidad de la política de la izquierda piquetera. La orientación casi exclusiva de reclamar y administrar la ayuda social los ha dejado rehenes del régimen y el estado que hoy los provoca -para desgastarlos. El abandono de la lucha efectiva por trabajo genuino y de la búsqueda de la unidad real de las fuerzas de la clase obrera debilita aún más la relación con el resto de los trabajadores. Es necesario un cambio en la orientación de los movimientos piqueteros opositores como el Bloque Piquetero (Polo Obrero, MTL y otros) y el MIJD, para hacer frente al desafío del estado. Avanzar en el frente único obrero para luchar por el trabajo genuino y el salario, contra el gobierno y las intentonas más reaccionarias. El ejemplo de la Coordinadora del Alto Valle, conformada por las organizaciones obreras combativas como el Sindicato Ceramista, los docentes de ATEN Capital y el MTD y otras organizaciones sociales, estudiantiles y populares, es un camino a tomar para encarar esta lucha.
Dos diciembres
El 10 de diciembre se cumplieron 20 años de la asunción como presidente electo de Raúl Alfonsín, luego de la dictadura sanguinaria de las Juntas Militares. En el mismo mes, el 19 y 20, habrán transcurrido dos años de las jornadas revolucionarias que terminaron con un gobierno constitucional, el de Fernando De la Rúa, al grito que se vayan todos.
En 1983 se terminaba la dictadura militar. La nueva institucionalidad se imponía como el régimen del gran capital y las finanzas burlando permanentemente las aspiraciones populares. En el 2001 el pueblo movilizado derroca a un presidente elegido por sufragio universal oponiendo su propia voluntad democrática al orden constitucional. Una nueva etapa política se abrió entonces en el país.
Hoy los medios de comunicación acompañan sus apologías sobre la democracia (burguesa) -es decir sobre la Constitución y las instituciones que la encarnan- y condenan al escenario del 2001 tratándolo como un lamentable episodio que no debe empañar el horizonte único de la democracia capitalista. A la hora de dar explicaciones sobre la desocupación en masa y la pobreza hipócritamente se esconde que la democracia argentina se basa en la dominación de una oligarquía capitalista y su casta política que entregó el país y condenó al hambre a millones de argentinos.
Algunos datos grafican esta realidad: la caída del salario real, respecto a los niveles anteriores a la dictadura militar, alcanza al 54%. Mientras que en 1974 el 10% más rico de la población recibía 5,4 veces más que el 10% más pobre. En el 2002 esta relación aumentó a 30 veces. Hoy un 60% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza. En relación a la fuga de capitales es válido decir que en 1975 la suma era de 5 mil millones de dólares. Hoy se habla de 140 mil millones. Los datos de la deuda externa son categóricos. Se disparó de 8 mil millones de dólares a cerca de 155 mil millones.
Esta es la democracia de Alfonsín, Menem, De la Rúa y Chacho Alvarez, Rodríguez Saá, Duhalde y ahora Kirchner. Bajo su amparo se enriquecieron: en los 80, Bridas, Fortabat, y Pérez Companc; en los 90, los grupos trasnacionalizados y el capital extranjero, Techint, Bemberg, Soldati junto a las finanzas Bilbao Vizcaya y las privatizadas Telefónica, Telecom y Repsol. Ahora es el turno de los exportadores, Repsol, Siderca, Aluar y Siderar que se cuentan entre las 10 empresas que más ganaron en el 2002. Se demuestra -como decía Lenin- que esta democracia es una envoltura de la dictadura del capital.
Esta semana los integrantes del Congreso asumieron sus cargos. Aquellos que se sostuvieron contra la voluntad popular y el que se vayan todos son las caras visibles de las instituciones, Ruckauf, Camaño, Atanasoff, Ramón Saadi entre otros. El contenido de cambio democrático que planteaba el movimiento de diciembre es intentado sepultar por las viejas caras conocidas de los partidos patronales. La voz de mando del viejo régimen político en su nueva etapa es recomponer la autoridad estatal y la política burguesa.
Los capitalistas y sus representantes celebran 20 años de su democracia. Nosotros reivindicamos, el 19 y 20 de diciembre, una gesta donde el pueblo en las calles demostró que la derrota sufrida en tiempos de la dictadura y el menemismo quedaban atrás. A través de la democracia directa, las demandas y las alianzas sociales que planteaban las asambleas populares, las fabricas ocupadas y los movimientos piqueteros combativos se empezaba a poner en el centro del cuestionamiento la democracia para ricos. Embrionariamente se prefiguraban las formas del autogobierno de los trabajadores y se presentaba como posible de imaginar un horizonte alternativo al capitalismo y su democracia, que reorganizara la sociedad y, sobre las ruinas del estado burgués, fundara un nuevo ordenamiento democrático poniendo en pie un estado de los trabajadores. Este proyecto inconcluso -y que solo en pequeñas proporciones se avizoró en ese Diciembre, en gran parte por la ausencia la decisiva fuerza social de la clase obrera ocupada- es la bandera estratégica de los que luchamos por la revolución obrera y socialista.
Defendiendo a Kirchner "a los tiros"
D'Elia acusa a los piqueteros de izquierda de hacerle el juego a la derecha. Proclama que la protesta y la persistencia en las movilizaciones callejeras son provocaciones que fortalecen al duhaldismo y a los neoliberales contra el gobierno "nacional y popular". Nada más falso. La imagen de un enfrentamiento entre "progresismo" y "derecha", es una construcción interesada para ocultar que el ataque al movimiento piquetero embloca tras el mismo objetivo a todas las facciones políticas del peronismo, la burguesía y el estado, contra un sector militante de la clase trabajadora.
El abandono de las calles -como predican D'Elía y el gobierno- es un fortalecimiento estratégico de la línea de orden del duhaldismo y la derecha, que va en detrimento de las libertades democráticas. La unica garantía contra el avance de las tendencias reaccionarias pasa hoy por la defensa del movimiento piquetero combativo contra las intentonas represivas y la defensa de los derechos democráticos elementales para la clase obrera y el pueblo, como el ejercicio libre de la movilización, la organización y la protesta.
La pirotecnia verbal de D'Elía habla a las claras de que en el movimiento piquetero se ha formado una burocracia oficialista afin al kirchnerismo. Su obsesión está puesta en impedir todo atisbo de independencia política de los movimientos de lucha.