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Argentina: La lucha continúa

ABRUPTO FINAL PARA EL BREVE IDILIO ENTRE KIRCHNER Y LOS PIQUETEROS

Se terminó lo (poco) que se daba


El gobierno les advirtió a los desocupados que no hay más plata para subsidios. Los piqueteros entonces, por distintos medios, con su fragmentación, con sus contradicciones, con sus más y sus menos, retomaron la resistencia contra el capitalismo neoliberal que hambrea a la Argentina. Este modelo perverso, regresivo e injusto que el kirchnerismo no se propone abolir sino perpetuar, criminalizando y reprimiendo a los que lo cuestionan.

Por Marcelo R. Pereyra

Contracultural


NO SON OTROS LOS OTROS
A seis meses de su asunción, el gobierno de Néstor Kirchner no ha producido una sola medida orientada a producir transformaciones estructurales en la socioeconomía de la Argentina. El tiempo se le ha ido al gobierno en desalojar a sus enemigos de los puestos clave en la burocracia estatal, en ubicar a sus amigos y favorecedores en esos mismos puestos, en crear fuegos de artificio y tácticas de distracción para hacerle creer a la sociedad civil que "está-haciendo-algo-por-el país", en discursos petardistas que no significan nada, en asistencialismo electoralista, y sobre todo al gobierno el tiempo se le ha ido en ingentes esfuerzos destinados a ocultar su verdadera naturaleza: la de ser un continuador del modelo neoliberal que tan nefastas consecuencias ha tenido para la mayoría de los argentinos.

Pero, ¡ay!, para los sectores más postergados el paso de este tiempo sin soluciones concretas se siente en su vida cotidiana: en sus pequeños hijos desnutridos y desdentados, en sus adolescentes cooptados por la violencia del delito, en sus jóvenes frustrados y desorientados, en sus adultos resentidos, en sus mayores desamparados, y en el estómago vacío de todos de ellos.
Por eso el colectivo piquetero retomó la lucha -por que no le alcanzan las palabras huecas y las promesas engañosas- y, paulatinamente, recuperó la calle que, mal que le pese a la clase media más insensible y retrógrada, es su principal lugar de lucha. De esta forma los piqueteros ejercen sus derechos políticos amparados por el artículo 14 de la Constitución. ¿Qué otra medida que los cortes de calles y de rutas pueden tomar aquellos que no tienen un trabajo donde hacer una huelga?

¿Es que no se entiende que cuando se habla de su miseria no es un eufemismo, ni una exageración panfletaria? ¿No se entiende que son seres humanos que en su gran mayoría viven literalmente en el barro, linderos con zanjas infestadas y malolientes, ayunos de servicios sanitarios mínimos, olvidados para siempre por un Estado indolente? Y no hay que ir muy lejos para comprobarlo, basta con salir unos pocos kilómetros de ese ombligo del mundo que es la ciudad de Buenos Aires. Pero en las provincias en general, y sobre todo en las del Norte, el panorama es todavía peor.

Sin embargo, los pequeño burgueses se enfurecen con los que les complican la circulación hacia unos trabajos, unos colegios o unos hogares que los "negros sucios y quilomberos" querrían tener. Es cierto que hay un derecho a circular, pero los piqueteros no lo conculcan sino que, en todo caso, lo entorpecen. Pero por encima de éste hay un derecho humano esencial a vivir dignamente como personas y no como animales hambrientos, que está incluido dentro de los derechos humanos universales que han sido incorporados a la Constitución Nacional (art. 75, inc. 22).

CASA TOMADA

Cuando el gobierno advirtió en las últimas semanas que cada vez había más piqueteros en la calle se empezó a poner incómodo. Es que para contener la protesta, ya no eran suficientes las reuniones amables en la Casa Rosada plenas de promesas escritas en el agua. Ya no funcionaban el supuesto carisma del Kirchner ni su supuesto 87% de imagen positiva. Por lo tanto el gobierno recurrió a lo que recurren siempre los débiles y los autoritarios: la mano dura. Primero fueron las muertes muy oscuras de dos militantes sociales en Jujuy, a principios de octubre pasado. Luego el gobierno instruyó a sus fiscales -que ya no dependen del Poder Judicial sino del Ejecutivo- para que iniciaran distintos procesos judiciales a los más revoltosos. Es lo que se denomina la "judialización" de la protesta social. Y por último, los estrategas oficiales fogonearon una operación de prensa con frente al "secuestro" del ministro Carlos Tomada.

El globo de ensayo fue lanzado el 26 de octubre por el diario La Nación cuando tituló en su tapa: "SE CREARA UNA BRIGADA PARA CONTROLAR A LOS PIQUETEROS". Según el autor de la nota "el presidente Néstor Kirchner ordenó crear una brigada sin capacidad de fuego dentro de la Policía Federal, especializada en desactivar conflictos". Este grupo "sería especialmente preparado para individualizar a los cabecillas, negociar, persuadir y desactivar protestas sociales". De acuerdo con el matutino, "la medida se vincula con el episodio en el que grupos piqueteros tuvieron como rehén al ministro de Trabajo, Carlos Tomada, en el ministerio, desde el miércoles último a las 17 hasta el jueves a las 4.40, en reclamo de 3000 subsidios". En un reportaje publicado por La Nación el mismo día, el funcionario -comentando su supuesto secuestro- dijo indignado que "el fenómeno piquetero (sic) es impredecible. ¿Cuál es el límite? ¡Este es el límite!".

Dos días más tarde y frente a numerosas reacciones en contrario, el gobierno negó el proyecto de la brigada antipiquetera, pero le ordenó al fiscal Luis Comparatore que solicitara la formación de una comisión policial para identificar y detener a los piqueteros que le tomaron la casa a Tomada.
EL TÁBANO

Es evidente que las protestas piqueteras le molestan al gobierno. A pesar de que con sus reclamos apena busca asegurarse una subsistencia minimalista, y no efectuar planteos revolucionarios, el colectivo piquetero molesta igual; es como un tábano clavando una y otra vez su aguijón. De ahí que, por un lado, Kirchner haya contestado con persecución judicial y policial para los piqueteros, -porque nunca estará dispuesto a dar soluciones de fondo- y, por otro, para el resto de la sociedad emite cortinas de humo -como la autodenuncia por supuestas defraudaciones en la flota aérea presidencial-, en un intento por conservar esa equivocada imagen de progresista y transparente que se le ha asignado.

Pero no habrá operaciones de prensa ni cortinas de humo que valgan: los piqueteros seguirán cortando calles y rutas por muchísimo tiempo. Será seguramente hasta el día en que la Argentina se transforme en un país más justo e igualitario. Teniendo en cuenta el mal humor acumulado desde hace mucho tiempo por la mayoría de los argentinos, lo inestable de la situación social y lo precario de la situación económica, tal vez no falte mucho para ese día.