LA VERDAD SOBRE LA EPOCA DELARRUISTA
LOS SUSHI: UNA GENERACION PERDIDA
Por Pablo E. Chacón
ARGENPRESS.info
El periodista Pablo E. Chacón refresca la memoria sobre un grupo hegemónico de la Alianza que llevó a Fernando de la Rúa a la presidencia. Cuando muchos periodistas se hacen los distraídos, Chacón recuerda a los 'sushi' y las travesuras de Carlos 'Chacho' Alvarez.
Mario Tato Pontaquarto habló y dijo: todo lo que sabía, aunque se habrá guardado algunas cosas, no pudo evitar traernos a la memoria a ese inolvidable grupo de jóvenes que supo ganarse un lugar al lado de Fernando de la Rúa, siempre atento a edades y lealtades. Este es nuestro pequeño memorándum recordando una época cercana que muchos quieren olvidar.
Las recientes declaraciones del autoimputado Mario Pontaquarto, a quienes muchos se obstinan en calificar de 'arrepentido', o de haber sido usado, 'Mario (por Pontaquarto) fue usado', acaba de decir el ex senador por la UCR mendocina José Genoud, uno de los supuestos beneficiarios de ese uso, han vuelto a traer a la memoria a los jóvenes radicales (en el sentido de la UCR) que por entonces componían la primera y segunda línea de aquel gobierno, lamentable desde su inicio.
Los sobornos que lubricaron la aprobación de la Ley de Reforma Laboral, según consta en las declaraciones del 'Tato' (por Pontaquarto) a la revista TXT, fueron pagados con gastos reservados de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). La orden de pago, siempre según el ex secretario administrativo de la Cámara de Senadores, fue dada por Fernando de la Rúa, y ejecutada por su amigo personal, Fernando de Santibañes, titular de la SIDE radical. Se habla de 5 ó 6 millones de dólares.
De Santibañes, que habría pasado de especulador a banquero, se jactaba de haber dado clases de política, junto al peronista de Guardia de Hierro Alberto Flamarique, a la nueva generación de radicales, Darío Richarte, Darío Lopérfido, Cecilia Felgueras, Lautaro García Batallán, etcétera, que reconocían sin dudar las virtudes pedagógicas de la dupla. Es cierto: con ese auditorio, cualquiera es maestro.
El titular de la SIDE y el de Trabajo, entre los 'sushi' (como se conocía a esa banda liderada por los hijos de De la Rúa, Antonio y Fernando), eran conocidos como 'los jefes'. Había un tercer 'jefe', un secreto a voces, 'el cerebro', quien fuera ex ministro del Interior de Raúl Alfonsín (en su también lamentable gobierno): Enrique 'Coti' Nosiglia, vecino de De la Rúa en su solar de Villa Rosa.
Cercano al círculo áulico, aleteaban otros moscardones: Luciano Olivera, ex interventor en ATC (que dejó al canal con más deudas que cuando llegó), Marcelo Distéfano (echado del Ministerio de Trabajo por un presunto reparto discrecional de planes sociales), Rafael Veljanovich, ex subsecretario de Acción Social, también expulsado por manejos raros, y Félix Pelliza, socio de Agustín Zbar, todavía hoy a cargo del Registro Civil de las Personas, quien por esa época declaraba su amor incondicional por el número 2 de la SIDE, Richarte, y por Zenón Ceballos, abogado de la casa y socio flotante de Mariano Cúneo Libarona.
Andrés Delich, ex ministro de Educación, hijo del sociólogo Francisco Delich, ex rector de la Universidad Nacional de Córdoba, y Héctor Lombardi, ex secretario de Turismo (hoy alineado con Ricardo López Murphy), acaso los ejemplares más probos del grupo, serían los únicos que podrían pensar alguna forma de futuro político.
¿Y el resto? García Batallán, psicólogo, quien tuvo que renunciar a su cargo en la legislatura porteña cuando uno de sus asesores fue filmado 'coimeando' un favor, terminó como número dos del Ministerio del Interior, propiciando, en la misma línea que Antonio de la Rúa, la represión indiscriminada que ya se había desatado en la Plaza de Mato el 19 de diciembre del 2001: es lo que en conductismo se conoce como estímulo-respuesta.
Este cronista puede dar fe de haber escuchado en persona al locutor Antonio Laje, cuando fungía como 'director' del semanario 'La Primera', reconocer su amistad (y la de su esposa) con García Batallán (y su esposa): compartían no sé qué cercanía inmobiliaria en Pilar, y quizá fuera el lugar donde se decía que --a cuenta de la SIDE-- se habría armado la campaña que la revista llevó adelante contra Carlos 'Chacho' Alvarez.
Es obvio que para tales menesteres no era necesaria la presencia de Daniel Hadad, quien según las versiones del momento, también habría participado en la operación de enlodado (por esa y por otras); fue la única razón por la cual los muchachos de Radio 10 lamentaron la caída de la administración De la Rúa.
De Santibañes no necesita más dinero; nunca tuvo prestigio y nunca lo tendrá; pero tiene tierras, muchas, en el sur, cerca de San Martín de los Andes, dónde solían ir a pescar truchas y a tomar whisky importado sus amigos Flamarique y Nosiglia. Alejandro Brousson, titular de la Sala Patria de la SIDE, aparente empleado del 'Coti', nunca estuvo invitado: parece que custodiaba a Pontaquarto.
Richarte también tenía acceso a la bóveda de la SIDE: hijo de un abogado, él mismo abogado, hoy da clases en la UBA. La leyenda cuenta que uno o dos días antes que De la Rúa se tomara el helicóptero, el hombre sacó en el baúl de su auto, por la salida que da a Leandro N. Alem, una valija, con destino incierto. De Pontaquarto dice que es un mentiroso.
Antonio de la Rúa, convertido en paje de una mediocre cantante colombiana, que lo pasea por el mundo cumpliendo el sueño de muchos de sus pares: vivir mantenido por una mujer deseada, y más tiempo desde que existen el Viagra y otros sucedáneos.
Aíto, su hermano, un muchacho preocupado por alfabetizar e informatizar a las masas, que se consiguió para la tarea un socio de honor, Domingo Cavallo; pudo casarse, nadie sabe cómo, con una morena de doble apellido, para contento de doña Inés Pertiné y mayor todavía de su tío, un militar que durante la última dictadura supo cumplir tareas en diversos grupos. Además, nieto del general pronazi Basilio Pertiné.
Lopérfido, el fallido 'Malraux' local, se conoce su residencia: Madrid, y su trabajo: empleado de categoría menor del Grupo Prisa: una operación liderada por José Luis Manzano y Daniel Vila, desde las páginas de 'La Primera', intentó convertirlo en ariete de una negociación por medio del cual ese grupo se quedaría con el matutino 'La Nación'; lo único que lograron fue poner blanco sobre negro los negocios (de Manzano y Vila) con Raúl Moneta (el verdadero interesado en el diario), y su notoria inutilidad para manipular a la opinión pública.
De la Cenicienta, Cecilia Felgueras, poco puede decirse que sean desdichas: enemistada con Aníbal Ibarra, quien le habría prometido en un futuro gabinete la secretaría de Cultura, despechada, 'blanqueó' sus preferencias electorales por Mauricio Macri: políticamente desahuciada, será consultora de una firma internacional, o se recluirá en un convento para carmelitas. Esas dos versiones circularon con insistencia; nadie sabe cuál es la verdadera.
Finalmente, el 'reivindicado' Alvarez: quien llamaba uno por uno a los diputados del Frepaso para que bajen a votar la ley comprada, estructuralmente funcional al sistema de acumulación que permitió el pago de 'excedentes', la catástrofe económica argentina y la excusa perfecta para renunciar a hundirse junto al Titanic: a los cargos sí, a los honores nunca.