Capital y urnas: notas clasistas
por COLECTIVO NUEVO PROYECTO HISTORICO
nuevproyhist@hotmail.com
Conclusiones provisorias sobre elecciones y lucha de clases. Como la verdad es siempre concreta. Primera parte. Un abrazo a los cumpas.
Capitalismo y elecciones: notas clasistas
Los estudios electorales de la sociología burguesa identifican tradicionalmente la abstención con la ausencia del ejercicio del derecho de sufragio activo, es decir, con el no acudir a votar en un proceso electoral determinado. Anclado en una vieja ideología del fetiche parlamentario (en la falsa dialéctica democracia-dictadura) se presuponía que la abstención era patrimonio del lumpen-proletariado, de los sectores desclasados o, paradójicamente, de capas altamente politizadas y concientizadas de la derecha social. A partir del afianzamiento y maduración del "Capital-Parlamentarismo" (la llamada tercera ola de democratización en América Latina), paralelo al establecimiento del postfordismo, de la propia capacidad de autorreflexión de la nueva izquierda, este punto de vista demócrata-liberal a comenzado a cambiar. La abstención electoral ya no es percibida como un déficit de las masas, como una carencia de nichos precapitalistas, o virtudes de la clase media alta, sino como una discrepancia radical con el régimen político (o, incluso, con la democracia in toto: como sistema del capital), en los que no se desea participar de ninguna forma, en un desinterés por la política o en un convencimiento de que nada puede cambiar realmente gane quien gane las elecciones. Sabotaje activo. Es una suspensión en la creencia burguesa en el mito de la representación y el fetiche del mandato. En la teoría de la acción colectiva es una salida, un éxodo por sobre la voz, sobre la lealtad al sistema (medido incluso con el voto en blanco). Pero, en cualquier caso, sea voluntaria o técnica, la abstención electoral que acabamos de explicitar se caracteriza por la no participación en el proceso electoral, subrayada por el sesgo obligatorio que tiene legalmente en Argentina por ser una abstención no participante, que consiste precisamente en un no hacer, en un no votar, en violar la legalidad de manera consciente.
Sin embargo, la abstención electoral a la que nos hemos referido hasta aquí no agota las posibilidades abstencionistas de un potencial elector en un proceso electoral determinado. Abstenerse electoralmente no significa tan sólo no votar o no participar en las elecciones. También puede significar no expresar preferencia por ninguna de las opciones electorales concurrentes. Por supuesto, el no votar ya implica la no expresión de preferencia alguna, incluso la plena conciencia de estar bloqueando al maquinaria institucional. Pero, y aquí estaría el matiz diferencial importante, también es posible no expresar ninguna preferencia y, sin embargo, no dejar de participar en el proceso electoral (voz sobre salida), porque manifestar preferencia y votar no son ni acciones idénticas ni sinónimos. Se trata, que duda cabe, también de una abstención electoral, pero de una abstención distinta de la anterior y de otro orden, de una abstención participante, que nosotros denominamos abstención activa o leal. Todas estas reflexiones vienen a cuento de los recientes resultados electorales en Córdoba, Formosa, Neuquén y Misiones, lectura que los medios no realizan, a los que analizaremos brevemente.
"Agenda-setting", guerrilla de la comunicación y movimiento: "Arrasó Gildo Insfrán en Formosa"; "enorme triunfo del PJ en Formosa"; "mayoría total de Insfrán den Formosa", y así podríamos continuar hasta el hartazgo. Hasta en Página 12. Son la mayoría de los titulares sobre las ultimas elecciones en la provincia de Formosa de todos los medios de comunicación escritos. Ni hablar de la televisión. Como se ha podido ver en el caso de la insurrección en Bolivia, los "mass-media" son uno de los obstáculos más formidables a vencer por el movimiento. Nunca tan acuciante el trabajo de contrainformación, de información alternativa, de erosionar la ideología dominante. Y es que el movimiento autónomo, como verdadera esfera pública no-estatal, debe desactivar el efecto burgués de la "agenda-setting". Pero: ¿qué es el efecto de "agenda-setting"? Simplemente que como consecuencia de la acción de los periódicos, de la televisión y de los demás medios de información, el público es consciente o ignora, presta atención o descuida, enfatiza o pasa por alto, elementos específicos de los escenarios públicos alternativos. La gente tiende a incluir o a excluir de sus propios conocimientos lo que los monopolios de los media incluyen o excluyen de su propio contenido. El público además tiende a asignar a lo que incluye una importancia que refleja el énfasis atribuido por los mass-media a los acontecimientos, a los problemas, a las personas. El caso "Formosa" (o el de Córdoba) refleja un típico efecto contrarrevolucionario de los medios de comunicación, los cuales escogen los temas sobre los que se habla y se discute, así como su importancia, su orden y la manera de transmitirlos. Los medios elaboran con antelación una agenda de trabajo sobre la información que van a difundir, determinan la importancia de los hechos del país y del mundo y les asignan un orden planeado y pensado racionalmente con el objetivo de lograr mayor audiencia, un mayor impacto, y una determinada conciencia "política" sobre cierto tema, a la vez que deciden cómo evitar referirse a determinada información, etc. El ejemplo más contundente de la puesta en práctica de esta teoría lo podemos encontrar en la televisión, la cual, en definitiva, es un medio hegemónico (como casi todos los medios), pues moldea el entorno comunicativo y asume la información como un espacio de poder. El triunfo de Insfrán en Formosa es un paradigma de cómo la izquierda social no debe dejarse atrapar por la unidimensionalidad y la gramática de clase del efecto "agenda setting". Parte importante de la lucha es una comunicación contrahegemónica íntimamente ligada a la práctica constituyente del nuevo movimiento. La guerrilla comunicativa es una de las tareas pendientes de la autonomía, ya no como mera tarea académica sino como praxis. Sobre este punto, existen diversas teorías que así lo demuestran y que se basan en la idea de que la opinión de la ciudadanía está íntimamente relacionada con la de los medios. Así, entre muchas teorías e hipótesis, nace a principios del siglo XX la teoría de la Agenda Setting, la que a grandes rasgos asegura que existe una "fuerte" correlación entre la jerarquía de los temas establecida por los medios y la jerarquía temática expresada por los votantes. Esto ha aumentado exponencialmente a partir de la consolidación de las formas de dominio "capital-parlamentarias".
Junto a esta teoría se propone la del Framing, la que señala que los medios, además, traspasan patrones de interpretación espontáneos-populares de los distintos temas: "encuadran" las noticias. Por ejemplo, es el medio de comunicación el que decide que el tema del triunfo "aplastante" de Insfrán es no sólo el gran tema en un momento determinado (Setting) sino que es el mismo medio el que le dice a la gente que es un tema muy importante para la consolidación y el bienestar general (Framing).
Los medios deciden de qué se va a conversar en el trabajo o en la cena familiar o en el piquete de la ruta… en definitiva, forman la Opinión Pública Burguesa, la esfera de formación de la conciencia ciudadana, basada en la separación entre burgués y "citoyen". En este cuadro aparece lo que se llama Espiral del Silencio, una suerte de juego recíproco entre la comunicación colectiva, la comunicación interpersonal y la percepción que un individuo tiene de su propia opinión frente a otras opiniones, dentro de la sociedad. Lo anterior se refiere al cómo las personas perciben su opinión en contraposición con la de los demás, percepción que muchas veces puede llevar a cambiar de parecer para no sentirse "apartado social", evitar el estigma de ir contra una pretendida opinión mayoritaria.
Todo lo anterior, unido al tema de las encuestas, conforma un cóctel muy sabroso para los políticos y sus asesores. Si son los medios de comunicación los que fijan la pauta social (Setting y Framing) y al parecer un buen porcentaje cambia de opinión para tener "buena acogida" en la comunidad (Espiral del Silencio), bien vale publicar una encuesta con resultados que beneficien al poder actual. Y aquí aparece la industria de las encuestas. Algunas de los "sorprendentes" resultados que se sucedieron en las últimas elecciones pueden perfectamente asumirse como consensos construidos a partir de estos mecanismos de la ideología dominante. Gráficos resultan los efectos que la publicación de una encuesta puede tener en la intención de voto, situaciones comprobadas científicamente en diversas elecciones norteamericanas y europeas. Se puede ver esto, a la encuesta como forma de manipulación, en el papelón de las últimas elecciones: en Mendoza debía perder el que terminó con los brazos en alto, y en La Pampa, el teórico tercero en discordia se quedó con el segundo puesto y el supuestamente cómodo segundo, entró tercero.
Las encuestas tienen efectos manipuladores concretos. El primero de ellos, denominado "Underdog", consiste en que por lo general los electores que aún no tienen determinado su voto, tienden a decidirse por el candidato más "golpeado" tanto en las sondeos como en los medios de comunicación. Por otro lado, el efecto "Bandwagon", hace relación a que un porcentaje del electorado opta por emitir su voto por el primer candidato en las encuestas, subiéndose al "carro ganador", algo muy similar a la teoría del Espiral del Silencio. Se ha comprobado que incluso tal como moldea al candidato los propios medios (su perfil psicológico, estilo, historia personal y pública, etc.) tal es como pasará a la agenda pública. Los medios son, en el capitalismo, destino. Todo esto a cuenta de la magnífica operación de manipulación mediática del capital de las elecciones, desde la asunción de Kirchner. Ello no invalida la tendencia general que arroja el proceso de elecciones locales el proceso parcial de estabilización: triunfo del oficialismo provincial, hegemonía del PJ y existencia de dos proyectos políticos diferentes dentro del mismo. Pero en el PJ siguen conviviendo dos proyectos políticos diferentes: la transversalidad de Kirchner y el justicialismo de Duhalde. Sobre 21 elecciones provinciales ya realizadas, en 19 se ha impuesto el oficialismo local para gobernador. Las excepciones han sido San Juan y Tierra del Fuego. Aun los dos triunfos políticos del Presidente por fuera del PJ han sido reelecciones (Capital y Misiones). La resistencia al capital ha pasado por el fenómeno silencioso de la abstención, el mayor peligro para la recomposición de la legitimidad burguesa.
El efecto "agenda" y "setting" es aquí formatear el sedimento del "¡Qué se vayan todos!", vender la esperanza ciudadana, ocultar el éxodo, la apatía y el rechazo de la gente por el "Capital-Parlamentarismo". Como demostró Bolivia, uno de los más grandes escollo que encontraremos en el desarrollo de la transición al comunismo será el combate mortal con los "medios de intoxicación" del "Capital-Parlamentarismo". En suma: que las masas acepten el "volvieron todos" con fatalismo, que la utopía es una uva amarga, un sueño primaveral. Imponer la "real politik" de la nueva acumulación originaria.
Formosa: es una de las provincias más pobres de nuestro país, con una población con necesidades básicas insatisfechas (NBI) cercana al 35%, el padrón de electores era de 301.924, de los cuales votaron sólo 189.412. los formoseños que no fueron a votar llegaron a 113.000, y los que participaron con su voto negativo llegan al 4,7%. Para ver el creciente rechazo y el significado revolucionario de la abstención diremos que la media histórica desde que Formosa es provincia es de 75%: por ejemplo, en 1983, plena borrachera de transición a la democracia, la participación fue del 72,5%; en el 2001, pre-anunciando los sucesos de diciembre, el porcentaje fue del 69,6%. Ahora, en plena recomposición y transversalidad del régimen de Duhalde-Kirchner, la participación fue del 62,7%.
Córdoba: la "Docta" ha tenido desde 1983 una participación electoral promedio del 82,1%. Según el INDEC tienen un 12,8% de su población debajo del nivel de pobreza (NBI: necesidades básicas insatisfechas), por lo que el argumento de abstención=precapitalismo=pobreza hindú no se sostiene. La provincia pasó de un 86% en 1983, a un 83% en 1995, 72,8% en el 2001, hasta llegar en las últimas elecciones a un increíble (e insostenible a mediano plazo para la gobernabilidad del sistema de partidos) 57,25%. De un total de 2.244.149 electores, han ido a votar nada más que 1.284.765, la abstención electoral casi llega al millón de cordobeses. Si se le suma la "voz" (el voto en blanco), e incluso las opciones de izquierda (un 3,5%) que fue de un 10,15% (alrededor de 131.000 votos), la resistencia al "Capital-Parlamentarismo" es la mayoría en la provincia. Si se recuerda que en el 2001, en pleno voto "bronca", el voto negativo fue del 18,7%, se puede ver hasta donde ha llegado la erosión a la legitimidad del sistema representativo burgués. Hay lugares, como Cruz del Eje (la cuarta en población y asentamiento de industrias y talleres ferroviarios) donde la participación cayó al 46,5% del padrón¡. Recordemos que Cruz del Eje fue epicentro de movilizaciones, ollas populares y acciones directas desde 1996. Las nuevas formas de lucha serán luego comunes al movimiento: tomas de posición (ciudad) con cortes de rutas y calles, con enfrentamientos violentas con las fuerzas represivas, en las que se retoma la figura del piquetero, el instrumento de lucha y la forma de organización autónoma. La evolución silenciosa de la multitud sigue bloqueando el intento de estabilización capitalista de Duhalde-Kirchner, aunque nos quieran hacer creer lo contrario.
Tucumán: es una de las provincias "rojas" (junto con Jujuy, Neuquén y Salta): con el 3% de la población del país la provincia tiene el 5% del total de cortes de ruta, movilizaciones y acciones directas. Es la cuarta provincia en importancia en cuanto al surgimiento del nuevo movimiento social. Según cifras oficiales, sobre una población de 1.336.664 personas, la provincia de Tucumán registró en abril último 900.000 pobres (el 64%), de los cuales 459.295 son indigentes. Así, la ayuda social que se provee desde la Nación y la provincia resulta insuficiente. Las changas que se consiguen son cada vez menos. La razón es sencilla: la desocupación registrada en la provincia alcanzó el 23% y la subocupación, el 19,5%. La mitad de los niños menores de seis años sufre desnutrición: Es la tierra en la que la mortalidad infantil es de 25 chicos por cada mil. Dos niños más que el año anterior y nueve más que la media nacional, según cifras del Ministerio de Salud de la Nación. Las principales causas de muerte son las sociopatías: enfermedades derivadas de la condición de pobreza. El porcentaje de NBI (necesidades básicas insatisfechas) es del 25% de la población. Las últimas elecciones fueron una derrota total para el PJ. Fuerza Republicana no hizo más que mantener la misma cantidad de votos de las elecciones de gobernador del 29 de junio último, cuando Ricardo Bussi salió tercero con 122.363, detrás del PJ y del frente del ex fiscal Jerez. En cambio el peronismo, que entonces ganó la Gobernación con 271.578 votos, ahora habría caído por debajo de los 100.000. Es decir que en cuatro meses perdió aproximadamente 200.000 votos. Eso no es todo: la abstención rozó el increíble porcentaje del 50%. De casi 880.000 tucumanos, no fueron a votar 435.000¡¡...Los votos en blanco y los de la izquierda partidaria rozaron el 6%. Incluso en departamentos como Tafí Viejo, donde el presidente Kirchner un mes antes prometió demagógicamente reabrir los talleres ferroviarios, 146 millones de pesos en la construcción de 2.226 casas, 21 escuelas y tres puentes, junto con la remodelación de la ruta nacional 38, su efecto en las masas fue mediocre: sólo fue a votar el 52% del padrón. En departamentos donde los piqueteros surgieron con fuerza, como Famaillá, Monteros y Aguilares, la abstención rondó el 52%. La tendencia histórica nos puede dar una idea de los problemas de legitimidad que enfrenta el "Capital-Parlamentarismo": su promedio de participación en los últimos 25 años es de 76,3%; en 1983 fue de 79,3%; en el 2001 de 63,5% (el voto negativo es bajo: apenas un 11,8%). Si se observa esto con otras iniciativas de las masas, como el movimiento para no pagar los impuestos, etc., se puede apreciar la falacia de la exitoso efecto K.