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Argentina: La lucha continúa

Carta abierta al Presidente Kirchner

Buenos Aires, 26 de octubre del 2003

Dr. Néstor Carlos Kirchner

Presidente de la República Argentina

Balcarce 50

(C1064AAB) Ciudad Autónoma de Buenos Aires

República Argentina

De mi consideración:

Me dirijo a Ud. sin necesidad de presentarme ya que usted me conoce muy bien, al igual que yo a Ud. lo que me coloca en una posición diferente con respecto a la mayor parte de nuestros compatriotas y otros habitantes de nuestra querida Patria, demasiada maltratada por cierto.

El motivo de esta carta pública, que envío a todos los medios de comunicación para su publicación bajo mi estricta responsabilidad como ciudadano y en uso de mis derechos constitucionales, es el de peticionar ante Ud. para que reconsidere la decisión de su Gobierno, nuestro Gobierno Nacional, de denunciar a los ciudadanos desocupados y "piqueteros" que el miércoles 22 del corriente mes procedieron a bloquear las puertas de salida del ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social en oportunidad que en su interior se encontraba el titular de la cartera, Dr. Carlos Alfonso Tomada, además de otros funcionarios y empleados.

Nuestro país, Señor presidente, está atravesando la peor crisis social, laboral y económica de su historia, situación ésta que en muchas oportunidades ha sido Ud. quien a explicitado en durante la campaña electoral, en oportunidad de asumir su cargo el 25 de mayo pasado y en varias ocasiones en estos cinco meses de gestión tanto dentro de nuestras fronteras como también en el exterior.

Hay muchos sectores, Señor presidente, que en nuestro país esperan que el reclamo y la protesta social sea "judicializada y criminalizada" como únicas medidas para contener la queja, los pedidos de soluciones económicas y la reinserción en el circuito laboral de vastos sectores de nuestro pueblo, los que han sido excluidos de la posibilidad de desarrollarse dignamente en la vida con el esfuerzo de su trabajo, alimentar y educar a sus hijos, brindarle a éstos la asistencia sanitaria adecuada y fundamentalmente conseguir un porvenir donde puedan crecer en las mayores y mejores condiciones como seres humanos y disfrutando los Derechos Humanos declamados y defendidos por todos los hombres de bien.

Desde diferentes manifestaciones de la prensa escrita, oral y televisiva, Señor presidente, podemos advertir como se está alentando la "necesidad de hacer algo" con los movimientos y organizaciones de desocupados y piqueteras; advertencias que distan mucho de aportar las ideas y propuestas necesarias para terminar con el flagelo de la desocupación, la marginalidad y la exclusión social, sino que van en el sentido de buscar el aislamiento y la represión de aquellos conciudadanos que han sido arrojados al vacío de esas profundidades de las que Ud. en más de una oportunidad se ha referido.

Desde algunos sectores que representan las ideas más retrógradas y reaccionarias que Ud. demasiado bien conoce, Señor presidente, van creando la idea de que con los sectores piqueteros y de desocupados no se debe acordar absolutamente nada y menos aún otorgar una solución económica provisoria porque ellas alimentarían la capacidad de movilización y su asentamiento en las barriadas pobres de nuestro país. Sin dudas una indigna postura.

Asimismo, Señor presidente, las crónicas periodísticas nos informan de la posibilidad de que su Gobierno, nuestro Gobierno, cree una "Brigada" especializada en desactivar conflictos entre el Gobierno y las organizaciones populares piqueteras y de desocupados, con la función de individualizar a los cabecillas y desactivar las protestas sociales. Ésta supuesta decisión es una aberración tan grande que únicamente podría ser enmarcada en una práctica autoritaria y represiva que deseo profundamente que no sea avalada por Ud.

Conoce Ud. muy bien, Señor presidente, la actuación que han tenido a lo largo de nuestra historia las fuerzas de seguridad y policiales en sus acciones contra el pueblo argentino, las que preferentemente han tenido como víctimas a los trabajadores, desocupados y militantes de organizaciones y movimientos populares. No hace falta que le recuerde cada uno de los episodios que han terminado en verdaderas masacres, matanzas y genocidios sobre ciudadanos desarmados que únicamente han sabido reclamar por sus derechos pisoteados y destruidos por las prácticas y medidas políticas, económicas, laborales y sociales que fueron decididas desde las máximas autoridades democráticas como también de cada una de las condenables dictaduras militares que hemos sufrido y padecido.

Han sido, Señor presidente, las diferentes administraciones nacionales y provinciales las que se han encargado de destruir y acorralar en la desesperación de la pobreza e indigencia a más de la mitad de nuestra población llevando a la falta de un trabajo digno a más de cuatro millones de ciudadanos, esos que hoy sufren los efectos de esas equivocadas y deleznables políticas que tanto Ud. como yo condenamos con la mayor severidad.

Peticiono ante Ud., Señor presidente, como simple ciudadano y padre de hijos que nos merecemos vivir en las máximas de la libertades y ejerciendo cada uno de nuestros derechos para que revea las decisiones que está a punto de tomar. Su éxito en la gestión presidencial jamás podrá quedar atada al control de la protesta social ni en la intimidación de quienes reclaman lo justo, lo que el Estado está obligado a otorgar por imperio de la Constitución Nacional, las leyes y los más elementales principios éticos, morales y humanos.

Yo deseo, Señor presidente, que Ud. tenga el mayor de los éxitos en la nada fácil responsabilidad que asumió ante la sociedad. Espero de Ud., y más allá de las deferencias ideológicas que nos separan, que ponga todas sus fuerzas e intelecto en llevar adelante todos los cambios que la sociedad está reclamando y que sea capaz de realizarlos fundamentalmente con la valentía y la decisión que se imponen en estos tiempos.

Solamente, Señor presidente, con una distribución equitativa del ingreso nacional, con las rentas de nuestro patrimonio puestas al servicio del crecimiento y la producción nacional, con el control de las variables económicas y financieras en manos argentinas, Pueblo y Gobierno, evitaremos transitar los tenebrosos caminos recorridos hasta estos días. Sabemos ambos que no existe la menor capacidad de aumentar, más aún, las diferencias sociales y económicas que el modelo neoliberal ha impuesto desde el año 1989 hasta el presente.

Confío en Ud., Señor presidente, y solamente en alguno de sus colaboradores para que la calma y la racionalidad venzan las ideas de algunos tantos otros que desean encontrar en los humillados y desposeídos del problema de nuestra Patria.

En las tierras patagónicas santacruceñas, Señor presidente, que ambos tanto queremos se cometieron terribles errores, también en "democracia", en los primeros años del siglo pasado y justamente por aplicar medidas que hoy no deseo que se vuelvan a repetir.

Deseo que recuerde en estos momentos, Señor presidente, la forma que fue reprimida, criminalizada y judicializada la protesta obrera, y las matanzas de tantos ciudadanos argentinos y extranjeros en los años de la Patagonia Trágica, para así evitar que tome medidas y decisiones equivocadas que por éste medio le pido que reconsidere.

El trabajo, la educación, la salud, la inversión pública y el manejo nacional de nuestros presupuestos, junto con la más adecuada y justa solución del endeudamiento externo son los temas que espero que Ud., Señor presidente, lleve adelante de la mejor forma posible para devolvernos, a quienes queremos una Argentina justa y solidaria, las fuerzas necesarias para "acompañarlo" y "acompañarnos" en la búsqueda de las soluciones que terminen con la marginalidad, la pobreza, la exclusión y el desempleo; y para que estas lacras se conviertan muy pronto en un triste y lamentable recuerdo.

Me despido y le pido una ves más, Señor presidente, trate de evitar transitar un camino equivocado frente a las posibles decisiones que podría tomar en estas horas, y con el mayor de los respetos le sugiero que no se equivoque sobre quienes son los verdaderos "enemigos" de nuestro Estado, ya que Ud. y yo los conocemos muy bien por lo que han hecho, hacen e intentarán seguir haciendo.

Sin más lo saludo respetuosamente.

Dr. Hugo Alberto de Pedro

DNI Nº 13.493.699

Buenos Aires – Argentina