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Argentina: La lucha continúa


29 de diciembre del 2003

Argentina: Veinte años de democracia, seis meses de Kirchner a dos años de la rebelión popular. Balance y atención

Alberto J. Lapolla
Rebelión

"A pesar de todo, no creo que ellos (los guerrilleros. AJL) fueran el motivo central del golpe militar que se planeaba en La Argentina. Ya en 1971 me había impresionado un diálogo que mantuve si mal no recuerdo con Elvio Coelho, entonces presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA). Yo le preguntaba porque no se lanzaban a la industrialización como en Brasil. -Porque los sindicatos son demasiado fuertes y eso nos llevaría a una guerra civil- contestó - Pero, ¿por qué no lo intentan? -Porque podemos perder - dijo.(1)

Un nuevo escenario político

Montado sobre la nueva situación histórica abierta por la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001, Kirchner está intentando destruir en lo político la democracia gangsteril y cleptócratica que Alfonsín, Carlos Saúl I y Eduardo Chicho chico Duhalde construyeran con ahínco y devoción. La remoción de la Corte de los milagros, el descabezamiento de la cúpula militar procesista, la depuración de las bandas armadas de la federal y la bonaerense, el encarcelamiento de los genocidas, la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la política de derechos humanos, la no concesión -por ahora- de la inmunidad a las tropas yanquis, la no realización del Águila III, el respeto a las protestas piqueteras, los titubeos frente al ALCA, la democratización de la SIDE y la metida de mano en la increíble caja negra bonaerense -que saca de quicio a Duhalde, Solá, Moreau, Ruckauf y demás socios- el enfrentamiento al régimen corrupto y criminal de Santiago del Estero, así como algunas otras cosas hablan de un deseo por construir un sistema democrático más sólido y genuino, en sintonía con el reclamo popular que recorre las calles argentinas desde diciembre de 2001. Todo esto es muy bueno y no debe ser despreciado por el campo popular.

Sorprendiendo a todos y mostrando una vez más que el peronismo tiene todavía muchos rostros, Néstor Kirchner abrió una nueva etapa, retrotrayendo la situación política -el escenario democrático por lo menos- al momento de la capitulación alfonsinista de 1985 en Semana Santa. Antesala del pasaje de Carlos Saúl I que nos robara las empresas del Estado, las jubilaciones, el pleno empleo, la industrialización del país, la educación masiva, las ocho horas de trabajo, el no hambre, la soberanía nacional, la justicia social, la independencia económica, la soberanía política, la integración nacional y las demás riquezas que los argentinos habíamos acumulado desde 1945 -tal vez sin darnos cuenta. Lo peor es que aun recuperando los varios miles de millones que Carlitos cobró de comisión (Joseph Stiglitz, dixit) y aun antes que la Bollocco y su clon los hereden, es posible que no nos alcancen para recomprar lo que el traidor regaló, aunque claro, siempre queda el viejo recurso -también peronista, quien lo diría- de renacionalizar lo regalado y robado.

Kirchner aparece dispuesto a pasar a retiro la democracia gangsteril, mentirosa y prebendaria abierta por Alfonsín, aquel día aciago en que nos mandara a casa a disfrutar de las Pascuas asegurando impunemente que la casa estaba en orden. Fue Don Alfonso -un gran prestidigitador de la política- quien inauguró la democracia de los grandes bufones en la Argentina: Carlos Saúl el más grande, Chacho y Graciela apenas intervistos y Don Fernando un arlequín mendaz, pleno de estupidez.

El problema es lo económico

Pero claro en el momento en que se levanta la vista del panorama político, aparecen las otras cuestiones donde el gobierno de Kirchner derrapa sin contemplaciones. Pese a los gritos y escenas fuertemente histriónicas frente al FMI, las empresas privatizadas, las Naciones Unidas y otros foros, la política económica sigue los mismos lineamientos abiertos en octubre de 1974 -luego de la renuncia de José Ber Geldbard- desindustrialización, respeto y estímulo del endeudamiento externo, transferencia de ingresos de la base a la cúspide social, cese de los derechos de los trabajadores, anulación de los derechos sociales, privatización de las jubilaciones, la salud, la educación y todo lo demás.

No de otra manera puede entenderse que, pese a los gritos de Kirchner, la negociación con el FMI -innecesaria pues el que estaba débil era el FMI y no la Argentina que venía demostrando que podía vivir sin él- haya concluido con la legitimación de 110.000 millones de deuda externa, la exigencia de 3% de superávit fiscal, el regalo de 16.000 millones a los bancos y la supresión de las cuasi monedas que habían ayudado a ampliar la base monetaria restringida por el FMI desde 1976.

Pese a los gritos y amenazas las rutas fueron reentregadas a los mismos empresarios que las regentearon desde 1990, aumentando el sufrimiento para el pueblo, que ve encarecer toda su economía por peajes absurdos y caros para transitar por rutas construidas por la nación y las provincias, entregadas a delincuentes vestidos de empresarios como Macri, Roggio, Fortabat, Eunekián y demás. Pese a los alaridos y amenazas, Eunekián seguirá explotando los aeropuertos argentinos construidos por el Estado nacional. Los Ferrocarriles, tal vez junto al petróleo, los mayores ejemplos del odio al pueblo argentino y a su independencia, que nuestra clase dominante posee, ya que la Argentina fue el único país del mundo que entregó su petróleo a un país extranjero sin haber sido invadido y que destruyó la mayor red ferroviaria de Latinoamérica simplemente para favorecer a los concesionarios de rutas y ómnibus.

Pese a todo, el monocultivo de soja transgénica se sigue expandiendo arrasando a los pequeños productores, concentrando la tierra, deteriorando los suelos y produciendo commodities para pagar deuda externa mientras se hambrea al pueblo argentino. La distribución del ingreso es más escalofriante aun: el 20% más rico recibe el 51% del IN, el 20% más pobre recibe sólo el 5%. 20 millones de argentinos están debajo del nivel de pobreza, 6 millones son indigentes, alrededor de 100 niños argentinos se siguen muriendo por día por causas vinculadas al hambre, más de 6 millones están sin empleo y la participación de los trabajadores en el IN disminuyó del 48% en 1976 a menos del 18% en la actualidad.

Sólo 2.2 millones de argentinos cobran el plan jefes y jefas por miserables 150 pesos, arrancados al poder genocida al costo de 35 muertos en diciembre de 2001. Todos los economistas saben que cumpliendo la ley de 8 horas se crearían 1 millón de puestos de trabajo, sin embargo el Ministro de Economía dice 'que no sabe como acabar con el trabajo en negro'. (4)

Así las cosas, como viene ocurriendo desde 1983 -y en particular desde 1974- la cuestión económica es el punto contra el que se estrellan todos los proyectos reformistas y progresistas en la Argentina. ¿Cómo quebrar la cadena que nos sujeta?, ¿cómo quebrar el sometimiento al FMI y al poder de la burguesía fascista y gangsteril argentina al que se sometieron todos los gobiernos desde Isabel Perón hasta hoy? Por el momento el gobierno de Kirchner no sólo no lo ha intentado, sino que puede decirse que prefiere cogobernar con ese poder económico nacido al calor de la picana y los vuelos de la muerte. Es él quien ha reiterado que no se renacionalizará ninguna empresa y que pese a los escándalos en contrario las AFJP seguirán robando el dinero de los trabajadores.

Piqueteros, clase obrera y campo popular

Está claro, pese a todo, que Kirchner gobierna porque hubo una rebelión popular que volteó al gobierno plutocrático de De La Rúa y al ministro de colonias Domingo Felipe, rebelión que abrió una nueva etapa histórica, cerrando el camino a los agentes coloniales: Reutemann, De la Sota, Carlitos y López Murphy. También está claro que Kirchner es gobierno y no un frente popular nacionalista y revolucionario por la estupidez congénita y la impotencia histórica de la izquierda argentina y su incapacidad una vez más para articular la unidad del campo popular antiimperialista. El pueblo debió optar solo por Kirchner para impedir lo peor, ya que las 'fuerzas de vanguardia' no fueron capaces siquiera de ampliar Izquierda Unida.

Todo estaba servido -luego que el pueblo pusiera una vez más los muertos- para que un nuevo movimiento popular alumbrara sobre los restos malolientes de la UCR y el PJ; una izquierda increíblemente antipopular, no nacional y narcisista hasta el suicidio lo impidió.

De todo lo que alumbrara el 19 y 20, es el movimiento piquetero quien concentra con orgullo, el odio del poder dominante. El capitalismo genocida instalado en la Argentina, necesita de la domesticación y la desaparición física de la clase obrera que realizara la etapa histórica 1936-1945-1975. Los más preclaros murieron en los campos de concentración: 55% de los desaparecidos fueron dirigentes sindicales de base.

Otros murieron en el genocidio social planificado desde 1976. Los más están sumergidos en la marginalidad del desempleo: en 1976 teníamos 6 millones de obreros industriales, hoy restan menos de 1 millón. De allí que la insignia principal de esta clase dominante surgida del grupo Perriaux, sea la misma del Almirante Rojas. 'para que desaparezca el peronismo deben desaparecer las chimeneas'. De allí que Macri, Fortabat, Roggio, Eunekián, Techint, Bulgheroni y demás empresarios nacionales, no desean ni propician de ninguna manera, la reindustrialización del país. A tal punto que las únicas empresas que se reabren son empresas recuperadas por los trabajadores, previamente vaciadas y liquidadas por la burguesía nacional con la que Kirchner intenta reconstruir el capitalismo argentino.

En ese contexto la aparición del potente movimiento piquetero argentino, herencia directa de la vieja tradición de lucha sindical que nos caraterizara como nación moderna, eriza la piel del poder colonial dominante y descoloca a los domesticados dirigentes sindicales de los restos de la clase obrera. En la Argentina hay una acuerdo maldito del poder y los políticos que lo gerencian: no se puede volver de ninguna manera a 1973 y mucho menos a 1945. ¿Se atreverá Kirchner a ser Cámpora, pese a que sus compañeros ex-montoneros de Michelángelo sostengan 'que se puede discutir todo menos la economía'. En una clara muestra que no sólo la dirigencia sindical está domesticada.

Piqueteros: la dignidad de la nación

El movimiento piquetero es la dignidad de la nación, es la parte desocupada de su vieja clase obrera industrial que reclama su derecho a no morirse de hambre, ni ver morir a sus hijos de inanición o bajo las balas de la policía de Duhalde, Ruckauf, Sobisch o Romero. Los desempleados -la mayoría del pueblo argentino- reclaman su reinserción en la nación, reclaman otro 17 de octubre. Eso es intolerable para la burguesía hija de Martínez de Hoz, Cavallo y Videla.

El movimiento piquetero es el mayor objetivo de la reacción como quedó demostrado en los hechos del Puente Pueyrredón de junio de 2002, y a lo largo de todo el año 2002. Hasta que entregara el poder el matrimonio Duhalde, intentó golpear y amedrentar al movimiento piquetero, pero no pudo, peor aun por un error de cálculo debió irse antes, entregar el poder a Kirchner y preparar su jubilación, cuestión que no termina de digerir.

El puente Pueyrredón sin embargo mostró también la potencia y la impotencia del movimiento popular argentino. Potencia para reclamar la llaga más ardiente de la nación: el desempleo masivo e inducido, de su vieja clase obrera e impotencia para construir un nuevo movimiento popular. El poder dominante transita también tal ecuación: potencia para mantenerse en el poder, impotencia -por ahora- para destruir al movimiento piquetero y al pueblo. Y en esta puja -por ahora- Kirchner es una salida intermedia a la crisis teniendo claro que los ministros duhaldistas quieren 'que desaparezcan los piqueteros' (Aníbal Fernández, dixit) De allí que no sea fortuito qué ocurra con el movimiento piquetero ni como éste se mueva, luche y obtenga el respaldo del resto del movimiento popular.

Hay que rescatar la legitimidad de la lucha del movimiento piquetero: todos los desocupados tienen derecho a un subsidio de desempleo, lo contrario es el hambre o el exterminio. Pero en esta lucha los piqueteros deben recuperar su alianza con las capas medias urbanas y no enfrentarse a ellas ni permitir que los medios de difusión -la otra pata del poder colonial- los enfrenten. Una gran debilidad es la división del movimiento piquetero en dos sectores: como herencia de la dictadura todo en la argentina es divisble por dos o por tres y no se puede tolerar la diversidad compleja de articular un campo popular con distintas caras y lecturas. Ese es un punto muy débil sobre el que cabalga la reacción.

No se trata de ignorar u ocultar las debilidades y pequeñeces que afloran en el movimiento piquetero, pero mientras el gobierno no desarrolle políticas activas y agresivas de reactivación del mercado interno -aumento masivo e importante de salarios, pensiones, jubilaciones, créditos a largo plazo o sin retorno, subsidios de toda índole a la pequeña producción agrícola e industrial, ley de ocho o siete horas de trabajo, protección a la producción nacional, política agresiva de sustitución de importaciones, segunda moneda, plan de reindustrialización estatal, renacionalización de empresas, etc.- no hay posibilidad de pensar seriamente en que el desempleo desaparezca y mientras eso no ocurra el movimiento piquetero estará allí y crecerá. Lo contrario sería el genocidio y el pueblo no salió a la calle el 19 y 20 para permitir el retorno de Cavallo, de Carlitos o de Videla. Pero se hace imprescindible reconstruir la alianza que se expresó en las calles en ese tiempo entre las clases medias urbanas y los desocupados y hay que ganar al movimiento obrero y al resto del movimiento político y social a la defensa incondicional del movimiento piquetero. Movimiento que lucha por una palabra que nos definiera como pueblo después de 1945 y que ha sido sepultada por el régimen neocolonial: dignidad.

Fascismo empresarial

Es tal el carácter fascista de los empresarios argentinos que la UIA -así como La Nación, Ámbito Financiero, Infobae, Grondona, Sofovich, etc.- reclama la expulsión de los piqueteros de la calle y el cese de los planes jefes y jefas. Claro, los industriales no dicen que van a crear uno o dos millones de puestos de trabajo no simplemente dicen bala a los piqueteros como reclamaron en 1976 a la dictadura contra el movimiento obrero que hiciera el Cordobazo y les retrasara el tiempo del capitalismo colonial. También ocultan que su pedido represivo esconde la inteción de articular otra flexibilización laboral para acabar con los pocos derechos que los trabajadores aun poseen, montados en el chantaje del desempleo.

Esta clase no puede escapar al mandato de origen de la vieja burguesía comercial porteña rivadaviana y sarmientina, es una clase 'parásita e infecunda'(5) antinacional y antipopular por esencia de origen y destino, clase que siempre pensó que el país es sólo para ellos para sus countries, sus barrios privados, sus gatos de alto nivel y sus viajes por el mundo y no para los negros ni para los pobres, es decir para el 80% de los argentinos restantes. Siempre pensó así: 'la clase decente forma la democracia, ella gobierna y ella legisla(..)Cuando decimos pueblo entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante.

Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara, ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir patriota.(..) Pudimos, en tres años introducir 300.000 pobladores y ahogar en los pliegues de la industria a la chusma criolla, inepta, incivil y ruda que nos sale al paso a cada instante (..) Ud., (Mitre) ha de tener la gloria de establecer en toda la república el predominio de la clase culta, anulando el levantamiento de las masas(..)..puede declarar el plan definitivo: asegurar los principales puntos de la República con batallones de línea, o lo que es lo mismo, apoyar a las clases cultas con soldados contra el levantamiento del paisanaje.' (Domingo Faustino Sarmiento)(2)

'Con esta política (los 30.000 desaparecidos. AJL) buscamos debilitar el enorme poder sindical que era uno de los grandes problemas del país. La Argentina tenía un poder sindical demasiado fuerte, frente al cual era imposible el florecimiento de cualquier partido político, porque todo el poder lo tenían ellos. Ahora con un mercado laboral en movimiento, (es decir que el empleador pueda despedir al trabajador, cuando se le plazca, sin las molestas leyes del peronismo. AJL) el trabajador no acude más al dirigente sindical por su problema, porque sino le gusta el empleo se va a otro y listo... Hemos debilitado el poder sindical y esta es la base para cualquier salida política en la Argentina..' (3)

El campo popular ya sabe que cuando el poder dominante comienza a clamar en nuestro país por la masacre, tarde o temprano lo intentará. Es tarea de las fuerzas que componen el campo popular -aun no articulado- impedirlo, por sobre toda otra cuestión. Ese es el mandato principal que aflora de las heroicas jornadas de diciembre de 2001 y de diciembre de 1983, por cierto.




Notas

(1) James Petras a María Seoane en Todo o Nada. Planeta- 1997

(2)Citado por Carlos Paz, en Poder, negocios y corrupción en la época de Rivadavia. De Alejandría 2000

(3) Juan Alemann, Clarín, 1980

(4) Roberto Lavagna, Clarín 5-12-03

(5) Juan José Hernández Arregui. La Formación de la Conciencia Nacional. Plus Ultra-1983

08-12-03