Gobierno vs. Piqueteros 
La protesta social ya tiene 2.500 procesados 
La abogada María el Carmen Verdú, como miembro de la Coordinadora 
  contra la Represión Policial e Institucional, será la abogada 
  defensora de los piqueteros que fueron denunciados por el ministro de Trabajo, 
  Carlos Tomada, por la movilización que realizaron la semana pasada frente 
  a la cartera laboral. "Por la poca envergadura de las organizaciones imputadas, 
  da la sensación de que se trata de un globo de ensayo", dice en esta 
  entrevista donde analiza las implicancias de la criminalización de la 
  protesta y denuncia una estrategia de cuatro patas que el gobierno tiene para 
  desarticular al movimiento de trabajadores desocupados. "No es descabellado 
  si se piensa que ya hay 2.500 procesados por participar de las protestas sociales", 
  asegura.
  
  LAVACA.ORG
-¿Qué significa la denuncia penal que realizó el gobierno 
  contra los grupos piqueteros que manifestaron en la puerta del Ministerio de 
  Trabajo? 
  -La denuncia es parte de una nueva estrategia que plantea el gobierno, que ya 
  se venía venir, pero que se puso en evidencia en las últimas semanas. 
  Se trata de una estrategia basada en cuatro patas: la primera consiste en generar 
  un desgaste sobre las organizaciones a través de especialistas. Eso se 
  vio en el episodio de Trabajo que, hasta llegar a los funcionarios del Ministerio, 
  los piqueteros tuvieron toda una serie de reuniones, de tiras y aflojes con 
  personal policial entrenado en negociaciones, que produjeron una dilación 
  de ocho o diez horas. En segundo lugar, hay una estrategia de generar contradicciones 
  entre las distintas organizaciones. Se ve claramente en el discurso del gobierno 
  cuando clasifica y dice que hay piqueteros sensatos, piqueteros amigos y que 
  están los otros, radicalizados. En tercer lugar, aparece la utilización 
  del Código Penal. Eso juega a dos niveles: hay gente que tiene que estar 
  sujeta a los avatares de una causa penal y, por el otro, se genera en la opinión 
  pública una equivalencia entre protesta social y delito. La cuarta pata 
  de esta estrategia es una activa campaña en la opinión pública. 
  Dicen: "Nosotros estamos tratando de hacer las cosas bien, los que protestan 
  son delincuentes que no permiten que la gente llegue a su trabajo". En ese sentido, 
  el incidente con Tomada creo que fue un globo de ensayo. 
  -¿Qué implica la distinción entre piqueteros sensatos e ideologizados 
  que formula el discurso oficial? 
  -Eso es terrible, no porque se los tilde de ideologizados que no tiene nada 
  de malo, sino porque la ideologización se plantea como la línea 
  divisoria entre los que delinquen y los que no delinquen. Por eso, esta denuncia 
  penal no es sólo un problema de cuatro organizaciones; es una definición 
  de los términos en que el gobierno lleva adelante la guerra -y uso el 
  término guerra con absoluta conciencia- a los sectores organizados del 
  campo popular. En todo caso, lo que marca que haya grupos que se oponen al ALCA 
  o al capitalismo indica que no se trata sólo de un reclamo sectorial 
  o economicista, sino que hay conciencia política que sustenta estas organizaciones. 
  
  - No bien asumió, el presidente Kirchner se mostró dialoguista 
  y recibió a casi todos los movimientos piqueteros en Casa Rosada, ¿por 
  qué cambió de actitud? 
  - ¿Cómo funciona ese diálogo? Desde el 25 de mayo, tanto Kirchner 
  como sus funcionarios del área de Justicia y Seguridad comenzaron a decir: 
  "No vamos a criminalizar la protesta". Salvo esos discursos -preciosos, muy 
  bien dichos- no ha habido ningún hecho concreto que solucione la situación 
  de las miles de personas que están sometidas a proceso por haber participado 
  de movilizaciones reinvindicativas o de hechos vinculados a la protesta social. 
  Por el contrario, lo que la evidencia sí nos indica es que en ese lapso 
  se han reactivado causas con más de un año y medio de antigüedad, 
  que en algunos casos ni siquiera sabíamos que existían, porque 
  por secreto de sumario no te dejan ver las causas. 
  -¿Qué causas, por ejemplo? 
  -Una: en los primeros días de febrero de 2002 -plena efervescencia post 
  20 de diciembre- el Bloque Piquetero hizo una movida en el Polo Petroquímico 
  del Dock Sud para reclamar puestos de trabajo genuinos a empresas que habían 
  despedido gente en los años anteriores. Acamparon durante tres días, 
  hasta que llegó la orden del juez federal de La Plata para que desalojaran, 
  el 14 de febrero a las 6.30 de la tarde. Gendarmería informó que 
  a las 19:45 estaba despejado por completo la zona y que no hubo ninguna resistencia. 
  Nos habíamos olvidado del tema hasta que a mediados de julio, uno de 
  los referentes del Movimiento Teresa Rodríguez, que había participado 
  de aquella movilización, recibió una citación para presentarse 
  en La Plata por la violación del artículo 194 del Código 
  Penal, que habla de interrupción del tránsito vehicular terrestre. 
  Y según nos notificamos cuando vimos la causa estaban buscando a otras 
  cuatro personas, referentes de otros tres movimientos. Tardaron 18 meses en 
  encontrar los cuatro domicilios para notificarlos del proceso. Cuando llegamos 
  a ver la causa, había tres órdenes de captura y una declaración 
  de rebeldía, respecto de gente que está permanentemente expuesta 
  en los medios de comunicación, en manifestaciones en la calle, o en entrevistas 
  con funcionarios. Mientras los buscaban, tuvieron la entrevista con Kirchner, 
  el 9 de junio. 
  -¿Cuál es la lógica de que el Presidente los reciba por un 
  lado y la justicia los busque por el otro? 
  -Ahí es donde nosotros planteamos la cuestión del doble discurso. 
  El mismo doble discurso que se pone en evidencia con lo del ministro Tomada: 
  por un lado, digo que me vinieron a buscar, me apretaron y los denuncio penalmente 
  y, por el otro, los cito para que vengan a discutir la entrega de alimentos. 
  Fijate que ahora les van a dar los alimentos. Eso es lo que te demuestra que 
  la utilización de los mecanismos penales es una herramienta represiva 
  y no el resultado ineludible de que se cometió un delito. 
  - ¿Qué efecto busca el gobierno utilizando el Código Penal 
  para reprimir la protesta social? 
  -Es un efecto doble. Desde lo subjetivo sirve para amedrentar: a nadie le gusta 
  estar sujeto a una causa penal. Y hay referentes que tienen acumuladas siete 
  u ocho causas, por eso nos preocupó tanto la tesis de un juez que apeló 
  a la figura de acumulación de procesos para justificar una prisión 
  preventiva por delitos que son excarcelables. Es uno de los caminos hacia donde 
  podría desembocar esta situación: te acumulo procesos, todos por 
  delitos excarcelables, y cuando llego a determinada cantidad, te pongo preso. 
  No ha ocurrido nunca, pero es una posibilidad. La lógica es: pongo preso 
  al referente y desarmo la organización. Explícitamente el gobierno 
  dice que quiere desarticular al movimiento piquetero. Además, llega un 
  punto que tienen tan trabada la vida de una persona con procesamientos, embargos 
  absurdos a desocupados, que lo paralizan. 
  -¿Las imputaciones judiciales suelen ser a los dirigentes o a militantes 
  menos conocidos? 
  -Es una cosa que fluctúa. Hay causas en las que se apunta directamente 
  a la cabeza, como en la causa de Dock Sud donde acusaron a cuatro referentes. 
  Después, hay otras en las que eligen al tuntún seis o siete manifestantes 
  que quedaron identificados en la foto. O porque son los que quedaron detenidos, 
  como pasó el otro día en la manifestación del subte, que 
  hasta se llevaron a un pasajero que cometió el error de ayudar a una 
  mujer que tumbaron de un bastonazo. A los dos minutos estaba esposado, arriba 
  del camión celular, junto a otros nueve que estaban manifestando. Cuando 
  el apriete viene por el lado de los compañeros de base, el efecto de 
  amedrentamiento es mucho mayor. Todo esto sumado a que el clientelismo en los 
  barrios es atroz. En la Argentina, hay más de dos millones de planes 
  sociales y menos de un diez por ciento es administrado por las organizaciones 
  piqueteras: entre todas no suman 200 mil planes de cualquier tipo. El resto 
  lo administra el Estado, generalmente a través de sus municipios. Y los 
  punteros no te piden que te movilices y corras el riesgo de ser imputado en 
  una causa. 
  - ¿Cómo es toda esta situación en el interior del país? 
  
  - Peor, porque la situación no es visible desde Buenos Aires. En Bahía 
  Blanca hay 159 procesados en tres causas que ya entran en la etapa de juicio 
  oral. En San Luis hay tres causas en juzgados federales con defensores oficiales 
  porque no hay organismos de derechos humanos ni nada. Prácticamente donde 
  vayas te encontrás con ese tipo de cosas. 
  - ¿Cuántas personas están procesadas por participar de la protesta 
  social? 
  - Eso es todo un problema. Está el número de 2.500 o 3.000 que 
  tira la CTA, pero nadie vio esa lista. Hace siete años que se la venimos 
  pidiendo, desde que decían que eran mil. Por otro lado es real que es 
  un dato muy difícil de sistematizar. Tenés causas nuevas permanentemente, 
  causas que ni sabías que existían, causas que se cierran. Lo que 
  puedo decir es que sólo en Bahía Blanca hay 159, en Mar del Plata 
  83, en la causa que inició Aníbal Fernández cuando era 
  ministro de Eduardo Duhalde hay 59 imputados que estuvieron presos durante un 
  mes y medio. En Capital Federal y Conurbano no hay menos de 500 que me consten, 
  y no hablemos de Salta, Jujuy y Neuquén. Entonces, la cifra de 2.500 
  no es descabellada. 
  - ¿Y cuántos fueron condenados? 
  -En esa lista están Alí, Castells, Marina Schiffrin, la docente 
  que participó de un corte tan masivo que hasta estaba el obispo de Neuquén 
  en la ruta. Y, sin embargo, fue condenada a seis meses de prisión en 
  suspenso y a no participar de cortes de rutas nacionales ni provinciales. En 
  ese fallo, uno de los camaristas señala que en democracia la única 
  forma de protesta debe ser el voto. 
  - ¿En qué situación se encuentra el proyecto de amnistía 
  a los procesados y condenados por la protesta social? 
  - El 30 de julio presentamos el proyecto con una importante movilización. 
  El gobierno decidió armar una comisión de notables, con algunos 
  compañeros vinculados fuertemente al campo popular y otros señeros 
  representantes de la burguesía judicial. Finalmente no pudo llegar a 
  un acuerdo. Hay un proyecto que va a salir seguramente con una definición 
  tan vacua, que yo calculo que si hubo un procesamiento por la procesión 
  a Luján tal vez se pueda aplicar. Se va a hacer un discurso para conseguir 
  la tapa de los diarios pero, pero de las causas reales y concretas no va a quedar 
  ninguna. 
  - ¿Por què pedir la amnistía y no un desprocesamiento? 
  
  - Nos pareció que técnicamente era la herramienta más idónea. 
  El desprocesamiento no existe, ¿dónde esta regulada esa figura? El desprocesamiento 
  es una facultad individual del juez en un caso puntual y se llama sobreseimiento. 
  Desprocesar significa eliminar un procesamiento que existe, por lo pronto entonces 
  no alcanza a quien está condenado y no alcanza a quien está imputado 
  pero no procesado. Por otro lado, para echar atrás un auto de procesamiento 
  fundado, el mismo juez que lo hizo tiene que dictar una falta de mérito 
  o un sobreseimiento. Esto implicaría que cada juez, en cada causa, se 
  pusiera a dictar el desprocesamiento y la verdad no lo veo muy prácitco. 
  En cambio, la amnistía es una norma general. Dice que queda extinguida 
  la acción penal, todas las consecuencias penales y administrativas de 
  todo hecho con motivo de interrupción de tránsito vehicular, la 
  toma de edificios públicos, y todos los hechos que tengan origen o motivación 
  en un reclamo vinculado con la protesta social.