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Argentina: La lucha continúa

Un genocida menos : Murió Leopoldo Galtieri

Andrea Benites-Dumont (Casapueblos)

Soy feliz, soy un hombre/ una mujer feliz
Y quiero que me perdonen por este día
Los muertos de mi felicidad

Seguramente que desentono mientras repito estos versos de Silvio Rodríguez, pero lo que también es seguro que en modo alguno desentona la alegría que por los muertos míos (y los muertos suyos), siente hoy mi corazón por la muerte de un genocida.
Convocaría a Julio Cortázar para que trazara magistralmente la conducta a seguir en el velorio de este asesino, y mientras imagino sus frases y su rostro, me adentro en el murmullo de la gente y en los sentimientos atropellados de sonrisas y de alivio.
Es probable que voces mentecatas hablen ahora –ahora- de la consideración y de la conmiseración, del perdón, de la no venganza, de extirpar el odio, de la reconciliación, y demás yerbas.
Perdone Usted, si es que las piensa o las dice o las siente; le invitamos a relojear el currículum mortis del finado criminal.
Y, perdone Usted más aún: no nos convencen más con aquello que el perdón mejora el espíritu y que el odio lo envilece. Mire Usted, hemos aprehendido desde el principio de los tiempos y por ende mucho antes de la dictadura militar de 1976, que odiar es el sentimiento antagónico al amor, y es justamente por amor a la justicia, a la dignidad, a la libertad, a la rebeldía, que no dejamos de odiar, ni dejaremos de hacerlo.. Más aún, con el cuento del olvido y del perdón, del no-odio, la sociedad toda se envileció con la impunidad que otorgó a los asesinos de los 30.000 desaparecidas/os.
Comprenderá Usted entonces, que tenemos, como mínimo, 30.000 razones para odiar, porque tenemos 30.000 razones para amar.
Dirá Usted., quizás que eso pasó hace ya más de 25 años. Pues, como si pasara ayer o en 1936, porque las vidas valen vidas, y los ideales que elevan la condición humana a la construcción de la utopía solidaria y liberadora, valen siempre, siempre, y no hay justificación alguna, no la hay, que nos permita olvidar a uno sólo de los seres que regaron con sufrimiento y sangre la esperanza.
Hace días que tenemos una botella para brindar cuando Massera estire la pata; pero se adelantó el cirrótico de Galtieri, y no nos molesta comenzar los brindis porque el aire, no más sea, está apenitas un poco más limpio.

Retrato de un genocida
Leopoldo Galtieri, como muchos otros generales argentinos y dictadores latinoamericanos, se graduó en la Escuela de las Américas en los EE.UU. El golpe militar del 24 de marzo de 1976, lo coloca al frente del Segundo Cuerpo del Ejército, con sede en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fé; cargo que ocupa entre 1976 y 1979, iniciando el período más duro del terrorismo deEstado.
Allí en la ciudad de Rosario fueron utilizados como centros de detención ilegales : la Fábrica de Armas Domingo Mathéu, el Batallón 121, la seccional policial 14ª, el Aeropuerto de Fisherton, la Casa de Torturas y la Jefatura de Policia; en otras localidades de la provincia funcionaron otros 15 campos de concentración. Asimismo estableció la Quinta de Funes, un centro de detención y exterminio, que pretendía emular a la ESMA –Escuela de Mecánica de la Armada a cargo de Masssera (hoy también en agonía), practicando planes de infiltración y espionaje destinados a extender la delación y la traición, penetrando en las organizaciones políticas para obtener información y su posterior descalabro.
En 1977, un grupo de tareas bajo sus órdenes captura al más importante jefe montonero en Rosario, y se dispuso a utilizarlo para delatar a sus superiores. El detenido simuló colaborar con una operación para secuestrar a la dirección montonera exiliada en México. Pero al llegar a dicha ciudad denuncia la maniobra en una conferencia de prensa poniendo en evidencia a Galtieri y a otros jefes militares, quienes apresuradamente desmantelaron el centro de detención mencionado, pero secuestrando antes a la esposa del militante montonero, junto a dos mellizos que las Abuelas de Plaza de Mayo siguen buscando.
Entre los diferentes campos de concentración de la provincia de Santa Fé, se calcula que pasaron más de 8.000 detenidos-desaparecidos. Todos los torturadores y asesinos respondían a las órdenes directas de Galtieri, quien según los testimonios y constancias, solía recorrer los centros de exterminio, entre arengas y amenazas.
En 1979, Galtieri asumió como titular del Primer Cuerpo del Ejército y en diciembre de ese año fue designado comandante en jefe. De los conflictos entre los diversos cuerpos represivos, Galtieri, y dado el poder acumulado, fue elegido Presidente.
El 2 de abril de 1982 ordenó la invasión de Malvinas con el claro objetivo de dotar a la dictadura de una misión sublime: recuperar la soberanía nacional en las islas Malvinas, y tapar con semejante aventura bélica, los crímenes perpetrados por el terrorismo de Estado. Sin embargo, gran parte de la sociedad e incluso de organizaciones políticas, especialmente las peronistas, apoyaron esa locura guerrera. Galtieri, habló ante una Plaza de Mayo exaltada, que le llevó a compararse con Mussollini.
Los militares argentinos contaban con el absurdo que Estados Unidos les apoyaría, ya que el asesor de Seguridad Nacional de Ronald Reagan, Richard Allen, había calificado a Galtieri de "general majestuoso", dando así las gracias por el entrenamiento militar argentino a los contras nicaragüenses.
Pero, además, Galtieri subestimaba la respuesta británica en manos de Margaret Thatcher. "Si bien una reacción británica me parecía posible, nunca llegamos a verla como una posibilidad. Yo juzgaba escasamente posible una respuesta inglesa, y menos una respuesta tan desproporcionada". Los cálculos no podían haber salido peor, pero él insistía. Cuando un torpedo inglés hundió el crucero insignia argentino, Galtieri dijo: "Tengo 400 argentinos muertos y, si es necesario para salvaguardar el orgullo, la Argentina está dispuesta a cuatro mil o cuarenta mil muertos más". Intentó destituir al gobernador de las islas, Mario Benjamín Menéndez, cuando éste se negó a seguir peleando, y firmó junto a Alfredo Astiz la rendición de las Islas Malvinas y las Georgias. Los soldados que murieron en Malvinas llegaron casi a mil, y en su mayoría eran chicos haciendo la mili sin experiencia militar alguna.
Tras la derrota, los militares realizaron el recambio y lo depusieron como presidente, mientras la policía reprimía las manifestaciones callejeras. La derrota militar en Malvinas resquebrajó finalmente el poder militar.
Leopoldo Galtieri pasó a retiro, y en 1985, en la parodia de juicio a las Juntas, Galtieri fue acusado de privaciones ilegales de la libertad, de torturas y tormentos, reducciones a la servidumbre, sustracción de menores, casi trescientos encubrimientos y falsedad ideológica reiterada en quince oportunidades.
Fue absuelto, pero no logró escapar a la condena en otro juicio, por los desatinos de Malvinas: el informe Rattenbach de 1982 –resultado de la investigación dispuesta por el entonces jefe del Ejército, Cristino Nicolaides, para esclarecer la actuación en Malvinas– recomendó que se lo condenara a "degradación y fusilamiento". Obviamente que el Ejército no llegó a tanto, y lo condenó a sólo doce años de prisión militar.
Durante su primera presidencia, Carlos Menem lo liberó con los primeros indultos en 1989.
La reactivación de las investigaciones nacionales e internacionales contra los ex represores alcanzó a Galtieri que, sin embargo, fue detenido recién el año pasado.
A pesar de tener abiertas causas diversas tanto en Argentina, con sobradas pruebas sobre la desaparición, tortura y asesinato, como en España por "genocidio" y "terrorismo", y en Italia por la coordinación en la Operación Cóndor, Galtieri gozaba de prisión domiciliaria y conservaba su rango de general. Y que gracias a la impunidad establecida por los gobiernos constitucionales, participaba en actos oficiales entregando diplomas a nuevos oficiales, como también en cenas militares anuales de camaradería. Antes, había tenido el descaro de pedir que le pagaran la jubilación de ex presidente, que la Justicia rechazó recordándole que había usurpado aquel cargo.
Hace un par de años, entrevistado por una revista para un aniversario de la invasión a Malvinas, Galtieri declaraba: "No me arrepiento de lo que hice".
Lo único lamentable de esta muerte es que gracias a la impunidad, este genocida se haya llevado a la tumba datos determinantes para la concreción de justicia.
NI OLVIDO NI PERDON
¡¡CONTRA LA IMPUNIDAD : CARCEL A LOS GENOCIDAS Y SUS COMPLICES!!